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lunes, 28 de agosto de 2017

El intruso mas pequeño de la cama

Por Janet Rios

Cuando a mitad de la noche las mamás se levantan para llevar hasta su cuarto al pequeño que duerme calentito a su lado, muchas se preguntan si no será mejor dormir todos juntos. El colecho es magnífico, tiene varios beneficios, pero es una decisión que los padres deben tomar. El médico Gonzalo Pin, especialista en sueño infantil, indica que la clave para los papás es actuar según lo que consideren correcto. En muchas sociedades orientales, los niños duermen con sus padres y muchas familias occidentales también han adoptado esta postura.  Permitir, por los motivos que sean, que los hijos duerman con los padres no representa problema; en cierto modo, ellos lo han admitido.

Por otro lado, a los ojos de un niño, la cama de sus padres es inmensa y muy distinta a la suya, tiene atractivos difíciles de resistir: allí duerme su querida mamá, también es ahí donde duerme papá, el niño percibe que esa cama tan enorme es un espacio ajeno que pertenece a esa parte de la relación entre sus padres que lo excluye a él; aceptar y respetar esto es para muchos pequeños una tarea complicada. Sin embargo, cuando los padres deciden que esta no es su opción, tienen que conseguir que se duerma tranquilo en su cama; objetivo un tanto complejo por todas las bondades que el pequeño ve en la cama de mamá y papá.

Andar a dormir es una separación, por tanto, el ritual del sueño es una despedida hasta la mañana siguiente. La actividad nocturna es una continuación de la diurna. Para poder dormir solito el niño debe estar preparado y, para hacerlo, tenemos todas las horas del día.

Si cuando está despierto le permitimos jugar solito a ratos en su cuarto mientras estamos en otra parte de la casa, si podemos brindarle seguridad sin estar pegados a él, también se sentirá seguro durmiendo en su cama mientras los padres disfrutan de la suya y no dependerá de ellos para descansar tranquilo.

Debemos procurar que su cuarto le resulte acogedor y confortable, el lugar de la casa donde están sus pertenencias, el sitio donde pasa buenos momentos solo y con nosotros. Todo eso lo ayudará a dormir mejor. Nunca lo engañes. Solemos decir a los niños que estaremos ahí con él toda la noche pero cuando despierta no nos ve. Él sabe que te vas.

Debemos ofrecerle objetos que vayan a permanecer con él toda la noche, que pueda manejar y le resulten familiares, como alguno de sus peluches. Durante el día podemos preguntar al niño cómo durmió el muñeco, si se portó bien, etc. Es asombroso lo mucho que ayudan estos dobles infantiles: los niños nos cuentan de los muñecos todo lo que no se atreven a contarnos sobre ellos.

Sea cual sea el motivo, podemos dormir todos juntos y el niño lo puede entender como lo que es, una excepción a la norma. Aquí van algunos ejemplos: Dos hermanitos, de dos y cuatro años, cuando tienen pesadillas, se pasan a la cama del otro y siguen durmiendo. Esta situación muestra a dos niños que pueden recuperar la seguridad sin recurrir a los padres. Un hermano, en este caso, es lo más parecido a un peluche. En realidad, el niño se tranquiliza solo, ni el hermanito que duerme ni el muñeco hacen nada. Es el espacio familiar y la situación conocida lo que permite que el pequeño vuelva a dormirse tranquilo.