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sábado, 27 de mayo de 2017

La adolescencia, un viaje hacia el futuro

Por Miss GD

Ese paso entre la niñez y la edad adulta, la adolescencia, es una etapa de cambios en el desarrollo, que puede generar situaciones conflictivas para aquellos que la atraviesan, por lo que necesitan un gran apoyo de sus familiares y amigos.

La vida humana es propensa a cambios. Está en la personalidad buscar siempre la adaptación a nuevos sistemas, nuevos tiempos… a las perturbaciones y los desvaríos propios de la misma existencia. Pero definitivamente, la etapa en que se manifiestan la mayoría de las transformaciones en la vida de una persona es la adolescencia, ese salto del niño al adulto que está lleno de desaciertos, de inquietudes, de dudas y temores. Ese momento único en que nos puede asaltar la tristeza y la alegría a la vez, en que las respuestas nunca están completas y el amor se vuelve una gigantesca interrogante.

Las niñas y los niños que comienzan la adolescencia son a la vez los más alegres y los más malhumorados, rebeldes a la vez que obedientes, llorosos a la par de sonrientes. Son aquellos que necesitan todo el tiempo la ayuda y el consuelo de sus familiares y sin embargo, casi siempre lo rechazan. Durante ese paso crucial antes de convertirse en “la persona mayor”, los adolescentes se enfrentan a miles de cambios psicológicos en cuya superación se basa el desarrollo de la vida futura, superación que por supuesto, está vinculada al contexto social, a los estándares grupales existentes y a la ayuda y apoyo de familiares y amigos.

El adolescente debe enfrentarse a las demandas sociales, regular su comportamiento y escoger el rumbo que quiere seguir en un futuro.

Con el paso a la etapa puberal, la persona comienza a cuestionarse y a trazarse objetivos y metas. Inicia la transformación del niño al adulto con las preguntas sobre temas más profundos relacionados con el amor, la amistad, la sociedad, la religión, en vistas al futuro. Además, comienzan a adquirir un patrón por el cual guiarse, tanto para su imagen física como para su comportamiento, que puede estar vinculado a las imágenes, modelos y conductas que socializan los medios de comunicación.

A partir de esos mismo patrones, se escogen los amigos, personas casi siempre de similar edad que se convierten en los principales actores de socialización para los pubescentes, los que se alejan un poco de los padres a la hora de expresar sus dudas e inquietudes. El entorno se abre y la escuela comienza a ocupar un lugar más importante que la familia para la relación de los jóvenes con el entorno social.

Es de vital importancia para el adolescente ser aceptado por la sociedad. Aquellos jóvenes que poseen algún defecto físico o que no tienen la capacidad habitual para integrarse, son los que mayormente sufren de depresión. La soledad, los fracasos, las desilusiones amorosas, el estrés y los cambios hormonales logran que la actuación de ese grupo sea imprevisible, a la vez que parecen necesitar más independencia para desenvolverse y adaptarse a todas esas cuestiones que los asaltan.

En esa etapa de la vida son frecuentes los inicios e intentos de llevar una relación amorosa seria y estable, pero muchos fracasan debido a los constantes cambios psicológicos de la pareja. Los hombres tienden a no preocuparse demasiado por mantener un noviazgo y muchas mujeres se tornan inseguras tanto por su aspecto físico, como por sus habilidades para mantener "viva" la relación. En los muchachos surge la necesidad de mostrarse más viriles, por lo que su actitud hacia las féminas continúa siendo hosca, como en la infancia, pero con momentos de timidez, y las muchachas prestan más atención a los detalles, a las vestimentas y al aspecto físico en general.

Los adolescentes en general necesitan de espacios para reunirse día tras día a compartir entre grupos de amigos, sus aficiones y preocupaciones y también de un lugar en el hogar que les otorgue la confianza necesaria para hablar de sus problemas y dificultades.