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jueves, 28 de septiembre de 2017

¿Realmente pasa el tiempo más rápido?

Por Diana Lorenzo

“La mañana se me ha ido volando” o “este día me ha durado una eternidad” son frases comunes que pueden escucharse haciendo referencia a la duración del tiempo en una circunstancia determinada. Lo curioso es que depende de la situación activa o pasiva por la que esté atravesando la persona; es una cuestión de percepción, en la que inciden influencias externas: la etapa de la vida que estemos viviendo, nuestro estado físico o de salud, motivaciones, entre otras. Sin embargo, un estudio reciente ha determinado que existe un factor biológico que determina crucialmente el avance de nuestros minutos: la dopamina.

Ha sido la prestigiosa Revista Science la que ha publicado que la dopamina, sustancia neurotransmisora implicada en el amor, la recompensa, el movimiento y otras funciones, es la pieza clave en nuestra percepción de avance del tiempo.

Hasta el momento se creía que las neuronas que producen dopamina, ubicadas en el llamado cerebro medio o mesencéfalo, tenían un papel importante como reguladoras de este reloj interno, sin embargo, aún no se encontraba la pieza que enlazaban las señales transmitidas por esas neuronas y el paso del tiempo. Fue por ello que neurocientíficos del Centro Champalimaud para lo Desconocido, ubicado en Lisboa, Portugal, experimentaron en ratones, identificando finalmente que la aceleración o inhibición de esta sustancia en los roedores podía frenar o no la estimación del tiempo.

Los más escépticos alegan que no es del todo extrapolable a los humanos, pues los animales no hablan, así que no pueden transmitir su percepción precisa del tiempo con mayores o menos dosis de dopamina. Por su parte, los defensores de la teoría lo comparan con la capacidad de los enamorados, con su cerebro inundado de dopamina, para permanecer despiertos largas horas nocturnas hablando, sin notar el paso del tiempo. Y un segundo caso, de mayor cientificidad, es la estimación del tiempo mucho más lenta en las personas con párkinson, una enfermedad en la que hay un déficit de esta sustancia.

Algunos estudiosos de la percepción temporal afirman que cada experiencia en particular tiene que ver con lo que ellos llaman "densidad de la experiencia humana", refiriéndose al volumen de información objetiva y subjetiva que contienen. Tal es el caso de un combate, donde suceden un cúmulo de cosas a la vez, por lo que la experiencia es densa. Y aunque resulte paradójico sin embargo, también la densidad de la experiencia puede ser igualmente alta cuando ocurre poco, como en el caso de los presos. En este período de tiempo, aparentemente "vacío", en realidad nos concentramos en nuestras propias acciones o alrededores; aparecen entonces pensamientos de estrés, preocupaciones, o nos centramos en la obsesión de cuan lento pasa el tiempo.