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viernes, 14 de julio de 2017

Colombia educa a sus víctimas del conflicto

Por LauraB

Más de tres mil víctimas del conflicto colombiano, una ínfima parte, son beneficiadas por el Gobierno de Juan Manuel Santos en el programa “Educándonos por la paz”. El propio gobierno ubica en 16 ciudades del país el alcance del innovador proyecto el cual es asesorado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI). El mismo pretende servir de especie de “reparación” para aquellas personas que han sufrido en carne propia los desmanes de la guerra. “Alcanzar la paz requiere de grandes inversiones”, dijo la ministra colombiana de Trabajo, Griselda Janeth Restrepo, quien reafirmó el compromiso de ayudar en la construcción de una Colombia con los fusiles silenciados.

Uno de los objetivos de “Educándonos por la paz” es desarrollar habilidades laborales en estas personas. La mayoría de las víctimas inscritas son jóvenes que reciben una capacitación en la enseñanza de idiomas como el inglés y portugués, así como capacitación en esferas como la hostelería y el turismo. Según cifras oficiales, el 68 por ciento de los inscritos son mujeres, dejando a los hombres la minoría de los 32 puntos porcentuales restantes.

La historia personal de cada víctima también es tenida en cuenta como un llamado de advertencia a la no repetición de los horrores y errores de la guerra.

La iniciativa forma parte de los ingentes esfuerzos por alcanzar la paz plena en esta nación sudamericana, prácticamente desangrada por el conflicto interno más viejo en el continente americano.

Luego de firmar un acuerdo de cero beligerancia con las Fuerzas Des-armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo, la administración de Juan Manuel Santos se embarcó en un nuevo proyecto: concretar la paz con el Ejército de Liberación Nacional (ELN).

Programas como “Educándonos por la paz” pueden servir de ruta para arrancar de raíz un fenómeno muy bien plantado en la psiquis de los colombianos: la violencia.

Aunque por un decreto una sociedad no se vuelve pacífica, sí es interesante los esfuerzos por alcanzar algún día y en algún momento una Colombia que no sea titular por la cantidad de muertos por desavenencias de ninguna índole.

Es por ello que programas como el presentado son un paso de avance también en la inclusión de un sector históricamente marginado y muchas veces manipulado a su antojo por cualquiera de las dos partes beligerantes: las víctimas.

Muchos son los detractores de la paz colombiana. Hasta cierto punto se les entiende cuando su negocio redondo es la guerra y el narcotráfico. No obstante, “Educándonos por la paz”, es muy bien visto por aquellos que creen en la paz con justicia social en la Colombia de estos tiempos.