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viernes, 22 de septiembre de 2017

El aceite de palma, en la mirilla pública

Por Marta A.

Cada cierto tiempo, especialistas y medios de comunicación comienzan a hacerle la guerra a algún componente alimentario. Azúcar, gluten, lácteos, glutamato monosódico, son algunos de los que han pasado por la mirilla pública. Y, desde hace algún tiempo, le corresponde al turno al aceite de palma, un producto que podemos encontrar en cereales, galleteas, helados, chocolate, y en la muy popular Nutella. Lo cierto es que el aceite de palma está por todas partes. Pero un número cada vez más creciente de nutricionistas y científicos alertan sobre sus efectos nocivos para el organismo.

Hasta hace relativamente poco tiempo se trataba de una sustancia bien vista. Se obtiene a partir de una palma específica, la africana Elaeis guineensis, que se cultivan principalmente en Malasia e Indonesia principalmente. Al comienzo tuvo buena reputación, pues este aceite contiene grandes cantidades de las vitaminas A y E, lo cual lo convierte en un poderoso antioxidante.

No obstante, los argumentos contrarios a su utilización desmedida se basa en el hecho de que otro de sus principales componentes es el ácido palmítico, un ácido graso que no se considera saludable, aunque no tiene grasas trans y sus niveles de saturación son menores que los de la mantequilla. Pero de acuerdo con los expertos, el aceite de oliva sigue siendo una mejor opción, puesto que las características del aceite de palma lo convierten en un excelente candidato para provocar un aumento del colesterol. El problema es que es más costoso producir el aceite de oliva que el aceite de palma, y eso podría explicar por qué muchos productores se han decidido por este último.

Además de todo eso, el año pasado, expertos del Instituto de Investigación Biomédica de Barcelona, encontraron relación entre una dieta rica en aceite de palma y el cáncer. Pruebas iniciales con ratones con cáncer demostraron que ese ingrediente provocaba que la frecuencia de las metástasis pasa de un 50% al 100%.

Por si todo eso fuera poco, los ecologistas también le han declarado la guerra. Su cultivo masivo, casi exclusivamente en dos países, está causando deforestación, pérdida de la diversidad biológica y un aumento de los gases contaminantes. La Unión Europea incluso se ha planteado la posibilidad de dejar de usarlo como biocombustible antes de 2020.

Los más críticos aseguran que la industria de ese producto está vinculada al cambio climático, la crueldad animal y los abusos de los derechos indígenas en los países donde se produce, ya que la tierra y los bosques deben ser despejados para el desarrollo de las plantaciones de palma aceitera. Según el Fondo Mundial para la Vida Silvestre, un área equivalente a 300 campos de fútbol de selva tropical se despeja cada hora para dar paso a la producción de aceite de palma. Esta deforestación a gran escala está empujando a muchas especies a la extinción, y los resultados demuestran que si nada cambia las especies como el orangután podrían extinguirse en el salvaje en los próximos 5-10 años, y los tigres de Sumatra menos de 3 años.

En total, se producen anualmente decenas de millones de toneladas de aceite de palma, lo que representa más del 30% de la producción mundial de aceite vegetal. Este único aceite vegetal se encuentra en aproximadamente 40-50% de productos para el hogar en muchos países desarrollados como Australia.

Las palmas de donde se extrae son originarias de África Occidental, pero fueron llevadas a Asia Sudoriental a principios del siglo XX. En aquel momento, 250 000 toneladas de aceite de palma se exportaban anualmente. Esta cifra ha aumentado actualmente a más de 60 000 000 de toneladas.