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lunes, 18 de septiembre de 2017

Una guerra sin bombas: los ataques sónicos a las embajadas

Por Eme

Desde agosto, la Embajada norteamericana denunció públicamente que varios empleados de su sede diplomática en La Habana, habían sufridos severos daños auditivos y cerebrales, a causa de algún ataque proveniente desde dentro de la Isla. Aunque Estados Unidos no culpó directamente al gobierno cubano, mantiene la hipótesis de que este sirvió de terreno para que aliados del gobierno, como Rusia o Corea del Norte, les atacaran. Una nota del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba dijo no haber permitido nunca tal cosa, pero la afectación es real, y el propio presidente Raúl Castro dice estar desconcertado en un encuentro en vivo que tuvo en la Embajada.

El presidente cubano, Raúl Castro, pidió que el principal enviado estadounidense en la Isla, Jeffrey De Laurentis, en encuentro cara a cara, le narrara las preocupaciones sobre una serie de diplomáticos norteamericanos lesionados en La Habana. Entonces se habló de "ataques sónicos" y de la sutil amenaza de repercusión de este hecho en Estados Unidos, hasta hace poco enemigo jurado de Cuba. La forma en que Castro reaccionó afectado por lo que escuchaba y preocupado, sorprendió a Washington, dijeron varios funcionarios estadounidenses familiarizados con el intercambio.

En una rara conversación cara a cara, Castro dijo al diplomático estadounidense Jeffrey De Laurentis que estaba igualmente desconcertado y preocupado. Como era de esperar, Castro negó toda responsabilidad. Pero los funcionarios norteamericanos fueron sorprendidos por la forma en que abordó el asunto, desprovisto de la actitud indignada, o de cómo se atreven a acusarnos, que los Estados Unidos habían llegado a esperar de los líderes cubanos. Los cubanos incluso se ofrecieron a dejar a que el FBI trabajara en La Habana para investigar los sucesos. Aunque la cooperación entre Estados Unidos y Cuba ha mejorado recientemente, este nivel de acceso resulta extraordinario. Algunos países no quieren más agentes del FBI en su país de los que tienen, pero en el caso de Cuba era cero, hasta este momento delicado.

La lista de víctimas estadounidenses confirmadas fue mucho más corta, cuando los Estados Unidos se quejaron por primera vez en Cuba. Hoy en día, el número de "médicamente confirmados" llega a 21 casos, sumado a varios canadienses. Algunos estadounidenses tienen pérdida auditiva permanente o lesión cerebral leve. Los acontecimientos han asustado a la estrecha comunidad diplomática de La Habana. Al menos otra nación, como Francia, ha comprobado médicamente al personal de la Embajada en la capital cubana en busca de posibles lesiones inducidas por un ataque acústico. Varios funcionarios estadounidenses dicen que hay razones reales para cuestionar si Cuba perpetró una campaña clandestina de agresión.

Cuando los Estados Unidos han acusado a Cuba de mal comportamiento, como acosar a los diplomáticos o agredir a los disidentes locales, La Habana acusa a Washington de inventarlo. Esta vez, aunque Castro niega su participación, su gobierno no cuestionó que algo preocupante haya sucedido en suelo cubano. Los investigadores norteamericanos consideraron si una facción deshonesta de las fuerzas de seguridad de Cuba había actuado, posiblemente en combinación con otro país como Rusia o Corea del Norte.

Sin embargo, la ira está aumentando en Washington. Ya cinco senadores republicanos escribieron al secretario de Estado, Rex Tillerson, instándole a expulsar a todos los diplomáticos cubanos de Estados Unidos y a cerrar la recién restablecida embajada de Estados Unidos en La Habana. "El abandono de Cuba de su deber de proteger a nuestros diplomáticos y sus familias no puede ser olvidado", dijeron legisladores como el senador Marco Rubio de Florida, y John Mc Cyn, de Texas.

Durante décadas, Cuba y los Estados Unidos, se acosaron mutuamente entre diplomáticos. Los cubanos podrían irrumpir en los hogares de los norteamericanos para reorganizar los muebles o dejar las heces en un inodoro. Y los estadounidenses podrían detenerlos horas en paradas de tráfico, perforar neumáticos o romper los faros de los autos. Sin embargo, esas bromas eran principalmente para molestar, no para dañar. Lo que los diplomáticos estadounidenses empezaron a reportar en noviembre de 2016, fue completamente diferente.