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lunes, 16 de octubre de 2017

La historia de las Vírgenes Suicidas

Por liss

Corrían los años ´70 y la historia de cinco hermanas conmocionaba al mundo; la corta edad cuando decidieron quitarse la vida sorprendió a todos. Pese a los múltiples intentos de la psicología y la familia por ayudarlas, las chicas tuvieron que enfrentarse a la inclemencia de su sociedad, las exigencias de la adolescencia y castigos extremos de sus padres para reconocer la crudeza esencial de la vida.

De por sí llevaban una realidad bastante complicada y lúgubre en casa como para haber aprendido las estrategias necesarias de supervivencia. El escenario se hacía aún más dramático si consideramos la repulsión de su pueblo natal hacia su apellido, que era considerado como sinónimo de rareza y hermetismo.

Los Lisbon, en esa pequeña zona residencial de Norteamérica, se hicieron objeto de habladurías y sospechas fantasiosas al haber encontrado una mañana, a sus hijas muertas por toda la casa, gracias a los demás chicos del vecindario quienes mantenían comunicación con las jóvenes. En distintos lugares y bajo diferentes circunstancias, los cuerpos de las hermanas se hallaron sin vida, quedando en el intrigante desconocimiento de la gente incluso en el de sus propios padres.

Las razones por las que todas decidieron cometer suicidio siempre fueron una incógnita. Los padres de las chicas dejaron todo atrás; vendieron su casa, sus pertenencias y marcharon hacia un rumbo incierto. El recuerdo de Cecilia, Lux, Bonnie, Mary y Therese, quienes apenas tenían entre 13 y 17 años de edad, por el contrario, sobrevivió en el imaginario del barrio como esas niñas de trágica realidad. Partiendo de este punto se desarrolla un increíble libro llamado “Las vírgenes suicidas”, el cual fue adaptado al cine por Sofia Coppola en 1999.

Este primer largometraje de la talentosa directora estadounidense rompía con la tranquilidad del público y con ese viejo estigma de “hija de papá” que había cargado durante mucho tiempo. En el filme de la joven creadora, se aborda crudamente una verdad que puede enunciarse de dos maneras distintas: La negación de una vida que de por sí ya está negada, no es otra cosa más que la aceptación de otras formas para trascender. La muerte es más grande que la vida si esta última consiste en vegetar sin ningún otro tipo de fin

Los planteamientos del autor de la obra literaria original, Jeffrey Eugenides adquieren un sentido extraordinario en el esfuerzo visual y la imaginación sonora de Coppola, mostrándose entonces como una historia completa y llena de emociones exquisitas que oscilan entre luces rosas y obscuridades carmesí. En esta estética inconfundible de Sofia, se encuentra un retrato íntimo y delicado que muestra la fragilidad de la juventud en manos de una civilización nostálgica, obtusa, indiferente y ultraconservadora. Estas jóvenes de cristalina y pálida silueta son la transfiguración de cualquier humano alguna vez envuelto en ese tortuoso proceso de crecer en medio de adultos carentes de sensibilidad, de coetáneos crueles y sin sentido que se dirigen a un destino igual de vacío que el de los mayores.

Advirtiendo ese horizonte de sosería e incomprensión, de un monótono y vulgar porvenir, las hermanas Lisbon son el ejemplo perfecto de la desesperación que encuentra alivio en lo que podríamos pensar como cobarde renuncia, pero en realidad es la adhesión a un todo eterno, a un símbolo de mayor longevidad. La versión audiovisual de “Las jóvenes suicidas” es un alerta, así como un poema de insólita elegancia, para quienes conocen el nombre de "crecer". Es el punto de las consecuencias que dirige hacia una desalmada y cruel actitud de una sociedad que se torna incapaz de entender a lo diferente o a lo bellamente discrepante.