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sábado, 21 de octubre de 2017

Cuando el amor propio no cuenta

Por Elizabeth Almeida

Muchas mujeres sufren este complejo en la actualidad. Nacen con él tan interiorizado que parece que ya forma parte de su ADN. Este sentimiento de infravaloración es algo que se les asigna y se les impone nada más nacer. Aún queda un largo camino por recorrer contra la marginación de lo femenino y es que aún se considera a la mujer como un ser débil, emocional y demasiado sensible. Aquellas que padece el complejo de Casandra también lo alimentan. Y es que eliminar esas etiquetas asignadas requiere tomar una decisión muy radical y una fuerza de voluntad impresionante.

El complejo de Casandra toma su nombre de uno de los mitos más famosos de la conocida Ilíada de Homero. En él se cuenta que Apolo, el dios de sol y de los videntes, encantado por la belleza de Casandra, hija de los reyes de Troya, le ofreció un regalo a cambio de su amor.

Lo que le prometió fue el don de la profecía. Sin embargo, Casandra no se sentía atraída por Apolo, por lo que aceptó el don pero se negó en rotundo a profesarle su amor al dios. Este quedó desolado, pero, sobre todo, muy enfadado. Apolo se vengó maldiciendo a Casandra con predicciones que nadie creería ciertas, aunque así fueran.

A raíz de ello el complejo de Casandra se denomina como un trastorno que provoca que las mujeres se sientan infravaloradas en varios ámbitos de su vida e incluso construyen su identidad en base de los prejuicios existentes sobre ellas.

Algunas de ellas afirman que son demasiado débiles, que lloran por todo, que siempre son víctimas. Pero, además, también se encuentran en frases como se le va a pasar el arroz, no ha sabido mantener a un hombre a su lado.

Todo eso, provoca que se construyan una identidad que tiene como base la dependencia, la constante búsqueda de aprobación de los demás, la baja autoestima y una fuerte tendencia a responsabilizarse de todo. Así, en el complejo de Casandra siempre hay una poderosa tendencia a demostrar la valía, porque de esa manera se piensa que se ganará el respeto, el apoyo y el amor de los demás. Sin embargo, lejos de eso, solo existe el rechazo.

Debido a ese sentimiento de infravaloración, las mujeres que padecen este complejo comienzan a experimentar cambios psicológicos muy importantes. Uno de estos cambios tiene que ver con una tendencia al perfeccionismo, así como una constante búsqueda de controlarlo todo. Ya que se llega a obsesionar con pequeñas cosas sobre las que mostrar su dominio.

No obstante, lo más relevante es que su intuición va muriendo poco a poco dentro de ellas. Pues si los demás las infravaloran, ellas también cometen el mismo error, pero consigo mismas, con sus propios sentimientos y emociones.

De esa manera, dejan de escucharse cuando su instinto les dice esa relación no te conviene o estás sufriendo en vano. Hacer esto provoca que se vayan desgastando paulatinamente, algo que no notarán en un inicio, hasta que su cuerpo empiece a manifestar que hay algo que no se está haciendo de la manera correcta y aparecerán los dolores, la fatiga y los problemas para dormir.

El complejo de Casandra presume una marginación de lo femenino, donde a las féminas no se les toma en serio y en donde quedan completamente supeditadas al hombre.

Cuando Apolo se siente rechazado, hace gala de su hombría y ejerce su poder sobre Casandra. Ella no tiene ninguna oportunidad de debatir o hacerle frente a esa condición impuesta. Ella sufre brutalmente las consecuencias de la dominación masculina. Algo que continúa sucediendo después de sufrir la ira de Apolo, pues buscará una aprobación y una confianza que siempre se le negará.

Muchas mujeres sufren este complejo en la actualidad, pues ya nacen con él bien interiorizado en su ADN. Ese sentimiento de infravaloración es algo que se les asigna y se les impone nada más nacer. Aún queda un largo camino por recorrer contra la marginación de lo femenino, con ese no tener en cuenta porque aún se considera a la mujer como un ser débil, emocional y demasiado sensible. Aquellas que padece el complejo de Casandra también lo alimentan. Y es que eliminar esas etiquetas asignadas requiere tomar una decisión muy radical y una fuerza de voluntad impresionante, lleno de empinadas cuestas.