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miércoles, 4 de octubre de 2017

Bélgica expulsa al imán de la Gran Mezquita

Por Elizabeth Almeida

El salafismo es uno de los más célebres movimientos político-religioso fundamentalista sunnitas que reivindican el retorno a los orígenes del Islam como base imprescindible para extender la ideología del wahabismo saudí y catarí entre todos los musulmanes. Sus defensores abogan en que se basa en el Corán y la Sunna y en el entendimiento de los Sahaba para lograr sus objetivos políticos. Este movimiento fundamentalista a día de hoy no está unificado, y existen varias ramas del mismo que se diferencian principalmente en la manera de poner en práctica sus teorías políticas. La vía pacífica y pedagógica de esta predicación islámica es financiada de manera cuantiosa por los gobiernos de Arabia Saudita y Catar a lo largo y ancho de todo el mundo.

El miedo en Europa no hace más que aumentar y los gobiernos de los países miembros de la unión cada día se vuelven más sensibles con el tema del terrorismo. A pocas horas de que Francia confirmara que la amenaza de radicalistas en el país continúa siendo alta, Bélgica hace un anuncio polémico en gran medida que pone a flor de piel numerosas dudas.

Recientemente, el Gobierno belga ha retirado definitivamente su permiso de residencia al imán de la Gran Mezquita de Bruselas, Mohamed Galaye, por acusaciones de estar radicalizado y practicar el salafismo en su culto, según anunció el secretario de Estado belga de Inmigración, Theo Francken, en una polémica entrevista que ha ocupado los principales titulares de los medios de esa nación.

Francken aseguró de que la seguridad belga tenía señales de que el imán es un hombre salafista, muy radicalizado, muy conservador y extremadamente peligroso para la sociedad y la seguridad nacional. El político, del partido nacionalista flamenco N-VA, destacó que Bélgica debe asumir sus responsabilidades en su combate contra el salafismo, la tendencia más rigorista y conservadora del islam. El diplomático también añadió que en su país no hay ningún problema con el islam en sí, sino con el islam radical que tanto daño ha hecho a Europa y al mundo.

Francken indicó además en que el ministerio de Justicia de esa nación europea intensificará los controles sobre los flujos financieros que reciben todas las mezquitas en Bélgica, muchas de las cuales están financiadas directamente por países árabes. En el caso particular de la Gran Mezquita de Bruselas, su financiación viene de Arabia Saudí. 

El Gobierno belga estableció en el año 2015 la posibilidad de retirar permanentemente el permiso de residencia a los imanes que predicasen el salafismo e introdujo varios controles suplementarios para los que llegan de países como Catar o Arabia Saudí, donde esta rama de la religión tiene especial importancia. 

La Gran Mezquita y el Centro Islámico y Cultural de Bélgica que se encuentran en ella también han sido objeto de un profundo escrutinio por parte de las autoridades tras salir a la luz de que varios miembros de la organización radical islámica conocida como Sharia4Belgium estudiaron en ese centro, así como que ciertos estudiantes han viajado frecuentemente a Siria.

Tras los atentados realizados por el Estado Islámico en Bruselas en marzo del 2016, el imán del templo fue llamado a presentarse ante la comisión parlamentaria de investigación de los atentados para explicar la financiación de su mezquita.

El gobierno belga ha dado un paso importante en la manera de hacerle frente a este movimiento en el Viejo Continente, pero este seguramente traerá una ola de controversia sobre el delicado tema de la discriminación religiosa.