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sábado, 9 de septiembre de 2017

Nuestros ancestros comían mejor

Por Eme

Dos fundadores de una empresa dedicada a realizar pruebas de microbioma, la Map My Gut Ltd de Londres, viajaron hasta Tanzania, a uno de los últimos reductos de los grupos de cazadores y recolectores, que quedan en África, para ver las bondades de la dieta ancestral. Los “hadzas”, una especie de nómadas, siguen la misma dieta hace millones de años, la misma de los inicios de la especie “Homo”. Los científicos convivieron durante tres días con la tribu, y al término de esos días, el número de microbios era 20% mayor que cuando llegaron y ya se sabe que mientras mayor sea esa comunidad, menor es el riesgo de enfermarse.

Los investigadores buscaban diversificar la comunidad microbiana de sus intestinos, porque como ya se sabe mientras más diversa y rica sea esta, menos riesgo tiene el ser humano de enfermarse. Y la dieta por supuesto, es clave para conservar de cierto modo esa diversidad de microbios que regulan el metabolismo, el sistema inmunitario y los estados de ánimos. Una diversidad alta de microbios también se asocia con la disminución de riesgos de obesidad y otras enfermedades. Los hadzas tienen una de las diversidades microbianas más ricas del mundo. Por ello ambos se lanzaron en dicho viaje de estudio, y los descubrimientos fueron sensacionales. La idea primaria era vivir y comer como ellos. No llevaron ni toallas húmedas, ni líquidos con desinfectantes, ni nada que les permitiese limpiarse algunas bacterias necesarias. Vivir como un hazda presuponía convivir con las heces fecales de niños, adultos y animales de la tribu.

Los hadzas son una tribu que come y vive como los primeros habitantes “Homo” de este planeta. Siguen la misma dieta de entonces, y las mismas prácticas para obtenerlas diariamente. Duermen alrededor de una hoguera a la intemperie, o en cabañas rodeadas de escorpiones y serpientes. El desayuno es simple, en un lugar rodeado de baobabs, lo más lógico es que las vainas de esta ancestral árbol, sirvan como alimento. Este fruto tiene muchas vitaminas y sus semillas contienen grasas e importantes cantidades de fibra. La vitamina que más contiene es la C. Para refrescar durante el día mezclan la masa del fruto con agua, y hacen una especie de refresco lechoso. La otra comida durante el día pueden ser las bayas silvestres que pueden recogerse a lo largo de todo el asentamiento, y que tienen 20 veces más propiedades positivas que las que se cultivan en Europa. El almuerzo consistía en unos cuantos tubérculos que las mujeres recolectoras habían desenterrado con palos, y que ponían a hervir alrededor de la hoguera. Según los científicos, a esa hora del día, no sentían hambre, presumiblemente gracias a la cantidad de fibra del desayuno. Ya se sabe que es esta la comida más esencial en la dieta humana.

Para la cena, los hadzas le reservaron, primero una cacería de cuerpo espín, y luego la cena con ese ingrediente. El corazón, los pulmones y el hígado fueron cocinados inmediatamente e ingeridos por la comunidad de manera inmediata. La dieta durante los dos días siguientes fue similar a la primera, solo varió el puerco por el damán, un animal emparentado con el elefante. El postre para esos días, consistió en un panal de miel, repleto de grasas y larvas, que aportaron proteínas, grasas y azúcares, acumulando gran grado de energía. Todo está al alcance de los integrantes de la tribu, y la variedad es asombrosa, dijeron los científicos. Los resultados de la comunidad microbiana de los investigadores, al cabo de los tres días arrojaron que la diversidad había aumentado en un 20% e incluía algunos microbios africanos totalmente nuevos. La mala noticia fue que de regreso a Londres, y a los hábitos comunes, los microbios volvieron al mismo estado de antes del viaje. La enseñanza es que los ancestros tienen la mejor salud intestinal, y que todos deberían volver a viejos hábitos, que nos acerquen a ellos, para mejorar nuestra salud.