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jueves, 12 de octubre de 2017

El cerdo, un manjar muy recurrido

Por Yamy

Cerdo, cochino, chancho, puerco, verraco, marrano, lechón, y algunos nombres más definen a ese animal gordito, bajito y bullicioso, a veces salvaje y sobre todo doméstico, consagrado al consumo humano por su tan preciada carne. No son pocos los países que se dedican a la cría del cerdo, pues en realidad no requiere de un cuidado demasiado delicado, crece rápido, y antes del año puede proporcionar exquisitos platos para aquellas personas que sean carnívoras. De hecho su carne puede ser una de las de mayor consumo en el mundo, aunque es prohibida en algunas culturas. Suele ser blanda y de rápida cocción, pero también existen numerosos platos bastante elaborados. Sin embargo, por lo general solo basta sal y pimienta porque la carne es realmente sabrosa.

Existen muchas maneras de cocinar el cerdo: asado, frito, ahumado…pero hay que tener cuidado de hacerlo adecuadamente porque en su carne se encuentra la “Taenia Solium”, un parásito importante también llamado “lombriz solitaria”, que puede albergarse en el intestino humano cuando se come cerdo crudo o mal cocido.

Los cerdos suelen ser hospederos intermediarios del parásito, y este es uno de los mayores riesgos que existen de consumir su carne. El peligro más importante radica en poder contraer cisticercosis, una enfermedad producida por la “Taenia Solium”, y que puede provocar diarreas severas, pérdida de peso, dolores abdominales, náuseas, entre otros síntomas que pueden aparecer aproximadamente unas ocho semanas después de haber ingerido la carne de cerdo con contenido de quistes de la bacteria.

Este parásito en su fase adulta puede medir hasta 12 pies, o casi cuatro metros, y puede vivir durante años alojado en el intestino de los seres humanos.

Por este motivo es indispensable tener en cuenta que debemos consumir la carne de cerdo muy bien cocinada porque es la única manera de evitar contraer esa y otras posibles bacterias, como la “Salmonella”. Los especialistas son muy claros cuando indican que jamás se debe comer carne de cerdo a medio cocinar, mucho menos, cruda. También explican que congelar la carne no necesariamente garantiza que se mueran los parásitos que en ella pueden habitar, pues lo que sucede es que con el proceso de refrigeración de la carne las bacterias pasan a estar en un estado de “adormecimiento”, por tanto cuando se descongela vuelven a estar allí presentes y vivas. La mejor manera de eliminar los parásitos es sometiendo la carne a altas temperaturas mediante la cocción. Un dato interesante es que las carnes ahumadas no necesariamente están libres del parásito “Taenia Solium” porque existen diversas variedades y hay unos más resistentes que otros.

Una medida a tener en cuenta es adquirir carne de cerdo en establecimientos que cumplan las normas de higiene adecuadas porque supuestamente en esos sitios debemos encontrar producto de la mejor calidad posible. De igual forma se aconseja adquirir cortes de carne de cerdo que posean poca grasa, y que hayan sido manipulados con buenos procedimientos de higiene para garantizar una ingesta saludable.