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viernes, 22 de septiembre de 2017

Historias del béisbol revolucionario en Cuba: los años 60

Por Aliet Arzola

El béisbol en Cuba ha sido una pasión desde el siglo XIX, cuando en el lejano 1864 fue introducido en la isla por Nemesio Guilló, quien trajó un bate y una pelota desde el Spring Hill College de Mobile, Alabama. Desde entonces, con las enseñanzas de Esteban Bellán, pionero en el conocimiento de los fundamentos del deporte por sus estudios en el Saint Johns College de Fordham, Nueva York, la pelota en Cuba solo creció y creció, con una fructífera etapa profesional hasta 1961, que culminó al abolir el profesionalismo la naciente revolución liderada por Fidel Castro. 

Justamente, el célebre presidente cubano por más de medio siglo instauró las Series Nacionales, a las cuales se unieron solo algunos de los profesionales y un sinfín de peloteros amateurs que mantuvieron viva la llama beisbolera en la nación. Sobre esos hombres que marcaron la historia de la pelota en la isla hablaremos a continuación, comenzando por la década del 60, recordada por los triunfos del equipo capitalino Industriales y varios récords que duraron años.

1962: Erwin Walters pasó a la historia como el primer ganador del premio a Jugador Más Valioso en la Serie Nacional. El patrullero matancero fue puntero de los bateadores con average de 367, crucial en el título de Occidentales. Esa novena contó también con los lideratos de Urbano González (anotadas-19; hits-40), Tomas Soto (dobles-10; impulsadas-19), Antonio “Chucho” Rubio (efectividad-1.39), Manuel E. Hernández (victorias-6) y Rolando Pastor (lechadas-3).

1963: Aunque Industriales ganó y Azucareros terminó último en la tabla, el lanzador Modesto Verdura, as del conjunto central, acaparó los focos individuales. Con movimientos elegantes, velocidad y presencia en la lomita, el espirituano lideró el torneo en victorias (7), efectividad (1.58), ponches (55), entradas (79.2), juegos completos (6) y promedio de ganados (875). Su aporte fue tal que se llevó el MVP y representó a Cuba en los Panamericanos de Sao Paulo, donde venció dos veces a Estados Unidos.

1964: Tras haber ganado la corona el año anterior con Industriales, Pedro Chávez pasó a vestir la franela de Occidentales, con quienes logró el título de bateo y comandó los departamentos de triples e impulsadas. Sin embargo, su novena no aguantó el pulso contra los Azules y culminó segundo. Años después Chávez regresó con la nave capitalina y volvió a llevarse el cetro de monarca nacional, tanto de jugador como de manager.

1965: El estelar camarero Urbano González, quizás el bateador con más tacto de la pelota cubana, se convirtió en el único jugador con coronas en cada de las primeras cuatro Series Nacionales. El zurdo de Catalina fue una regadera con 56 inatrapables y promedio de 359, apartados que comandó. Tres años más tarde Urbano realizó una hazaña sin precedentes: desde el 24 de marzo de 1968 hasta el 8 de febrero de 1969 permaneció 50 partidos, 190 veces al bate y 2017 comparecencias sin poncharse.

1966: En un lapso de nueve días, el serpentinero Aquino Abreu propinó dos no hit no run al hilo (los primeros en Series Nacionales) vistiendo la franela de Centrales, hecho que nadie más ha logrado en nuestros clásicos beisboleros. Su cadena comenzó en el Sandino villaclareño el 16 de enero de 1966, cuando liquidó a Occidentales (10-0); después, el 25 de enero, Industriales cayó rendido 4-0. Abreu igualó la hazaña del norteño Johnny Vander Meer, tirador de los Rojos de Cincinnati, quien también propinó dos no hitters consecutivos en las Ligas Mayores de Estados Unidos, el 11 y 15 de junio de 1938.

1967: En una porfía que se extendió hasta el final de la contienda, Orientales consiguió cortar la racha de Industriales, campeones cuatro años consecutivos. Los del este contaron con el poderío de Elpidio Mancebo y Fermín Laffita, la producción de Don Miguel Cuevas, líder empujador (38), y la combinación estelar alrededor del segundo saco de Andrés Pilotaje Telemaco, un maestro del pivoteo, y Agustín Arias, imponente con su brazo. Además, desde la lomita Roberto Valdés impresionó con sus cinco blanqueadas, mientras Manuel Alarcón ponía el sello distintivo con su garra y brazo de hierro al completar 11 duelos.

1968: Esta fue la primera Serie Nacional con más de 90 partidos, por lo que dejó récords para la historia. Las 52 bases robadas de Juan Díaz, los 87 boletos de Elpidio Mancebo, los 86 remolques de Miguel Cuevas o las ocho blanqueadas de Carlos Gálvez y “Changa” Mederos permanecieron como marcas intocables hasta la década del 90 y los inicios del presente siglo, cuando fueron o igualadas o superadas. Además, esta fue la temporada con más juegos de no hit no run, seis en total, obras de Leopoldo Valdés (Habana), Jesús Pérez (Industriales), José Antonio Huelga (Azucareros), Orlando Figueredo (Oriente), Florentino Alfonso (Camagüey) y Raúl Álvarez (Pinar del Río). Pero si algo llama la atención de esta contienda son los tres jonrones en un mismo juego del industrialista Raúl Reyes, dos de ellos con la casa llena.

1969: Después que Manuel Alarcón alcanzara por primera vez en la historia de las Series Nacionales la cifra de los 200 ponches, el capitalino Santiago “Changa” Mederos elevó la cota hasta 208. Esa era la marca más alta en nuestro béisbol desde los 206 que consiguiera en la Liga Profesional el zurdo Wilmer “Vinegar Bend” Mizell en 1956, con los Leones de La Habana, y constituyó una prueba irrefutable de la calidad de “Changa” para poner a bateadores fuera de combate. Desde que el zurdo capitalino implantara el récord en 1969, ningún otro lanzador cubano superó la barrera de los 200 estrucados en el pasado siglo.