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lunes, 11 de septiembre de 2017

Los tres mosqueteros de París ya atacan

Por Aliet Arzola

El tridente ofensivo del PSG compuesto por Mbappé, Cavani y Neymar, bautizado por múltiples medios con un nada sonoro MCN, comenzó a escribir su historia este viernes 8 de septiembre del 2017, cuando jugaron juntos por primera vez, y todos anotaron al menos un gol en la victoria 1-5 del club parisino ante el Metz. Probablemente, la fecha haya servido para ver el nacimiento oficial de una nueva dinastía en materia de ataque, fresca, moderna y letal, quizás superior a la que se vio en Barcelona con Suárez, Messi y el propio Neymar. En París, ahora confluirán la garra de Cavani, la sobriedad de Mbappé y el freestyle de Ney, un tridente que asusta en Francia y en Europa.

Su puesta en escena llegó ante el modesto Metz, lugar 14 en la pasada edición de la Ligue 1, que observó atónito el rendimiento del mágico trío, a pesar de que solo llevan unos días entrenando juntos y todavía no han tomado la temperatura real de la campaña. Por ello, de conjunto lograron un rendimiento discreto, sin excesivos lujos, pero  tanto Neymar como Mbappé y Cavani sacaron a relucir algunas de sus armas. El brasileño, por ejemplo, dio un pase filtrado a la altura del mejor cerebro del mediocampo para que el ariete uruguayo abriera la cuenta tras un regate al portero rival.

Se pudo ver en la jugada la visión de Ney y la exquisita habilidad de Cavani para ganar las espaldas a los defensores y llegar a su enfrentamiento favorito, a solas con el meta. Pero en este PSG hablamos demasiado del tridente y olvidamos todo lo que hay detrás de ellos. En el duelo de marras, en el cual no jugaron ni Di María (lesionado) ni Verratti (sancionado), Draxler también se sumó a la fiesta de arriba y los laterales se soltaron como extremos, detalle que condujo a un desbalance entre las líneas.

Ello, por supuesto, aumentó las opciones del Metz, que logró empatar luego de repetidas ocasiones fruto de los espacios que dejaban los parisinos para el contragolpe. Sin embargo, la expulsión de Assou-Ekotto por una fea entrada a Mbappé en el minuto 56 dejó en la lona a los anfitriones, que solo unos momentos después encajaron la segunda diana del desempate. La propia perla francesa fue protagonista en el tanto con un disparo de derecho desde la frontal del área, aprovechando un rebote servido e inocente de la defensa. Más o menos desde el mismo lugar llegó el tercero de PSG, en esta oportunidad de Neymar, quien controló, condujo por unos metros, recortó levemente y remató ajustado al poste. Con superioridad numérica, los pupilos de Unai Emery se soltaron y no pararon hasta conseguir cinco dianas, las dos últimas a la cuenta de Cavani y el suplente Lucas Moura.   

El uruguayo dio un recital de remates de todo tipo durante el partido, mientras Mbappé enseñó su clase con un centro con el empeine que el propio Cavani estuvo cerca de capitalizar en el área. Sin dudas, esta delantera cuenta con las habilidades y un variado manual técnico que les permitirá reinar en cualquier escenario, pero el PSG necesita más balance si quiere lograr grandes éxitos. El conjunto necesita que se combine el temple de Verratti con la intensidad de Di María, la visión de Rabiot y el marcaje de Motta en la medular, zona desde la cual, si  funcionan como un reloj suizo, conseguirán surtir de muchos balones de gol a sus killers. El poderío del equipo es incuestionable, pero dichas cuestiones no se deben descuidar, porque a largo plazo, si los mediocampistas fallan, el once quedará a merced de la inspiración de los atacantes, y ellos son humanos.