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lunes, 25 de septiembre de 2017

Harvey e Irma serán devastadores para la economía de EE.UU.

Por Juan

Tras arrasar el estado de Texas, el huracán Harvey, uno de los más grandes y devastadores en la historia de Estados Unidos, devastó el área de Corpus Christi-Houston-Galveston generando una destrucción catastrófica, pérdidas humanas e inundaciones sin precedentes. Al llegar a tierra, los vientos superaban los 210 km/h, lo que lo convierte en un huracán de categoría 4, siendo el décimo octavo huracán más fuerte en tierra en los EE.UU. desde 1851 y el noveno más devastador en Texas. Sin embargo, es probable que Harvey sea recordado por ser el ciclón tropical más húmedo de la historia de Estados Unidos, que ha dejado más de 128 billones de litros de agua a lo largo de la costa de Texas y más de un metro y medio de agua en áreas aisladas. La inundación fue tan grande que los datos GPS indican que la corteza terrestre se redujo dos centímetros.

 

A medida que la zona empiece a recuperarse en las próximas semanas, meses y años, aumentará el temor acerca de la repercusión que el huracán Harvey tendrá sobre la economía regional y nacional. Las tormentas de esta magnitud pueden resultar devastadoras para las economías locales, lo que se traduce en importantes daños económicos y físicos. Así ocurrió con el huracán Katrina (2005) y la supertormenta Sandy (2012), que dejaron pérdidas materiales por valor de aproximadamente 160 mil millones y 70 mil millones de dólares respectivamente. Según las estimaciones del Banco BBVA, el coste económico de Harvey podría alcanzar los 111 mil millones de dólares. Asimismo, su análisis sugiere que en 2017 y 2018, el crecimiento del PIB real de Texas será de alrededor del 2,7% en lugar del 4,3% y del 4,1% en lugar del 3,8%, respectivamente.

Por su parte, el huracán Irma, tras provocar grandes daños en el Caribe, tocó tierra en el extremo sur de los Cayos de Florida como una tormenta de categoría 4 con vientos de más de 200 km/h. La tormenta volvió a tocar tierra unas horas más tarde cerca de Marco Island y al sur de Naples en la costa oeste de Florida. Irma siguió lentamente su curso hacia el norte provocando mareas tormentosas, fuertes lluvias e inundaciones. Algunas de las zonas urbanas más grandes, incluidas Miami, Tampa y Jacksonville se vieron afectadas. Más de la mitad de sus residentes se quedaron sin suministro eléctrico y, a pesar de los intensos esfuerzos, el 17 de septiembre, el 8% de los clientes seguían sin electricidad. Según las estimaciones del Banco BBVA, el coste económico de Irma podría alcanzar los 52 mil millones de dólares en Florida. Como resultado, se han revisado la previsión de crecimiento del PIB real de Florida al 2,5% y al 3,4% en 2018, frente a una previsión anterior del 3,6% y el 3,3%, respectivamente.

Además de los efectos regionales, la economía estadounidense también se vería afectada. A corto plazo, se puede esperar volatilidad en los indicadores del mercado laboral nacional y regional, repercusiones en el consumo procedentes de las pérdidas de ingresos y una subida del precio del combustible, volatilidad en el comercio exterior debido a los daños provocados en la infraestructura del transporte y un repunte en los inventarios comerciales de petroleo crudo (excluidas reservas estratégicas).

La interrupción de la actividad de refino podría tener un impacto significativo en los precios de la gasolina. Según la EIA, la capacidad de refino de Estados Unidos descendió desde casi el 97% el 25 de agosto al 78% el 8 de septiembre. Como resultado, entre el 21 de agosto y el 11 de septiembre, los precios de la gasolina al por menor aumentaron 32 céntimos (13,2%). No obstante, a medida que las refinerías normalizan la actividad, se espera que los precios de la gasolina se moderen y por tanto limiten los efectos netos en el consumo privado y en el PIB. Por ejemplo, después del huracán Katrina en 2005 y del huracán Ike en 2008, los precios de la gasolina aumentaron un 17% y un 5%, respectivamente. Sin embargo, los precios bajaron y pronto regresaron a los niveles previos a la tormenta. Además, la reducción de la intensidad energética en las últimas décadas ha reducido la respuesta de la actividad económica frente a los cambios en los precios de la gasolina.

Existe la posibilidad de que las condiciones económicas netas se mantengan prácticamente sin cambios, al igual que sucede con los efectos regionales, dado que el esfuerzo de recuperación será masivo. Así, el impacto económico neto a nivel nacional será reducido, por lo que se mantiene nuestro pronóstico base para el crecimiento del PIB en 2017 en el 2,1%. Dicho esto, los analistas han disminuido sus estimaciones del 3T17 del 2,6% al 2,4%, aunque se prevé que los ingresos del 4T17 deberían contrarrestar cualquier debilidad que se produzca en el tercer trimestre. Del mismo modo, no se espera que el encarecimiento de la gasolina o los factores adversos para la economía a corto plazo lleven a la Fed a abandonar su actual tendencia de normalización de la política monetaria. No obstante, si las condiciones del mercado laboral se deterioran, la Fed podría retrasar nuevas subidas de los tipos. Del mismo modo, si hay un aumento persistente de la inflación, la Fed podría adoptar una postura algo más restrictiva. Por último, si los efectos macroeconómicos de estas tormentas se consideran transitorios es improbable que se desvíe de su rumbo actual. De hecho, en 2005, el FOMC decidió mantener la política monetaria en la misma dirección incluso tras reconocer los efectos negativos del huracán Katrina.

Finalmente, estas tormentas destacan la necesidad de debatir abiertamente los riesgos y retos de los desastres naturales y crear soluciones que sean económica y políticamente aceptables. El crecimiento de la población, el exceso de desarrollo urbanístico y la destrucción de los hábitats naturales, aumentan la probabilidad y los costes de las catástrofes. Además, las políticas públicas que subvencionan una asunción excesiva de riesgos y distorsionan los precios pueden tener un impacto significativo en el lugaren el que las personas deciden vivir y en cómo perciben el papel del gobierno. Finalmente, la magnitud de Harvey, Irma y otras tormentas recientes destacan los efectos del aumento de la temperatura del mar, los graves riesgos que plantea el cambio climático y la urgencia de actuar en todos los niveles de la sociedad para minimizar los efectos de las cada vez más numerosas supertormentas.