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jueves, 14 de septiembre de 2017

Nuestras historias: el documental

Por Elizabeth Almeida

En su forma más perfecta, el documental refleja una fascinación y un respeto por la actualidad. Es lo completamente opuesto al cine de esparcimiento y evasión, ya que se concentra en la riqueza y en la ambigüedad de la vida. El documental es un escrutinio de la organización de la vida humana y tiene como objetivo la promoción de los valores individuales y humanos. El documental, como otros discursos de lo real, conserva una responsabilidad de describir e interpretar el mundo de la experiencia colectiva, una responsabilidad que en modo alguno es una cuestión menor. Es más, conjuga estos otros discursos de ley, familia, educación, economía, política, Estado y nación en la construcción auténtica de una realidad social.

El lenguaje audiovisual es un complejo elemento que define la producción televisiva. Como asegura Hall citado por Orozco, el código del lenguaje televisivo a diferencia de los códigos de otros lenguajes, por ejemplo el escrito, posee una base material muy universalizada, donde las huellas de su particular encodificación parecen diluirse. No obstante, enfatiza Hall, todo lenguaje por más natural que parezca, conlleva un código que es producto de un criterio y de una orientación determinados.

El discurso audiovisual, que tiene sus orígenes en el cine, también toma elementos de otros medios como la radio y el teatro para poder crear un producto con un adecuado montaje y equilibrio entre sonido, imagen y texto atractivo y efectivo en su llegada a la audiencia.

Este tipo de discurso posee dos funciones fundamentales: comunicativa, que se cumple a partir de la transmisión de conceptos, juicios, pensamientos e ideas; y cognoscitiva, mediante la cual el hombre percibe los objetos de la realidad y las relaciones entre ellos.

El audiovisual es un soporte de imágenes y sonidos mediante el cual se transmite un mensaje al espectador, siempre condicionado por la intención del emisor. Quien permeará el producto de su universo personal y sus intenciones y en cualquier caso de los intereses a los que este responda.

En su forma más perfecta, el documental refleja una fascinación y un respeto por la actualidad. Es lo completamente opuesto al cine de esparcimiento y evasión, ya que se concentra en la riqueza y en la ambigüedad de la vida. El documental es un escrutinio de la organización de la vida humana y tiene como objetivo la promoción de los valores individuales y humanos.

A partir de 1895, cuando los hermanos Lumiére consiguieron por fin fabricar una versión práctica, portátil y económica del cinematógrafo, se hicieron a la calle para comenzar a filmar secuencias de alrededor de un minuto de duración, lo máximo que duraba cada rollo, que retrataban momentos varios de la vida cotidiana de los parisinos de entonces, como la salida de los obreros de una fábrica, o la famosa llegada del tren a la estación, que produjo que varios de los espectadores entraran en pánico al creer que la locomotora se les venía encima.

El documental, como otros discursos de lo real, conserva una responsabilidad de describir e interpretar el mundo de la experiencia colectiva, una responsabilidad que en modo alguno es una cuestión menor. Es más, conjuga estos otros discursos de ley, familia, educación, economía, política, Estado y nación en la construcción auténtica de una realidad social.

Tradicionalmente la palabra documental ha sugerido integración y conclusión, conocimiento y hecho, explicaciones del mundo social y sus mecanismos motivadores. Sin embargo, en fechas más recientes el documental viene sugiriendo desintegración e incertidumbre, recolección e impresión, imágenes de mundos personales y su construcción subjetiva.

Bill Nichols en su libro La representación de la realidad. Cuestiones y conceptos sobre el documental del año 1997, nos presenta entonces las cuatro modalidades en que los creadores pueden mostrar su realidad: expositivo, observacional, interactiva y reflexiva. Nichols las describe como “la expositiva, son los primeros inicios de un estilo que muestra cierta molestia por la ficción. Flaherty, Grierson son algunos de que desarrollan este tipo de documental; observacional, en donde hay cierta pretensión de objetividad en torno a lo observado, se inclina hacia la gente. Richard Leacock y Donn Alan Pennebaker desarrollan este estilo de documental; interactiva, se provoca al contexto y registra las reacciones; y reflexiva, en la que el realizador incorpora metacomentarios acerca de la materia que aborda, incorporando además ciertas opiniones sobre las condiciones mismas del texto audiovisual. Se pone igual atención tanto en el recurso del documental como en el efecto que provoca. Un exponente de este estilo es Dziga Vertov.