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miércoles, 13 de septiembre de 2017

La generación Smartphone no está preparada para la vida adulta

Por DianaLeon

Los jóvenes de la llamada Generación Smartphone están creciendo más lento que las generaciones que los antecedieron. Según los datos, esa tendencia les ha permitido crear un entorno seguro ha llevado a que no se hayan enfrentado o se hayan visto involucrados en muchas situaciones que los preparen para la adultez. Sin embargo, la autora aclaró que no podría definir si los jóvenes son o no adictos tecnológicos porque no fue una de las variables que midió en su investigación. Los resultados de la misma fueron obtenidos por encuestas a 11 millones de jóvenes de Estados Unidos y entrevistas en profundidad.

Un estudio de Jean Twenge, profesora de psicología de la Universidad de San Diego, reveló que los jóvenes de la llamada Generación Smartphone están creciendo más lento que las generaciones que los antecedieron. Además, revela que son menos rebeldes, más tolerantes, menos felices, beben menos alcohol y practican menos sexo. A estas conclusiones llegó Twenge en su libro "iGen: por qué los chicos superconectados están creciendo menos rebeldes, más tolerantes, menos felices y completamente no preparados para la adultez". Se conoce por Generación Smartphone, a aquellos nacidos después del 1995 y que han pasado toda su adolescencia con un celular en la mano.

Según los datos, esa tendencia les ha permitido crear un entorno seguro ha llevado a que no se hayan enfrentado o se hayan visto involucrados en muchas situaciones que los preparen para la adultez. De acuerdo con el estudio el promedio de horas de un adolescente en Internet es de 6 horas al día, lo que lleva a que pasen menos tiempo con sus amigos en persona, pues tienen las opciones de enviar mensajes o jugar. También explica que por ello existen riesgos para la salud mental pues hay implicaciones en el desarrollo de sus habilidades sociales debido a que pasan menos tiempo con otros en persona, además otras investigaciones anteriores reforzaron los datos de que no están desarrollando las habilidades de lectura y la escritura que necesitan. Otro aspecto negativo es que los jóvenes ingresan a la universidad y al ámbito laboral con menos experiencia e independencia, por lo que les cuesta tomar decisiones.

Sin embargo, la autora aclaró que no podría definir si los jóvenes son o no adictos tecnológicos porque no fue una de las variables que midió en su investigación. Los resultados de la misma fueron obtenidos por encuestas a 11 millones de jóvenes de Estados Unidos y entrevistas en profundidad. Los datos revelan además que la disminución en la interacción ha provocado que la tasa de suicidio de muchachas adolescentes entre 12 y 14 años se triplicara en los últimos 10 años, pues mientras más tiempo pasan usando pantallas en las que aparecen los temas de ansiedad o depresión, el fenómeno se ha vuelto más fuerte.

Sin embargo no todos son malas noticias, pues en lo referido a la rebeldía, señala que son menos rebeldes dado que la infancia más protegida provocó que fueran creciendo más lento, además de que no les gusta realizar cosas que no sientas muy seguras. Una característica altruista es que la llamada Generación Smartphone es tolerante con las personas catalogadas como diferentes, defendiendo especialmente los derechos de las personas de diversa orientación sexual, pues en comparación con las generaciones anteriores, creen que las personas deben ser lo que son.

Según la autora, le impresionó que los adolescentes estuvieran conscientes de los efectos negativos de los celulares. Además, añadió que durante parte del estudio con 200 universitarios, casi todos dijeron que preferirían ver a sus amigos en persona. Algo interesante determinado por la autora fue la correlación directa entre el nivel de actividades frente a una pantalla y el nivel de infelicidad, pues las actividades sin pantalla estaban enlazadas a mayores niveles de felicidad.

En lo referido al mercado laboral estos jóvenes son más realistas y parecen tener una mayor disposición a trabajar duro. En ese sentido, no tienen grandes expectativas comparados con los millennials. En cambio, tienen una mayor preocupación por estar físicamente y emocionalmente seguros. Los adolescentes de 18 años actúan y se parecen a los que, en generaciones previas, tenían 15. Los datos añaden que de manera positiva, se exponen a menos situaciones arriesgadas relacionadas con el uso de drogas y alcohol.