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martes, 31 de octubre de 2017

Estados Unidos fracasa como mediador en Oriente Medio

Por LauraB

Tras atizar el conflicto diplomático entre Qatar, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Egipto y Bahréin, Estados Unidos intentó asumir un papel de mediador. La gira del secretario de Estado de Estados Unidos, Rex Tillerson, por algunos de esos países con el fin de aplacar las cosas fue todo un fracaso. Todo formó parte del montaje cínico de la nación occidental que ve sus intereses pendiendo de un hilo en esa parte del mundo. Las desavenencias entre Arabia Saudita, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y Qatar iniciaron en junio pasado. Como consecuencia estos países fomentaron un bloqueo terrestre contra el pequeño emirato ubicado en el Golfo arábigo-pérsico.

La expulsión de diplomáticos qataríes de varios de esos países y el cese de las operaciones de la compañía aérea Qatar Airways también formaron parte de las medidas contra el pequeño emirato. Todo ello bajo la excusa de la supuesta vinculación de Doha con varios grupos terroristas, los que este interpreta como movimientos de resistencia libanés y yemenita.

Fue en medio de esa situación que el gobierno del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, decidió poner cartas en el asunto ante el fracaso cantado de la mediación de Kuwait. “Si no lo resolvemos, yo seré un mediador aquí mismo, en la Casa Blanca”, aseguró Trump desde la Casa Blanca.

Los norteamericanos impulsaron el conflicto cuando Trump viajó a Arabia Saudita y se encontró con el rey saudí. De ese encuentro, la primera parada de su primera gira internacional tras ganar la presidencia, no solo salieron declaraciones ácidas contra Irán, sino también un espaldarazo a los sauditas con respecto a Qatar. El republicano amenazó verbalmente a Qatar de “dejar de financiar el terrorismo” y de “volver a la comunidad de naciones responsables”.

Washington siempre ha fomentado las divisiones entre los países árabes. El Producto Interno Bruto (PIB) de Qatar los ubica como uno de los más elevados del planeta. Asimismo, es dueño de grande reservas de gas natural y una política exterior sumamente independiente de los dictámenes de Riad.

Poner en jaque político a Qatar es “bueno” para Israel, el histórico aliado de Estados Unidos en la región. Del otro lado, es “malo” para Irán, cuyas relaciones estrechas con Doha ha sido otro de los detonantes de la crisis diplomática y económica. 

El emirato qatarí es el vecino desafiante de las monarquías del Golfo, las cuales han tenido que ceder en sus “demandas” ante la firmeza de Doha. Probar fuerza no parece ser la solución a ninguno de los conflictos de esta zona del mundo.