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jueves, 6 de julio de 2017

El bambú, un remedio que alivia muchas dolencias

Por Janet

En la cultura del medio oriental, el bambú alberga un especial significado. Se dice que es emblema de crecimiento, idiosincrasia y longanimidad; la alegría de vivir sin enfermedad y mucho menos con preocupación. Se considera, por muchos una planta que dota de buena suerte. En Japón, pintar el bambú, además de constituir un arte es un ejercicio para conservar el buen espíritu, debido a que se cree que la energía protectora que circula por él atrae la energía negativa del cuerpo haciéndola circular por el interior de la caña, de manera que es devuelta al cuerpo en forma de energía positiva, creando armonía y equilibrio en quien lo ha pintado.

Esta creencia data en su misma naturaleza, pues la la semilla de este bambú demora en crecer hasta siete años, esto sucede porque bajo tierra primero propaga y fortifica de forma subterránea sus raíces. Al terminar este proceso, la caña asciende hasta medir 32 metros aproximadamente en tan solo un mes. Tal estado, deleita una analogía con la vida que la cultura oriental cimentó y propagó, conseguir algo en la vida requiere de su tiempo y de paciencia hasta que llegue, eso sí siempre trabajar en ello.

Debido a estas creencias ha surgido otra forma para utilizar el bambú y su energía, la llamada Bambuterpia. Se dice que es una técnica muy conocida por la gran ventaja que tiene para la cosmética, la gran connotación espiritual que posee aporta al ser humano grandes lecciones.

Para llevar a cabo esta técnica precisamos un proceso de aprendizaje, que nos aprueba tener las herramientas y el conocimiento necesario para crear nuestro propio camino, en la dirección que elijamos. Su éxito requiere estoicismo y temple; nada llega tan rápido en la vida ni de la nada, las soluciones rápidas y los triunfos apresurados no tienen cimentaciones fuerte, son quebradizos y huecos. Además cuando nos creemos que no sucede nada, estamos equivocados, siempre algo está sucediendo. Es necesario recordar que el universo se encuentra en constante movimiento y por supuesto nosotros con él. Abandonar nuestros sueños y metas solo porque no vemos avances es para los débiles, recuerde que las raíces se expanden en lo profundo fijando bien su cimentación y luego brota hacia la luz.

La creación de esta técnica es gracias al terapeuta francés Gil Amsallem, quien utilizó el bambú como parte de sus terapias reproduciendo a los chinos de la antigüedad, quienes lo usaban primordialmente en los pies y el rostro. Lógicamente, el terapeuta señaló las capacidades naturales de la caña: la trama, callosidad y flexibilidad poseen un efecto terapéutico obtenido gracias al estímulo generado por el frote, sacudida y centro-presión en el cuerpo. Más allá de su uso estético como reclutamiento de la grasa localizada, mejora de la laxitud, reducción de las proporciones corporales y transformación celular, se dice que su uso tiene como principal razón la liberación miofascial.

Esto significa que las contusiones, hinchazón, dolor, tiranteces en el cuerpo interfieren directamente con el progreso funcional de los disímiles sistemas del organismo. En consecuencia, los tegumentos fibrosos de tejido conectivo que rodean los músculos, coyunturas, ligamentos pierden su elasticidad, se marchitan e inflaman, creando afección fibrosa en las zonas punzantes o lesionadas y produciendo, en consecuencia, una pérdida de rango de movimiento articular, de flexibilidad muscular, de potencia y tono, resistencia y combinación motora.

Para concluir, esta emancipación muscular ocasiona una relajación corporal; el frote estimula la circulación, el sistema nervioso y muscular, generando una independencia energética y emocional. Es un período completo de tranquilidad física, mental y espiritual, que no solo origina equilibrio, sino una oleada de energía, tal como ocurre en la caña de bambú como muestra la mitología del medio oriente.