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lunes, 24 de julio de 2017

El celular te está vaciando el cerebro

Por Marta A.

Definitivamente los zombies existen. Somos nosotros, son ellos, ellas, las personas a tu alrededor. Todo el día viendo hacia abajo, mandando mensajes, mirando el mundo a través de una diminuta lista de contactos y chats, enviando sms a quien tenemos a menos de 10 metros de distancia, vagabundeando entre los coches mientras cruzamos la calle con la vista clavada en el teléfono. Y si ya los estudiosos, la gente o la realidad nos estaba pasando la factura irrefutable de que el teléfono móvil nos estaba convirtiendo en esos zombies; la cuestión es que el problema parece ser mucho más grave. No importa si está a tu alcance, en vibrador o apagado: es simple, ¡se está encargando de drenarte constantemente tu cerebro!

Al menos así lo atestigua un nuevo estudio, a cargo de investigadores de la Escuela de Negocios McCombs, de la Universidad de Texas en Austin, que involucró a unas 800 personas, y en el cual los expertos buscaron evaluar de qué forma podría afectar a los participantes la simple presencia de sus teléfonos.

Así, se les pidió que completaran un grupo de tareas informáticas las cuales requerían por parte de los evaluados su plena concentración. Para ello, al azar se les ordenó que colocaran sus teléfonos en posición boca abajo sobre el escritorio, así como en el bolsillo o en la bolsa, o en una habitación distinta a la cual se encontraban realizando la serie de actividades. A su vez, todos los participantes, pusieron en silencio sus celulares.

Los resultados de la investigación no dejan dudas. Aquellas personas que colocaron temporalmente sus teléfonos en otra habitación diferente, pudieron obtener una puntuación muchísimo mejor que aquellos participantes en el estudio que quedaron con sus teléfonos en el escritorio.

Asimismo, entre las personas que tenían sus celulares en los bolsillos y los que lo colocaron sobre el escritorio, hubo una diferencia menor, pero aun así el hecho de dejar sus celulares fuera de la vista, para los expertos se asoció con mejores resultados. 

De acuerdo con el autor principal del estudio, Adrian Ward, las observaciones son claras en cuanto a que puede observarse una tendencia lineal la cual sugiere que en la medida que el smartphone se vuelve más perceptible para los participantes, la capacidad disponible de estos, desde el punto de vista cognitivo, disminuye; es decir, la cantidad de trabajo mental que la mente puede hacer en cualquier momento.

“Es una fuga para el cerebro”, subraya el estudio, pues “aunque la mente consciente no piensa en el celular”, es justo ese proceso de exigirle que no piense en determinada cosa, lo que utiliza algunos de los recursos cognitivos limitados. Es una cuestión que bien deberías tener en cuenta, la próxima vez que planees una cita y pongas el teléfono en la mesa.

Si eres de los que al leer los resultados de la investigación pensaste que no estás en el caso de las personas que hacen eso, o bien que te sucede todo el tiempo, en dependencia de cuan “adicto” seas al teléfono móvil; debes saber que los expertos también averiguaron sobre esa variable.

Al respecto, las personas que participaron también describieron  por primera vez en qué medida sentían que necesitaban sus teléfonos para poder pasar  el día. Luego se les pidió que hicieran las mismas tareas basadas en computadora, para lo cual colocaron sus teléfonos boca arriba en el escritorio, en una bolsa o bolsillo de su ropa o en una habitación distinta. A algunos de ellos se les pidió que apagaran los teléfonos.

No sorprendieron los resultados, eran previsibles, pues aquellos que se consideraban más  dependientes del móvil presentaron  peores resultados que los menos adictos, pero sólo en el caso de los que tenían sus teléfonos cerca, es decir en el escritorio o en un bolsillo o bolsa.      

Ello nos habla de que no fue  una diferencia cognitiva o un  hábito mental lo que afectó las  puntuaciones, sino, nada más y nada menos que la presencia del teléfono. Para los investigadores, lo realmente sorprendente es descubrir que no importaba si el teléfono que se encontraba cercano estaba boca arriba, boca abajo,  encendido o apagado.

El solo hecho de tenerlo a la  vista (fácil de acceder) le adicionó una carga cognitiva al  cerebro, al estilo de algo así como tener que pensar constantemente y decirnos a nosotros mismos: no lo agarres, no lo agarres, no lo vayas a agarrar; elemento que redujo la capacidad de concentración de  los participantes, y llevando sus puntuaciones a un nivel muy bajo.      

Para el investigador principal, no se trata de que los participantes estuviesen distraídos porque recibían  algunas notificaciones en sus teléfonos; sino que la simple presencia de  su teléfono fue un factor suficiente para reducir su capacidad cognitiva.

Para ser más claros: los teléfonos celulares no sólo funcionan como una puerta de entrada a  las maravillosas distracciones. Sino que son la distracción misma, que “agarramos”, aceptando ser desde ese momento zombies con un cerebro ocupado en “otra vida”.