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viernes, 7 de julio de 2017

La criminalidad se apodera de Río de Janeiro

Por LauraB

Río de Janeiro, la mítica ciudad, icono de todo un país. Es célebre por sus playas, su gente, su comida…pero también por sus altos índices de criminalidad. La cifra de los agentes de policía muertos en Río de Janeiro ha aumentado a 85 en lo que va de año. Las dos últimas víctimas son Leandro Nascimento, de 35 años y Olívar Teixeira dos Santos, de 43 años, muerto cuando patrullaba en una favela del municipio de Duque de Caxias. El estado de Río de Janeiro vive una crisis gubernamental que ha provocado el aumento de la ola de violencia y del caos en este lugar.

La crisis financiera que enfrenta Brasil mella en Río de Janeiro. Este, el segundo estado más grande del país después de Sao Paulo, se declaró en quiebra hace un año y como consecuencia no puede pagarle el salario a los policías. Cerca de 70 personas ha muerto en el icónico Río por balas perdidas. En ese estado se registran alrededor de 15 tiroteos por día. Informes citados por medios de prensa reflejan que solo el año pasado 147 agentes de policía fallecieron. Si se le compara con Sao Paulo, que registró 54 muertes, observamos que el fenómeno es cada vez más difícil de controlar.

La cercanía de las favelas, los barrios pobres de la ciudad, y las luchas internas de las bandas criminales por controlar el tráfico de sustancias, armas y secuestros, hacen de Río un lugar muy inseguro.

Los habitantes piden a las autoridades que cesen las operaciones de la Policía Militar contra las bandas criminales. Esto es porque en el fuego cruzado cualquiera puede ser víctima de una bala perdida y al final no se resuelve el problema. Los cariocas dicen que el Batallón 41, responsable de velar por la seguridad en la populosa favela FazendaBotafogo es mucho más mortal que los propios criminales. En los dos primeros meses del año 36 personas murieron durante acciones de policías pertenecientes a ese batallón, en comparación con seis durante ese mismo periodo el año pasado.

Una de las estrategias puestas en marcha para combatir el caos en la Ciudad Maravillosa fue combinar la presencia policial permanente con programas de inclusión social. Las denominadas Unidades de Policía Pacificadora (UPPs) fueron activadas en el 2008 y hasta el momento sus resultados han sido calificados por los propios ciudadanos como “milagrosos”.

Dichas unidades operan por fases. En una primera la policía realiza un operativo sorpresa en el que captura a los delincuentes, tiene de 30 a 60 días para abatir los focos de resistencia y, una vez conseguido el objetivo, instala un destacamento formado por jóvenes. Su primer acto simbólico consiste en izar la bandera brasileña y convertir la casa donde operaba el capo local, en un centro comunitario. La siguiente etapa es implementar obras sociales para ganarse la atención de la gente, pero sin descuidar las investigaciones sobre los traficantes y sus nexos. El objetivo aquí es fomentar un cuerpo de policía más cercano a la comunidad que se dedique a recuperar territorios perdidos. El foco es la conquista o reconquista de espacios urbanos dominados por el crimen organizado en torno al narcotráfico o las milicias compuestas por miembros de las fuerzas policiales y otros órganos públicos.

Aun cuando la nueva estrategia retoma viejos axiomas en cuanto a la toma de las favelas, la clave del éxito parece ser el enfoque comunitario de una estación de Policía que no persigue a los delincuentes, sino que prefiere ganar territorio.

Sin embargo, detrás de las UPPs muchos denunciaron que había montada una estrategia publicitaria que luego del Mundial de Fútbol (2014) y las Olimpiadas (2016) se esfumó consumiendo a Río en el caos de siempre.