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domingo, 2 de julio de 2017

Un mexicano de 72 años quiere subir al Everest

Por G_nkerbell

El mexicano reconoció que hasta el momento lo más difícil es  preparar su condición física pero también estar en condición técnica, para saber dónde ir pisando en la montaña y que el miedo no lo venza a medida que el ascenso vaya aumentando y las condiciones del clima puedan empeorar. El inmigrante, originario de la comunidad de Valle Hermoso, en el estado mexicano de Tamaulipas, ha corrido en competencias deportivas desde que los 10 años de edad. Emigró a Estados Unidos a los 18 años y desde entonces trabajó arduamente en una planta de fabricación de refrigeradores de la compañía General Electric en la ciudad de Chicago, de la cual se jubiló luego de más de 30 años de trabajo, para radicarse en el Valle Sur de Texas.

Muchas personas quedaron asombradas cuando Ramiro Herrera, un inmigrante mexicano de 72 años, que reside en la comunidad estadounidense de Brownsville, Texas, anunció que planea convertirse el próximo año en el mexicano de mayor edad en escalar el Everest, la elevación  más alta del mundo. Si logra alcanzar su meta, Herrera sería reconocido como la tercera persona más longeva en ascender al Everest, después del octogenario japonés Yuichiro Miura, y del nepalés Min Bahadur Sherchan, que lo hizo con 76 años.

El mes pasado y a modo de calentamiento, Herrera  logró escalar hasta el Campamento Base del Monte Everest, a una altura de 5400 metros, en una caminata de ida y vuelta de casi 150 kilómetros, con lo que superó a gente mucho más joven que intentó alcanzar ese punto y le fue imposible por la agotadora experiencia. Luego de este ya impresionante hecho, el mexicano llegó a declarar que se sintió muy bien y no tuvo ningún problema en el trayecto pues no tuvo ningún problema para adaptarse a la altura, la disminución de los niveles de oxígeno y el frío que hacen desistir a muchos de los que se aventuran.

Herrera dijo estar ahora mucho más motivado para subir al Everest, un deseo que tiene desde el año pasado, al observar por televisión una entrevista al alpinista guatemalteco Jaime Viñals, que fue noticia por convertirse en el primer centroamericano en escalar esa montaña. Desde ese momento el anciano comenzó a entrenarse viendo materiales sobre la montaña e incluso le escribió a su inspirados Viñals quien le respondió que para lograrlo debía empeñar la vida en ello.

El mexicano reconoció que hasta el momento lo más difícil es  preparar su condición física pero también estar en condición técnica, para saber dónde ir pisando en la montaña y que el miedo no lo venza a medida que el ascenso vaya aumentando y las condiciones del clima puedan empeorar. El inmigrante, originario de la comunidad de Valle Hermoso, en el estado mexicano de Tamaulipas, ha corrido en competencias deportivas desde que los 10 años de edad. Emigró a Estados Unidos a los 18 años y desde entonces trabajó arduamente en una planta de fabricación de refrigeradores de la compañía General Electric en la ciudad de Chicago, de la cual se jubiló luego de más de 30 años de trabajo, para radicarse en el Valle Sur de Texas.

Chicago volvió a despertar sus ganas de correr pues nuevamente comenzó a participar en maratones y hasta la fecha ha participado en alrededor de  56 maratones en diversas ciudades de Estados Unidos, como Boston y Las Vegas. También es participante asiduo del maratón anual de Chicago desde hace 32 años, llegando incluso en los primeros lugares de su categoría. Desde que era muy joven confiesa que tiene la disciplina de levantarse cada día de madrugada para correr de 8 a 10 millas, como parte de su rutina y en preparación a los continuos maratones en los que participa. Desde que se decidió a emprender el ascenso del Everest se encuentra a la búsqueda de patrocinadores pues debe obtener un apoyo de varias compañías que patrocinen el costo de entre 60 mil y 150 mil dólares que conlleva el intento de ascender a la cima.

Tan sólo el permiso oficial que otorga el gobierno de Nepal para permitir el ascenso a la montaña cuesta unos  11 mil dólares, mientras que el resto del dinero debe ser destinado al pago de compañías especializadas que contratan al personal y el equipo necesario para una aventura que se realiza en aproximadamente tres meses. Su familia: esposa, hijos y nietos confiesan no estar de acuerdo con el sueño de Ramiro aunque están dispuestos a apoyarlo pensando siempre en su felicidad.