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lunes, 28 de agosto de 2017

En el Prat nadie sigue contento

Por LisyFa

Los paros de los empleados de Eulen, en el aeropuerto barcelonés El Prat, que habían quedado en suspenso tras los atentados terroristas de la Rambla y Cambrils, serán retomados a partir del próximo 8 de septiembre, anunciaron este domingo los trabajadores, tras una asamblea. El motivo, denunciaron los vigilantes, es volver a la huelga, esta vez además en protesta por las “represalias”, que ha tomado la empresa contra cuatro de los trabajadores que incumplieron la directriz de mantener los servicios mínimos del 90%. El sí a los paros fue el resultado de la votación de los 115 trabajadores asistentes a la reunión, de los 350 que conforman la plantilla de Eulen, y el veredicto fue que la huelga se produciría todos los viernes en dos franjas horarias de esa jornada.

De esa forma, el segundo aeropuerto de España más grande en cuanto a número de pasajeros, entrará en paro desde las  10.30 a 11.30 y de 18.30 a 19.30 horas, según el acuerdo adoptado ayer por unanimidad en la asamblea celebrada en El Prat.

No obstante,  Juan Carlos Giménez, el asesor externo del comité de huelga,  advirtió de que la duración y frecuencia de las huelgas podrían ampliarse si la multinacional Eulen no retira las sanciones impuestas a los cuatro trabajadores, lo cual viene a seguir atizando el conflicto sostenido que desde el pasado 24 de julio, los vigilantes y Eulen mantienen a propósito de las condiciones laborales que exigen los trabajadores a la empresa.

Desde esa día a la fecha, la comunidad española e internacional ha visto evolucionar lo que comenzaría como una amenaza en jornadas de paros parciales (cinco en total)— y las cuales fueron la causa fundamental de grandes aglomeraciones y colas en las dos terminales del aeropuerto—,  y se convertiría luego en el anuncio de una huelga indefinida a partir del 14 de agosto —en pleno puente—  que condujo al Gobierno a tomar decisiones drásticas ante la situación.

En la secuencia no faltó la movilización de  agentes de la Guardia Civil para agilizar los filtros de seguridad  e intentar evitar las colas, que llegaron a ser de más de hora y media, y el gobierno terminó impulsando un  arbitraje de obligado cumplimiento. Sin embargo, la “historia” del El Prat aún no acaba.

Habría que ver si realmente, en el caso de que Eulen retirase los castigos a los cuatro trabajadores, y que les impuso  con el argumento de que incumplieron los servicios mínimos durante los paros parciales, llegaría a su fin la segunda tanda de paros. Si ello sucede, anunciaron los trabajadores, anularían la huelga, cuya convocatoria prevén presentar además este lunes ante el Departamento de Trabajo de la Generalitat.

Y la confusión comienza entonces nuevamente, cuando apenas restan cuatro días para que el árbitro designado por el Estado para “resolver” las diferencias entre las partes implicadas, Marcos Peña, dicte el laudo obligatorio sobre el conflicto laboral que fue el detonante de la primera ronda de paros; y que consiste esencialmente en los reclamos por parte de los trabajadores, de una mejora de sus condiciones laborales, especialmente en cuanto a salarios.

Aunque la Generalitat ejerció como mediadora y Eulen ofreció un aumento salarial de 200 euros brutos en 12 pagas para “saldar” el conflicto, esta medida, resultó insuficiente para convencer a los empleados que en dos ocasiones continuas dijeron No a la propuesta; la última de ellas, el pasado día 13 de agosto, cuando reafirmaron además su intención de convocar una huelga general.

Con la anterior empresa adjudicataria del servicio (Prosegur), los vigilantes dicen que gozaban de mejores condiciones, por lo cual aquella votación fue respaldada, sobre todo, por los vigilantes veteranos. En ningún punto, recalcaron, la propuesta de la mediación suponía para ellos una mejora, pues Eulen— empresa a la cual Aena  adjudicó el servicio de los filtros de seguridad en El Prat a Eulen en junio del año pasado—en el acuerdo suprimía, al mismo tiempo, dos plueses que cobraban cuando trabajaban para Prosegur.

Lo cierto es que la inconformidad y los ánimos caldeados siguen dentro de EL Prat, y aunque parece que todo marchará como se espera, ya los vigilantes han dado cuenta de modo claro que no se contentan fácilmente.