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martes, 17 de octubre de 2017

Del Caribe a Cataluña

Por Lissette Noemi

Más de un siglo antes del referéndum separatista, de huelgas y manifestaciones que se suceden por estos días en Cataluña, el ideal de la independencia en esa región, comenzó a gestarse a miles de kilómetros de la Península Ibérica, en la isla de Cuba. En 1898, al concluir la Guerra Hispano-Americana con la firma del Tratado de París, España perdió sus últimas colonias: Cuba, Puerto Rico, Filipinas y la isla de Guam. La política del “último hombre y última peseta”, por la que Madrid pretendía conservar a la isla de Cuba, costase lo que costase, dejó a la corona española endeudada, deprimida y en crisis total.

 A finales del siglo XIX, cuando se desarrollaba la Guerra de Cuba, no todos los catalanes estaban de acuerdo con la independencia de la Isla. Había muchos que tenían negocios y perder Cuba era también perder ese negocio. La independencia de la isla generó entonces algunas simpatías, pero sobre todo muchos recelos entre aquellos catalanes que perdieron sus propiedades y sus riquezas en Cuba. Muchos no le perdonaron esta derrota a la monarquía, como antes tampoco le habían perdonado la abolición de la esclavitud allí. Ya por esos años eran comunes en Cuba los apellidos de ascendencia catalana, desde los Partagás, Bacardí o Sardá, estirpes emblemáticas de aquellos que habían hecho fortuna allí y a su vez habían establecido negocios cuya opulencia todavía tienen eco en la Isla. Muchos abandonaron la antigua colonia después de la guerra y regresaron a Cataluña con las maletas llenas del dinero que habían hecho sus familias allí por siglos en el comercio del tabaco, el azúcar y la esclavitud.

Fueron muchos de ellos quienes, al regreso, impulsaron el movimiento de renovación política y cultural de finales del siglo XIX y principios del XX que dio origen al nacionalismo catalán moderno y a fenómenos como el modernismo. Muchas construcciones modernistas de Cataluña se construyeron con el dinero traído de la isla. Pero otros tantos se quedaron del otro lado y, desde ese entonces, comenzaron a pensar que lo ocurrido en Cuba podía replicarse en Cataluña. Fue en ese tiempo cuando, inspirados por la independencia de la Isla, muchos de los emigrados catalanes vieron en ese hecho el ejemplo de lo que querían para la tierra que abandonaron años atrás.

No significa que Cuba haya sido la cuna del independentismo catalán, porque esto es una lucha de siglos, pero sí es cierto que a inicios del XX desde aquí fue donde se gestaron, organizaron y financiaron muchos de los principales eventos y organizaciones que defendían esta corriente en Cataluña. Sin embargo, a principios del siglo XX, la ruta de los catalanes independentistas en Cuba se pierde por el triunfo de la revolución de 1959. No creo que hubiera muchas simpatías entre el independentismo y la revolución, aunque sí que las hubo entre algunos partidos y gobiernos de izquierda catalanes.