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sábado, 15 de julio de 2017

La condena que revuelve Brasil

Por LauraB

Por primera vez en su historia, Brasil condenó a un expresidente por corrupción. Se trata de Luiz Inácio Lula da Silva, el mandatario que terminó su administración con más de un 80 por ciento de aprobación, algo nunca antes conseguido en el país más grande del Sur latinoamericano. Lula fue condenado a nueve años y medio de cárcel por corrupción y lavado de dinero. A sus 71 años Lula ha visto de todo, y esto tambalea su caudal político, mas difícilmente lo derrumbe. El expresidente (2003-2010) podrá apelar el fallo sin ser tener que pisar la cárcel por su condición de haber liderado los destinos del país.

El juez federal Sérgio Moro determinó que Lula recibió cerca de un millón de dólares en sobornos de la empresa constructora OAS al remodelar un apartamento tríplex en el litoral de São Paulo. Si la condena es aceptada en segunda instancia por el Tribunal Regional Federal de la cuarta región de Brasil, iniciará el cumplimiento de la pena. Moro, quien conduce también las investigaciones del escándalo de corrupción en la empresa Petrobras aseguró que Lula no podrá ejercer ningún tipo de cargo público mientras dure el proceso. Tres de los jueces que tratarán la apelación han mantenido la palabra de Moro en otras sentencias.

La razón de peso, a mi entender, es impedir que el sindicalista se convierta en el precandidato del Partido de los Trabajadores (PT) a las venideras elecciones de 2018, una cuestión que dejó entrever en varios mítines. Otro elemento que sustenta mi teoría es que las decisiones se demoran cerca de un año e incluso más. Los comicios son en octubre del año próximo. El calendario no da la cuenta.

No todo es negro aquí. Sin pecar de ingenuos, Lula puede ver en esto una oportunidad para ubicarse aún más dentro del imaginario popular brasileño y aumentar su presencia e intención de voto. O sea, esta medida puede tener un efecto contrario. Por ello, insisto en el hecho de que su caudal político puede no sufrir ningún tipo de laceración. Al contrario, puede reforzarse.

Claro sí está que en Brasil la corrupción o al menos el fantasma de la misma está en todas partes. Es un pulpo que toca a todos y los  transforma. Si Lula recibió esas coimas o no pasará a un segundo plano cuando empiecen a calentarse los motores electorales.

El mandato de Lula estuvo favorecido por una bonanza económica que permitió ejecutar planes de gran impacto social en Brasil. Con Lula casi 20 millones de brasileños salieron de la pobreza, las regalías por los contratos petroleros del presal se destinaron a sectores que el actual gobierno del interino Michel Temer considera “derroche”: la salud y la educación. La condena de Lula remueve el panorama político en un país que no resolverá su crisis en el largo plazo.