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miércoles, 11 de octubre de 2017

Hiperactivos con solución

Por YCC

El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) afecta a los jóvenes y perjudica notablemente su rendimiento escolar, sus relaciones sociales y autoestima. Una manera eficaz de superarlo está asociada al diagnóstico certero y temprano; sin embargo, la niñez está casi siempre relacionada con ese comportamiento inquieto que puede ser fundamental para diferenciarlo. Anteriormente no era visto como una enfermedad, pero en la actualidad el TDAH está reconocido como tal por la Organización Mundial de la Salud (OMS). El TDAH es una afección que va en aumento y afecta a más del 6% de la población infanto-juvenil española. Es importante conocer sus síntomas y seguir constantemente a los niños para acudir a un especialista enseguida de descubrir algún indicio aunque sea pequeño. De ello dependerá que el afectado se integre socialmente, y mantenga adecuados niveles de desarrollo.

El TDAH es un trastorno neurobiológico que se inicia en la etapa infantil y se caracteriza por presentar dificultades para mantener la atención. Sus señales suelen ser bastante visibles, se expresa en un exceso de movimiento y en la incapacidad de controlar los impulsos en quien lo padece. Pese a que el TDAH posee un alto componente hereditario, también puede ser causado por factores ambientales. El responsable de ese trastorno es un desequilibrio entre dos neurotransmisores, la noradrenalina y la dopamina, que pueden afectar a las áreas del cerebro que participan en el autocontrol.

La psicóloga forense y especialista en neuropsicología de Isep Clínic, de Barcelona, Amada Santana, explica que existen tres subgrupos en el diagnóstico del TDAH: inatentos, hiperactivos y el subgrupo combinado inatento-hiperactivos. Según los subgrupos se podrá determinar qué aspectos de la vida del niño se verán afectados. La experta afirma que un alumno inatento se caracteriza por su lentitud, por la apatía que muestra ante lo que normalmente suele ser interesante, así como por crecientes problemas de conducta y dificultad para tomar decisiones. Por su parte el hiperactivo tiene dificultades para relacionarse tanto con sus semejantes como con sus superiores. Y finalmente en el grupo mixto se ven conductas disruptivas o mal adaptadas con problemas para centrar la atención.

Los especialistas recalcan que es muy importante la identificación temprana de los síntomas. Casi siempre la primera alarma la dan los profesores, suelen ser los primeros en detectarlo o expresar inquietudes frente a la lentitud de ejecución o las conductas disruptivas de los niños. Sin embargo, a veces los análisis se hacen muy a la ligera, y si no se tiene un adecuado modelo explicativo el diagnóstico solo dependerá de la presión de los padres y la escuela para que alguien se pronuncie sobre lo que sucede. Es por eso que con frecuencia hay que detenerse a evaluar bien y saber que no todo niño travieso e inquieto es hiperactivo. Los casos de niños atendidos por hiperactividad se duplican en siete años. Normalmente, se consulta al especialista entre los 5 y los 7 años, o entre los 12 y los 14.

De acuerdo con la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, para diagnosticar TDAH se deben cumplir seis o más de los síntomas que indican déficit de atención y/o seis síntomas para hiperactividad, y, además, el paciente debe presentarlos por al menos durante seis meses consecutivos.

Los principales indicios del déficit de atención son: cometer errores frecuentes por descuido; tener dificultad para mantener la atención en tareas y juegos; parecer que no se escucha lo que se dice; hacer caso omiso a las instrucciones, a pesar de sí entenderlas; tener dificultad para organizar actividades; rechazar las tareas que demanden esfuerzo; perder útiles como lápices y libros; distraerse con facilidad; y presentar olvidos o despistes.

Los síntomas de hiperactividad e impulsividad son: tener dificultad para estar quieto y sentado en clase, y presentar movimiento constante de manos y pies; tener comportamiento inadecuado y dificultad para relajarse o practicar juegos tranquilos; tener la necesidad de marcha continuamente; hablar en exceso; anticiparse a contestar preguntas en clase; ser incapaz de esperar turnos; e interrumpir en conversaciones o juegos de los demás.

Los especialistas en el tema indican que en un 30% de los niños con TDAH los síntomas remiten cuando llegan a la adolescencia. El 70% se mantienen o se intensifican. Si un niño menor de 10 años tiene TDAH eso supone una alteración en su comportamiento, en su capacidad de aprendizaje y en la manera en que se relaciona con los demás, pero padecerlo en la adolescencia hace que todo se acreciente porque a los síntomas descritos hay que añadirles las peculiaridades de esa etapa de tránsito, cuando no son niños y tampoco adultos.

Diagnosticar tarde el TDAH es trascendental, y existen muchos factores que explican por qué abunda tanto la falta de diagnóstico. El TDAH surge siempre en edades tempranas, por tanto no tratarlo puede traer como consecuencia adolescentes exageradamente desmotivados, ya que ven el hecho de acabar la escuela como algo inalcanzable; tienen la sensación de ser incomprendidos y de no tener oportunidades. El adolescente con TDAH tiene los mismos síntomas que un niño, la diferencia es que lleva más tiempo sufriendo por ello, y es por eso que si no se ataja a tiempo se harán adultos con la sensación de no entender qué les sucede porque sufren por ser diferentes. Algunas repercusiones de no tratar esa enfermedad a tiempo es que se reducen las habilidades sociales que son indispensables para las relaciones propias de la adolescencia. Los afectados pueden ser poco empáticos, asertivos, comunicativos, además no se integran ni pertenecen a un grupo, y por tanto poseen baja autoestima. Suelen ser desorganizados, y al tener dificultades con la atención necesitarían más tiempo para finalizar las tareas y, a su vez, mayor planificación porque suelen olvidarse de los planes y los horarios, generalmente no gestionan bien el tiempo. Es común que presenten cambios de humor e irritabilidad, y eso aumenta los conflictos con familiares, profesores y compañeros.

El tratamiento de TDAH debe ser adaptado a las características de cada niño, y para una mejor atención deben ser con un equipo multidisciplinario integrado por neuropediatras, neuropsiquiatras, reeducadores, psicólogos y neuropsicólogos. Las indicaciones suelen ser farmacológicas, psicológicas y psicopedagógicas, aunque ninguna de esas intervenciones es exclusiva, y no puede ni debe sustituir a las demás.

Los padres desesperados por ayudar a sus hijos deben saber que no existen recetas mágicas y cada individuo es distinto. La recomendación es que el trabajo vaya de conjunto entre la comunidad educativa, el terapeuta, y sobre todo la familia, porque entre todos conseguirán que el afectado pueda sobrellevar su enfermedad. Es importante que las personas allegadas identifiquen qué es lo que les gusta para poder reforzarlo y exaltar su autoestima según sus logros. Se recomienda asignar tareas diarias aunque sean simples como poner la mesa, botar la basura, o hacer la cama. Es adecuado planificar horarios, estructurados, pero no estrictos; y seguir pautas de estudio, es decir, dedicar de dos a tres horas al día para estudiar en casa, con descansos de 5 a 10 minutos cada hora, se deberá empezar por las actividades de dificultad intermedia, luego con las de mayor complicación, y por último con las más fáciles. También se indica establecer metas a corto plazo, y dividir en dos las tareas más largas para conseguir completarlas totalmente.

Diagnosticarlo e iniciar tratamiento adecuado a tiempo dará como resultado que los afectados por TDAH logren una evolución positiva. Es por eso que el primer paso será siempre estar pendientes ante la más mínima sospecha y ayudarlos sin dañar su autoestima. Un niño con TDAH puede tener una vida normal, cumplir sus sueños y convertirse en un adulto exitoso, solo si recibe la atención que requiere. Es una enfermedad bastante común, y algunos de los famosos que han sido diagnosticados con TDAH son el presentador español Pablo Motos; el nadador estadounidense Michael Phelps; el chef británico Jaimie Olivier; el cofundador y presidente ejecutivo de Apple, Steve Jobs; los actores Jim Carrey y Will Smith; el baloncestista Michael Jordan; el cofundador de Microsoft, Bill Gates; y muchísimos más.