Enviar por email

tu nombre: email destino: mensaje:
Nombre de Usuario: Email: Contraseña: Confirmar Contraseña:
Entra con
Confirmando registro ...

Edita tu perfil:

Usuario:
País: Población: Provincia:
Género: Cumpleaños:
Email: Web:
Como te describes:
Contraseña: Nueva contraseña: Repite contraseña:

sábado, 21 de octubre de 2017

Adiós competencia, hola salud mental

Por Yaima

Parece que una de las claves para tener una mejor salud mental puede ser no haber competido en la etapa de estudiante. En tal sentido, expertos consideran que todas las escuelas deberían implantar el modelo de la “no competencia” y así se podría garantizar ambientes menos hostiles y más saludables a largo plazo. La solución podría ser anteponer los intereses grupales a los individuales y funcionar como colectivo con un objetivo común. Es un modelo educativo que si bien no es nuevo en lo absoluto, sí lo es en el conocimiento para muchos sistemas educativos. En la actualidad continúan primando metodologías que promueven el individualismo y la competencia.

En los años 60 los especialistas en educación y, por demás hermanos, Roger y David Johnson, iniciaron una especie de cruzada contra el aprendizaje competitivo e individualista que imperaba por aquel entonces en el sistema de educación empleado por las escuelas de Estados Unidos. El objetivo del proyecto era desmentir la creencia de que solo los más aptos sobreviven, y por tanto demostrar que el aprendizaje cooperativo era la clave para encajar en la sociedad, encontrar un empleo en el futuro y saber sobreponerse a la ansiedad. Es así que lograron fundar el Centro de Aprendizaje Cooperativo de la Universidad de Minnesota, y de acuerdo a sus exploraciones han publicado más de 100 investigaciones y han formado a más de un millón de profesores de diferentes partes del mundo. Hoy Roger y David Johnson tienen centros formativos en distintos países como China, Japón, Noruega y España, donde sus profesores enseñan con una metodología desarrollada por ellos mismos, y construida sobre pilares fundamentales para la enseñanza.

Roger y David Johnson son considerados los padres del aprendizaje cooperativo, fueron los primeros en recopilar y contrastar más de 550 estudios sobre ese tema publicados desde 1898. De ese modo consiguieron elaborar sus propias investigaciones, y en la actualidad ostentan un trabajo por el que han recibido más de una decena de premios, entre ellos el “Brock International Prize for Education” en 2007, concedido por la Universidad de Oklahoma.

David Johnson es profesor de Psicología Educacional en la Universidad de Minnesota y ha dedicado gran parte de su vida a estudiar y a implementar distintos modelos metodológicos de educación. Sobre el aprendizaje cooperativo el investigador sostiene que muchos tienen una idea equivocada del tema. Explica que juntar a personas, sentarlas en círculo y decirles que son un grupo no garantiza que vayan a cooperar de forma efectiva. Es por eso que son necesarios cinco elementos que integran la metodología que él lidera, empezando por la interdependencia positiva, es decir, que todo el grupo perciba que el éxito individual no se dará si no triunfan todos, y por tanto si uno falla, todos pierden. La clave para aceptarlo está en entender que los esfuerzos individuales no serán en beneficio propio, sino para el grupo. Con ese método se consigue que las personas se preocupen por el triunfo de los demás, y no compitan unos con otros: un elemento básico para la convivencia. Comúnmente las escuelas promueven la cultura de ser el número uno por encima de los demás, eso provoca el desaliento entre esos mismos alumnos quienes muchas veces obstruyen los esfuerzos de sus compañeros de clase porque en la competencia ganan solo unos pocos.

Cuando los hermanos Johnson comenzaron sus pesquisas, la competitividad y el individualismo dominaban los sistemas de enseñanza. Los estudiantes tenían que aprender a sobrevivir en un mundo donde unos sobresalen de los demás, y por tanto el resto es subvalorado. Se ha demostrado que la competitividad entre estudiantes no mejora los resultados académicos finales. En ese contexto de hace cincuenta años el aprendizaje cooperativo era desconocido e ignorado, pero afortunadamente en la actualidad es una de las metodologías más escogidas, y es muy raro encontrar a un profesor que no lo conozca. Sin embargo, muchos sistemas de educación continúan empleando modos arcaicos en sus escuelas.

La principal dificultad que impera en un aula es que se ignora la interacción entre estudiantes. El intercambio de un alumno con otro es esencial y dice mucho de cómo aprenderán o de cuánta autoestima serán capaces de adquirir. No tiene sentido que los estudiantes compitan para conseguir destacarse ante los demás, ese modelo ha caducado, e incluso las grandes compañías otorgan importancia a los colectivos que trabajan unidos, como grupo. El individualismo ya no vale porque genera quebradas tanto en empresas como en aulas.

Los hermanos Roger y David Johnson son considerados los pioneros del aprendizaje cooperativo de la edad moderna, pero no son los primeros, antes hubo autores dedicados al tema. El filósofo romano Séneca fue uno de los que apoyó ese tipo de aprendizaje; y cuando surgió la escuela pública en Estados Unidos, en el siglo XIX, fue bastante defendida esa postura. Sucedió que al ser un punto de vista opuesto al que existía, generó incertidumbre.

Los beneficios del aprendizaje cooperativo se pueden dividir en tres grupos: mayor esfuerzo para el logro, mejora de las relaciones interpersonales y también de la salud psicológica. El aprendizaje cooperativo exige más esfuerzo, y es más complejo que el individual porque los alumnos tienen que conectar al mismo tiempo con la tarea y con el grupo. Cada cual tiene que aprender a liderar, a comunicar y a manejar los conflictos. Las investigaciones demuestran que los estudiantes trabajan más duro cuando lo hacen en grupo, además aumenta la retención de contenido, adquieren mayor capacidad para argumentar, mayor motivación para continuar aprendiendo, y mejores estrategias para resolver problemas.

Otros resultados del aprendizaje cooperativo es que cuando los estudiantes trabajan juntos cambia la relación que antes tenían, se entienden, se aceptan y se apoyan mutuamente, incluso en lo personal. Se ha verificado que cuando no compiten mejora la salud mental, ganan autoestima y mejora la habilidad para lidiar con el estrés. Además, cuanto más positiva sea la relación, menores serán las tasas de absentismo y abandono. El sentimiento de responsabilidad sobre el grupo incentiva el deseo de emprender proyectos de mayor dificultad, y mejora la motivación y la persistencia para obtener logros. El grupo se siente unido y fuerte, con mayor compromiso por crecer.