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martes, 5 de septiembre de 2017

El cerebro de los peces se llena de antidepresivos

Por Elizabeth Almeida

Un equipo de científicos del Colegio de Artes y Ciencias de la Universidad estadounidense de Búfalo ha descubierto la existencia de antidepresivos humanos que se están acumulando en los cerebros de diversas especies de peces comunes en la conocida región de los Grandes Lagos. De manera concreta, los investigadores llegaron a detectar altas concentraciones de esos fármacos y sus restos metabolizados en el tejido cerebral de alrededor de 10 especies de peces que se encuentran en el río Niágara, un conducto primordial que conecta dos de los Grandes Lagos de América, el Erie y el Ontario, a través de las famosas y muy visitadas cataratas del Niágara.

El hallazgo de los fármacos antidepresivos en la vida acuática de este río plantea graves preocupaciones ambientales, según afirma una de las investigadoras involucradas en el macabro hallazgo. Los ingredientes activos de cientos de medicamentos antidepresivos son liberados desde las plantas de tratamiento de aguas residuales y se acumulan en el cerebro de los peces constituyendo así una seria amenaza para la biodiversidad de ese territorio. Según documentos los científicos estos fármacos inciden de manera directa en el comportamiento de los peces e incluso llegan a afectar su actividad alimentaria y los propios instintos de supervivencia del animal. Esta situación pone a cientos de individuos de estas especies en serio peligro, no solo para su propia existencia, sino también para mantener la especie en la zona en que habitan.

Al estar bajo los efectos de estas drogas los peces no detectan la presencia de depredadores a causa del efecto de los antidepresivos por lo que pueden llegar a interrumpir el delicado equilibrio entre las especies que ayuda a mantener el ecosistema estable. A pesar de que los niveles de antidepresivos que se encontraron presentes en los peces analizados no representan un peligro directo para los seres humanos que comen pescado, no puede omitirse el riesgo que estas drogas suponen para la biodiversidad.

Según destacaron los científicos, hay que hacer sonar la alarma sobre este delicado tema pues apenas podemos lograr comprender cuáles podrían ser las devastadoras consecuencias. El porcentaje de personas en los Estados Unidos que toma antidepresivos ha aumentado hasta un 65% entre los períodos de 1999-2002 y 2011-14, según datos del Centro Nacional de Estadísticas de Salud de esa nación. Las instalaciones de tratamiento de aguas residuales no han sido capaces de seguir el ritmo de ese crecimiento, por lo que son liberados al medio ambiente. Los investigadores encontraron gran variedad de productos químicos farmacéuticos y de cuidado personal en los órganos y músculos de especies como el pez bizco o leucoma, rudd, la perca blanca, la perca amarilla, el amia calva y la trucha arcoíris.

De entre todas las especies analizadas, los antidepresivos representaron el problema más importante ya que esos fármacos fueron hallados en el cerebro de todos los especies individuos. En algunos peces se encontraron alrededor de 400 nanogramos de norsertralina, ingrediente activo del Zoloft, por gramo de tejido cerebral y además también descubrieron citalopram, y norfluoxetina componente activo del Prozac y del Sarafem.

Más de la mitad de las muestras analizadas de cerebro de peces tenían niveles de sertralina de 100 nanogramos por gramo e incluso más. La evidencia de que los antidepresivos pueden cambiar el comportamiento de los peces proviene de estudios de laboratorio que exponen a los animales a mayores concentraciones de drogas que las que se encuentran en su hábitat natural, pero los hallazgos del nuevo estudio siguen siendo alarmantes ya que los antidepresivos que el equipo detectó en los cerebros de los peces se habían acumulado con el paso del tiempo, llegando a menudo a concentraciones que eran hasta 20 veces más altas que los niveles en el río.