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viernes, 30 de junio de 2017

Temer podría ser investigado por corrupción pasiva

Por JoseGabriel

El presidente de Brasil, Michel Temer, marcó un hito en la historia política de su país esta semana al convertirse en el primer presidente en ejercicio que es acusado por la fiscalía de un delito de naturaleza penal. El procurador general de la República, Rodrigo Janot, introdujo ante el Supremo Tribunal Federal una denuncia por “corrupción pasiva” contra el mandatario, algo inédito en los anales de la historia presidencial y democrática del gigante sudamericano. El cargo que se le imputa a Temer, según ha sido explicado, solo podría ser aceptado por la máxima corte judicial brasileña luego de un minucioso análisis. Asimismo, para dar curso legal al caso, este debería contar con el aval de dos tercios de la Cámara de Diputados, donde el presidente tiene mayoría.

El juez Edson Fachin es el encargado del caso en el Supremo y será quien haga el citado primer análisis de la denuncia, para entones decidir si debe ser remitida o no al parlamento. Ante el inicio de la investigación por corrupción en el máximo tribunal, Temer respondió de forma desafiante con un “no renunciaré”. El mandatario desestima los cargos que se le imputan y todas las acusaciones de las que es objeto, formales o no, así como también lo hace con la impopularidad y repulsa que su Administración genera en el pueblo brasileño. Se aferra al gran poder ejecutivo cual un lobo a su presa, luego de haber accedido al mismo el 1 de septiembre de 2016, un día después de que la presidenta constitucional y electa de Brasil, Dilma Rousseff, fuese destituida por presuntas irregularidades fiscales y mediante turbias maniobras políticas, que sus partidarios califican de “golpe parlamentario”. Temer ocupaba la vicepresidencia en ese entonces y ahora aspira a culminar su período presidencial y quién sabe si pretende postularse para un segundo mandato, pese a que las aguas lo hacen navegara contracorriente.

De cualquier forma, si el Supremo diese luz verde a la denuncia para que fuese debatida en el Parlamento, y si en esa instancia los diputados la avalan, el asunto iría directo al pleno de la corte. Si allí es aprobada la denuncia, Temer sería suspendido de sus funciones durante 180 días, por mucho que él diga que no ha cometido ningún delito y que es inocente de todo, y su puesto sería cubierto de manera interina por el presidente de la Cámara Baja, Rodrigo Maia. En Brasil, los delitos de corrupción pasiva pueden ser castigados con penas de prisión de dos a 12 años, más una cuantiosa multa económica. La situación no pinta bien para Temer y de nada valen las desestimaciones orales que hace de todas las imputaciones. Puede tener mayoría favorable en el Parlamento, pero son muchas las instancias, además del vox populi, que ya le acusan de corrupción y otros delitos. La Policía Federal de Brasil presentó el lunes a la Corte Suprema un nuevo informe cuyas conclusiones acusan al presidente “obstaculizar investigaciones” y “dejar de comunicar a las autoridades” sobre operaciones de corrupción. Dicho reporte se suma a otro que la semana anterior fue presentado también al alto tribunal, en el que la fuerza policial aseveraba que el mandatario actuó vigorosamente en maniobras de corrupción para alcanzar “ventajas indebidas”. Por todo ello, el actual presidente brasileño es investigado nada más y nada menos que por tres presuntos delitos, cada uno de los cuales es suficiente para hacerlo salir del cargo y pasar un buen tiempo tras las rejas. Estos son corrupción pasiva, obstrucción a la justicia y asociación ilícita.