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jueves, 13 de julio de 2017

Se avecinan cambios en la política de Trump hacia Irán

Por DesdeCuba

El día en que fue firmado el acuerdo para limitar el programa nuclear iraní, con el consecuente levantamiento de las sanciones impuestas al país persa, fue considerado como un momento histórico. A pesar de las omisiones que reinaron en los medios, el acuerdo demostró que el diálogo constructivo funciona. Sin embargo, la nueva administración en la Casa Blanca, parece que revocará lo hecho por la administración anterior; y aunque sus decisiones nos parezcan descabelladas, la política de Trump sigue respondiendo a los intereses geopolíticos y hegemónicos norteamericanos. Estados Unidos necesita un enemigo en el Golfo Pérsico para justificar su presencia económica y militar en la región. Además, la política que sigue Irán demuestra su incompatibilidad con los intereses estadounidenses.

El 14 de julio de 2015, Irán y Estados Unidos, al frente del Grupo G5+1, llegaron a un histórico acuerdo que limitaba el programa nuclear iraní con el consecuente levantamiento de las sanciones de los segundos hacia el país persa. Por supuesto, por aquellos días la demagogia y las omisiones colmaron a los grandes medios, pues si bien Obama declaró que se frenaba la expansión de armas en el Oriente Próximo, no hizo alusión al programa nuclear de Israel, al que no tienen acceso ni la ONU ni los organismos especializados. Además, tampoco se mencionaron los fines pacíficos para los que estaba destinado el programa nuclear iraní. Pero a pesar de lo no dicho, el presidente iraní destacó que los avances eran un reflejo de que el diálogo constructivo funciona.

Sin embargo, hay una nueva administración en la Casa Blanca, que como todo parece indicar, revocará lo acordado con respecto al programa nuclear iraní. A estas alturas, ya no sorprende la actitud de Trump, al que poco parece importarle el destino de la humanidad.No respeta los avances para revertir el cambio climático, desprecia a los migrantes y quiere construir muros para aislar países. Aunque las decisiones de Trump parezcan descabelladas, son el reflejo de una lógica de poder que ha estado detrás de cada una de las acciones de Estados Unidos desde su surgimiento.

Rex Tillerson, secretario de Estado norteamericano, declaró que el acuerdo con Irán fracasó. Pero, y he aquí lo inexplicable; este mismo personaje, unas semanas antes reconoció que Irán había cumplido a plenitud con el acuerdo suscrito.

De igual forma, la política de Trump sigue respondiendo a los intereses geopolíticos y hegemónicos norteamericanos. Estados Unidos necesita un enemigo en el Golfo Pérsico para justificar su presencia económica y militar en la región. Recordemos que la venta de armas a sus aliados en la zona responde, esencialmente, a la amenaza que puede representar Irán para ellos.

Además, la política que sigue Irán demuestra su incompatibilidad con los intereses estadounidenses. Primero, en la nación persa la producción de gas y petróleo es elevada, y se pretende prescindir del crudo para producir energía eléctrica. En segundo lugar, este país apoya la causa siria en cuanto a la lucha contra los grupos terroristas; y en tercer lugar, siempre ha defendido la causa palestina, lo que se contrapone a los intereses israelíes.

Esta diferencia de intereses le permite a Estados Unidos buscar la justificación para mantener su Complejo Militar Industrial, que es uno de los mecanismos por el cual se mantiene a flote la economía norteamericana.

Estados Unidos persigue fomentar los conflictos y las divisiones en la región. A Qatar, si bien ha incitado al resto de los países a que rompan con él, incluso alegando los peligros del binomio Qatar-Irán, le vende considerables cantidades de armas. Según un análisis del Instituto Internacional de Estudios para la Paz, de Estocolmo, en los últimos años, en Qatar, la importación de armas estadounidenses se ha incrementado en un 245%.