Trevor Hoffman, lo único parecido a Mariano Rivera
Parece increíble que Trevor Hoffman, el único lanzador junto a Mariano Rivera que ha superado la barrera de los 600 juegos salvados en las Ligas Mayores de Béisbol de Estados Unidos, no tenga ya su placa en el Salón de la Fama de Cooperstown. El gigante y veloz derecho marcó una etapa dorada con los Padres de San Diego y se convirtió en uno de los relevistas más dominantes en el final del pasado siglo y la primera década del presente, en la cual labró un camino exitoso gracias a su impresionante capacidad para colgar ceros en las postrimerías de los partidos.
En la más reciente selección de los Inmortales del diamante, Hoffman quedó a solo cinco papeletas de ganar la inducción, pues logró 327 votos y necesitaba 332 para completar el 75% mínimo de boletas positivas, de acuerdo a las reglas vigentes. Esto probablemente guarda alguna vinculación con el hecho de que muchos de los miembros de la Asociación de Escritores de Béisbol en América, quienes escogen a los nuevos miembros del Salón de la Fama, todavía no valoran en toda la medida el impacto de los relevistas en la pelota moderna. Solo así puede explicarse que Hoffman, hombre con 601 rescates en su carrera y 15 temporadas superando la barrera de los 20 salvados, no haya sido seleccionado para el paseo de Cooperstown. De cualquier manera, a Trevor todavía le restan ocho años en las boletas, y a juzgar por lo poco que le faltó para ser escogido, su momento debe llegar más temprano que tarde.
Más allá del apabullante número de los 600 salvados, Hoffman desarrolló una carrera impecable, sobre todo desde su arribo a los Padres de San Diego en 1993, contienda en la que solo materializó cinco rescates. A partir del siguiente año, marcado por la huelga de jugadores más larga de la historia, el diestro californiano comenzó su ruta exitosa con 20 juegos finiquitados con pitcheos certeros, y en 1995 arrancó su ritmo arrollador, con más de 30 salvados en cada una de las siguientes ocho temporadas. Entre ellas es muy recordada la de 1998, en la que logró su primera selección al Juego de las Estrellas, culminó segundo en la carrera por el Cy Young (premio tradicionalmente dominado por abridores) y séptimo en las votaciones de MVP. Ese año Hoffman fue un verdadero enigma en los epílogos, con 53 rescates y solamente una oportunidad desperdiciada, efectividad de 1.48 y un promedio de corredores embasados por entrada de 0.849, en todos los casos sus mejores indicadores históricos.
Para esa fecha, Trevor ya tenía más de 100 rescates en MLB, cifra que creció vertiginosamente hasta 200 en 1999 (vs. Atléticos de Oakland el 10 de junio), 300 en el 2001 (vs. Mets de Nueva York el 15 de agosto) y 400 en el 2005 (vs. Cardenales de San Luis el 6 de mayo). Uno de los momentos cumbres de su carrera se produjo el 24 de septiembre del 2006, cuando alcanzó los 479 salvados ante los Piratas de Pittsburg y superó la marca histórica de Lee Smith, sin obviar la noche del 7 de septiembre del 2010, el día en que arribó a 600 rescates, ya vistiendo la franela de los Cerveceros de Milwaukee, su último equipo en Las Mayores. Después de aquel partido contra los Cardenales de San Luis, Hoffman solo logró un salvado adicional para culminar su carrera con 601.
Durante ese año, en el ocaso de su trayectoria, probó ser humano e incluso perdió su puesto de cerrador en los Cerveceros, luchando contra problemas en la mecánica y pérdida de control en su cambio de bola, lanzamiento que hizo estragos en sus mejores tiempos.
No obstante, es innegable su tremenda calidad y sacrificio, valores que le permitieron mantenerse activo durante 18 campañas, en las cuales le lanzó a los 30 conjuntos de MLB y logró un 88.8% de efectividad en juegos salvados (601 acciones positivas en 677 oportunidades). Al año siguiente de su retiro, el panameño Mariano Rivera superó el récord de 601 rescates el 19 de septiembre del 2011, aunque ese detalle no empañó el camino de Hoffman, quien es considerado como uno de los mejores cerradores de todos los tiempos, solo equiparado con la pegada implacable de Rivera.
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