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lunes, 2 de octubre de 2017

La danza teórica también tiene espacio en Cuba

Por erne91javier

De la memoria fragmentada es un nuevo espacio teórico sobre danza, que tendrá lugar del 3 al 6 de octubre, organizado por el departamento de Danzología de la Facultad de Arte Danzario de la Universidad de las Artes, con el apoyo del Consejo Nacional de las Artes Escénicas de Cuba. Con el tema principal “La danza en el siglo XXI: diálogos, cuerpos, escenas”, el encuentro tendrá como sede principal la Casa del Nuevo Cine Latinoamericano (ubicada en 19, esq. 2), para las sesiones de ponencias, debates y presentaciones de libros y documentales. De la memoria fragmentada pretende continuar el camino trazado en los predios académicos con el proyecto Danza al Descubierto.

Está organizado por los estudiantes de Danzología, nueva especialidad de la Facultad de Arte Danzario, con el apoyo de varios elementos que apuestan por el desarrollo permanente del proceso de aprendizaje, en el cual teoría y práctica se vinculan desde los primeros momentos.Tomando como punto de partida el título de una obra del maestro Ramiro Guerra, De la Memoria Fragmentada apuesta por iniciar un camino en los estudios teóricos de la danza en nuestro país.Dentro de la agenda se encuentran invitados de México, Chile, Francia, Chipre, Colombia, Brasil y Cuba, como país anfitrión.

Los investigadores que llegarán a la capital cubana proceden de importantes plataformas como la Universidad París VIII de Francia, el Centro Nacional de Investigación Documentación e Información de la Danza José Limón (CENIDI-DANZA) de México, el Observatorio de Danza-FUDC y el Congreso Nacional de Danza de Colombia, entre otras. De la Memoria Fragmentada pretende responder a cuestionamientos del siglo XXI, en preguntas como ¿Qué es danza en el nuevo milenio? ¿Para quién hacemos danza? ¿Cuál es la tarea del coreógrafo? ¿Qué rol juega el bailarín? ¿Qué es coreografía? ¿Cómo hacer confluir diferentes disciplinas en el acto coreográfico? ¿Cómo interviene la danza en los espacios públicos? ¿Desde qué posiciones ejercer la crítica? Con estas interrogantes, el encuentro intentará trazar un recorrido que sirva de plataforma a especialistas, investigadores, creadores y estudiantes.

La fundación, el 29 de julio de 1976 del Instituto Superior de Arte, hoy Universidad de las Artes de Cuba, abrió un nuevo capítulo en la historia de la educación superior y la enseñanza artística cubanas. La iniciativa fue potenciada por la voluntad política de la joven Revolución Cubana, que propició la creación de un amplio sistema de instituciones culturales desde el mismo año 1959, y de la necesidad de elevar a niveles superiores la formación de los artistas cubanos egresados de las escuelas de arte. Hitos de ese proceso fueron la fundación de la Escuela de Instructores de Arte en las instalaciones del hotel Comodoro, antiguo emporio del juego de azar de la mafia norteamericana, en 1960. Por primera vez en la práctica pedagógica cubana de las artes, se reunieron en una misma institución docente, las manifestaciones musicales, teatrales, danzarinas, plásticas y literarias para democratizar y universalizar la cultura y llevarla a todos los sectores del pueblo.

Dos años después, en el otrora exclusivo Country Club of Havana, se cumplía la aspiración de Fidel y el Che, quienes soñaron ver convertido el hotel, la piscina y su elitista campo de golf en el espacio idóneo para la ciudad de las artes de Cubanacán. En 1962, surge la Escuela Nacional, con sus proyectadas edificaciones, hoy reconocidas como Patrimonio Cultural de Cuba. Los artistas detrás de las bóvedas y los ladrillos fueron Ricardo Porro, Vittorio Garatti y Roberto Gottardi, quienes se propusieron idear un espacio que jugara con los conceptos de innovación y de continuidad. Los tres arquitectos comenzaron a trabajar y se propusieron varias líneas que unificara el trabajo de los tres y le diera un sentido de obra total a lo que estaban creando: como primera premisa estaría el empleo de la “bóveda catalana” en los techos; el uso del ladrillo de barro para el alza de los muros; así como integrar cada objeto de obra a la desorbitante naturaleza circundante y a la accidentada topografía del lugar, atravesada además por el Río Quibú, afluente del Almendares; otro de los elementos pactados como suerte de unificadores arquitectónicos fue el desarrollo de pabellones-talleres articulados mediante patios interiores, y unidos a través de galerías.

Algunas de las construcciones planeadas —las diseñadas por Ricardo Porro— hoy están en pleno funcionamiento, como la Escuela Nacional de Danza y la actual Facultad de Artes Visuales; otras, están aún a la espera de ver concluidos los proyectos de Garatti y Gottardi para dar vida a las escuelas de teatro, música y ballet. Pero la fundación del ISA estuvo llena de turbulencias. ¿La proyectada Universidad de Artes era realmente el complemento que necesitaba el sistema de enseñanza artística? ¿Cumplía las expectativas y aspiraciones de todas y cada una de las especialidades? ¿Por qué la danza y el ballet no se incluían en ese proyecto universitario? ¿Y cómo quedaba la formación de los futuros especialistas para los medios de comunicación audiovisual, es decir, el cine, la radio y la televisión?