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viernes, 29 de septiembre de 2017

El mundo contra el derroche alimentario

Por G_nkerbell

La mayoría de las acciones anti desperdicio de alimentos han llegado de manos de Selina Juul, una activista rusa-danesa que en el año 2008 creo una organización, Stop Wasting Food (Detengamos el derroche de comida), a través de la cual empezó a hacer campañas en contra del desperdicio alimentario que llevaba a cabo Dinamarca en esa etapa. Su principal objetivo al inicio fueron los supermercados, pues es allí donde los consumidores adquieren toda esa cantidad de comida que posteriormente desperdiciarán. Pero junto al cambio en los supermercados también fue necesario transformar el comportamiento de los consumidores, por lo que que una de las ideas que propuso la activista fue dejar de hacer el típico descuento de 3×2, usual en Europa, para hacer descuentos en base a la unidad.

Hay numerosas cuestiones que preocupan a la sociedad actual o al menos a esa parte que aún toma en cuenta los males que afectan a otros y que si no se toman acciones rápidas, se cobrarán cada vez más vidas. La hambruna, por ejemplo, es uno de esos padecimientos actuales que se lleva a miles de personas a diario, la mayoría niños, sobre todo de países pobres. A pesar de las miles de campañas que se llevan a cabo desde Naciones Unidas para acabar con este problema que se extiende a numerosos lugares del planeta, los esfuerzos aún no son suficientes y millones de personas padecen día a día la crudeza del hambre.

Y en este mundo acosado por este tipo de problemas, la sociedad de consumo desperdicia alrededor de mil 300 millones de toneladas de alimentos a diario. Además, el total de agua utilizada para producir estos alimentos que se tiran a la basura es de 250km3, que equivale a alrededor de 3 veces el volumen del lago de Ginebra.

Estos datos puestos a nivel español constituyen 7,7 millones de toneladas de alimentos derrochados y del desperdicio total, un 42 por ciento se produce en los hogares, un 39 por ciento en la fase de fabricación, un 14 por ciento en la restauración y un 5 por ciento en a la distribución. Por tanto, el principal problema de la comida desperdiciada se da en los mismos hogares y en cómo el consumidor se comporta a la hora de comprar y de elegir lo que verdaderamente necesita.

Debido a la amplia difusión de estos datos y de las campañas contra la hambruna y el daño ambiental, muchos países se han sumado a intentar rebajar las cifras de desperdicio de alimentos, pues hay personas necesitadas de ello. Como ejemplo de lucha y concienciación está Dinamarca, nación que ha logrado en solo 5 años reducir un 25 por ciento de su gran desperdicio alimentario, a través de medidas activas en las que la población ha tomado parte.

La mayoría de las acciones anti desperdicio de alimentos han llegado de manos de Selina Juul, una activista rusa-danesa que en el año 2008 creo una organización, Stop Wasting Food (Detengamos el derroche de comida), a través de la cual empezó a hacer campañas en contra del desperdicio alimentario que llevaba a cabo Dinamarca en esa etapa.

Su principal objetivo al inicio fueron los supermercados, pues es allí donde los consumidores adquieren toda esa cantidad de comida que posteriormente desperdiciarán. Pero junto al cambio en los supermercados también fue necesario transformar el comportamiento de los consumidores, por lo que que una de las ideas que propuso la activista fue dejar de hacer el típico descuento de 3×2, usual en Europa, para hacer descuentos en base a la unidad. Su planteamiento llevaba esta interrogante: ¿para qué comprar 3 si solamente necesitamos 1?

Un supermercado muy famoso en Dinamarca, el Rema 1000, fue uno de los primeros en adoptar la idea y de la activista, lo que permitió a su vez que otros se sumaran a la iniciativa. El resultado de aplicar descuentos en la unidad hizo que, cuando concluyó el día, casi no quedarán frutas ni verduras en los supermercados.

Otro de los objetivos de Selina Juul fue cambiar la percepción de los productos que están cerca de su fecha de caducidad y en lugar de dejarlos apartados y que nadie los comprara, propuso bajarles el precio para que las personas los compraran para consumir ese mismo día. Esta práctica se hizo relevante y hoy la llevan a cabo casi todos los supermercados del país, que normalmente diferencian esos productos con neveras y con una pegatina amarilla.

Estas acciones y muchas otras han conseguido crear conciencia y hacer que Dinamarca poco a poco comprometa a otros países del mundo a seguir su ejemplo y disminuya el derroche de alimentos en el mundo.