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martes, 26 de septiembre de 2017

La civilización que provoca genocidios en Brasil

Por LisyFa

Una nueva herida se le ha abierto a la amazonía brasileña. Esta vez, la injusticia ha sido contra la comunidad indígena Huaxipu. Se trata de una masacre, que algunos han calificado como genocidio, contra esa etnia que apenas tenía contacto con lo que Occidente llama “civilización”. Y la responsabilidad recae, una vez más, en la minería ilícita. Aún se desconoce la cantidad de víctimas. Pero se sabe que, en plena selva brasileña, justo en la frontera con Perú y Colombia, miembros de esa tribu, que hasta el momento se hallaban en un pacífico aislamiento voluntario, fueron masacradas por mineros ilegales.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y la Oficina Regional para América del Sur del Alto Comisionado de Naciones para los Derechos Humanos (ACNUDH) ya han expresado su preocupación mediante un comunicado. De acuerdo con la Fundación Nacional Indígena de Brasil (Funai), los asesinatos fueron realizados en el reservorio Vale do Javari, ubicado en el extremo oeste del estado de Amazonas.

En el comunicado La Comisión y el ACNUDH recuerdan que los Estados tienen una obligación especial de protección y respeto de los derechos de las comunidades en aislamiento voluntario, y que deben garantizar el derecho de los pueblos indígenas a permanecer en esa condición y a vivir libremente de acuerdo con sus culturas.

Según diversas agencias de prensa, el Ministerio Público Federal de Brasil (MPF) inició las investigaciones, pero se dificultan por tratarse de una región de difícil acceso. Aunque no han ofrecido aún toda la información sobre el caso, se sabe ya que la mayoría de las víctimas fueron niños y mujeres, los más vulnerables siempre que sucede un hecho de este tipo.

Lamentablemente, no es la primera ocasión en que Brasil se ve envuelto en sucesos de esta índole. Recordemos el caso de Haximú, en 1993, que finalizó con la primera condena contra el Estado brasileño por genocidio. Al parecer, la herida continúa abierta.

Lo cierto es que las poblaciones indígenas en el país sudamericano son extremadamente vulnerables. Solo en 2016, se registraron 1.536 conflictos que provocaron 61 víctimas mortales. En la mayoría de los casos los agresores son mineros ilegales, pero además, los indígenas deben defenderse también de otros peligros, como el extractivismo al que tanto se resisten, la tala indiscriminada de árboles para los agronegocios, y la apropiación de hectáreas de tierra de forma ilegal por algunos latifundistas. Además, el contacto de miembros de esas comunidades con hombres de la ciudad tiene como consecuencia riesgos para su salud, por tratase de indígenas cuyo sistema inmunológico no está preparado para lidiar con determinadas enfermedades.

Tampoco ayudan las políticas de actual gobierno brasileño. En fecha reciente, presidente de ese país, Michel Temer, firmó un decreto para desproteger una reserva de 46 000 kilómetros cuadrados, algo por lo que no quedó libre de críticas, por parte de organizaciones defensoras del Medio Ambiente, así como de defensores de derechos de los llamados pueblos originarios.

En cuanto a la más reciente matanza de indígenas, aunque no hay datos concluyentes pues continúan las investigaciones, ya se sabe que lo que ocurrió en el Vale do Javari saltó a la luz cuando los propios asesinos se ufanaron de la masacre, y como prueba de que era cierto, mostraron algunas pertenencias de las víctimas.