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lunes, 11 de septiembre de 2017

El asedio de Irma a Cuba

Por Aliet Arzola

Todavía el domingo en la mañana se podían sentir ráfagas de vientos fuertes en La Habana tras el paso del huracán Irma, que si bien no se acercó tanto a la capital cubana, dejó estragos significativos a causa de las inundaciones costeras, con olas de hasta ocho metros en el litoral, sobre todo en la zona baja al oeste de la ciudad y en el Malecón. Pero más allá del impacto de Irma en la capital, es válido precisar que la enorme tormenta afectó directa o indirectamente a todo el país, tanto por sus vientos, lluvias o penetraciones del mar, sin obviar los estragos en la infraestructura eléctrica, dañada a tal punto que más del 80% de la nación permanecía apagada al amanecer este domingo.

La odisea comenzó desde el pasado jueves, cuando Irma dejó lluvias intensas y marejadas peligrosas en la parte nororiental del país, afectada por el ciclón Matthew hace poco menos de un año. Las localidades costeras de Baracoa, Gibara, Banes y Puerto Padre sufrieron tristes consecuencias del fenómeno categoría cinco, la más alta en la escala Saffir-Simpson, a pesar de cruzar paralelo al litoral este de Cuba, sin tocar tierra. Para ese momento, ya Irma había arrasado en las Antillas menores, sobre todo en las pequeñas islas de Barbuda y Saint Martin, completamente destruidas. También Puerto Rico, República Dominicana y Haiti sintieron la furia del organismo ciclónico, que en Cuba se encontró tierra por primera vez en territorio camagüeyano, específicamente en Cayo Romano.

Dicha localidad, un territorio prácticamente virgen con playas sin explotar y solo un puesto de guardacostas como construcción sólida, Irma hizo contacto con la nación cubana, y después continuó por la cayería norte del centro del país, impactando en los polos turísticos de Cayo Coco, Cayo Guillermo y Cayo Santa María, los cuales reciben cientos de miles de turistas anualmente. En ese entorno natural paradisiaco, la tormenta destrozó hoteles y playas, afectó la circulación desde la isla grande al quebrar uno de los puentes del pedraplén, y también tuvo un importante impacto ambiental, pues aniquiló ejemplares de varias especies típicas de la zona.

Durante las primeras jornadas de afectaciones, los modelos de pronósticos de distintos institutos de meteorología, presagiaron una recurva al norte del inmenso sistema de bajas presiones, pero las condiciones en la atmósfera superior finalmente lo mantuvieron sobre territorio cubano durante más de 48 horas y, en total, fueron cuatro días de castigo permanente. Las provincias de Camagüey, Ciego de Ávila, Sancti Spíritus, Villa Clara y Matanzas, cuya área representa más de 60% del país, resultaron las más afectadas por vientos huracanados que superaron los 200 kilómetros por hora, además de las lluvias, que provocaron crecidas de ríos y aumento de los niveles en los embalses más grandes de la nación, ubicados en el centro del territorio.

Finalmente, las últimas provincias que sintieron la ira de la naturaleza fueron Matanzas, golpeada sobre todo en su porción norte, que incluye el famoso balneario de Varadero, así como Mayabeque, Artemisa y La Habana, esta última afectada sobre todo por las penetraciones del mar. En el Malecón, emblema de la capital cubana, el agua se adentró hasta sitios nunca antes vistos y los vientos han hecho mucho daño en varias de las principales arterías, con un sinfín de árboles y tendidos eléctricos en el suelo. A raíz de esta situación, más de un millón de personas han sido evacuadas a lo largo y ancho de la nación, y otros cientos han sido rescatadas en zonas de difícil acceso por cuerpos de bomberos y brigadas especializadas.

A partir de este domingo, cuando ya Irma se aleje del territorio cubano, comenzarán las labores de recuperación, enfocados primeramente en recobrar los servicios eléctricos. En Cuba muchos mantendrán también especial atención a los efectos de la tormenta en la Florida, donde viven miles de familiares y amigos de residentes en la isla. El territorio sueño de los Estados Unidos sufrirá embates serios de Irma, que ha llegado a la península con vientos de más de 200 kilómetros y un área de impacto de casi 600 kilómetros.