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sábado, 28 de octubre de 2017

La música de la adolescencia, un recuerdo imborrable

Por Yamy

La Profesora de Neurociencia Cognitiva en la Universidad de Westminster, en el Reino Unido, Catherine Loveday, afirma que la música que nos gusta de adolescente suele acompañarnos durante toda la vida y eso tiene un basamento científico. En un experimento que inició como un simple ejercicio con sus amigos pudo advertir que, incluso, las personas más eclécticas seleccionan como preferidas las canciones que más escucharon durante su adolescencia y primera juventud. De acuerdo con su publicación en la página BBC, aparentemente todos estaban bajo la influencia de un fenómeno psicológico conocido como “choque de reminiscencia”, es lo que define la tendencia a recordar sucesos ocurridos durante la adolescencia y la edad adulta temprana.

La experta explica que podemos reconocer las canciones de esa temprana etapa de nuestras vidas con mayor rapidez con respecto a aquellas que se corresponden con cualquier otro momento, y, además, afirma que somos más propensos a incluirlas en nuestra lista de temas favoritos por siempre. No obstante, ese poderoso efecto no se limita solo a la música, sino también a las películas, los libros e incluso personas famosas como, por ejemplo, jugadores de fútbol o actores. Es por eso que vemos cómo la preferencia dura toda la vida. Comúnmente las personas mayores de edad, inclusive las que tienen 80 y 90 años, siguen teniendo mejor memoria y mayor predilección por lo conocido cuando tenían entre 10 y 30 años.

Pero, ¿por qué esos recuerdos son tan poderosos y duraderos? Pues sucede que los sistemas de memoria del cerebro están en su momento más eficiente a finales de la adolescencia y en la juventud temprana. Por lo general también es en esa época cuando experimentamos muchas vivencias por primera vez, y por eso es tan normal que resulten particularmente memorables casi todos los recuerdos de entonces. Sin embargo, la razón clave por la que siempre volvemos a las canciones y a las anécdotas de ese periodo de nuestras vidas se debe a que ellas nos recuerdan quiénes somos y lo que vivimos.

Durante los años formativos de la adolescencia y la juventud tomamos muchas decisiones fundamentales que marcan nuestras vidas para siempre, hacemos amigos e iniciamos relaciones importantes de larga duración, así como establecemos las creencias culturales y políticas que forman nuestra identidad. Cuando a las personas se les pregunta por la música que es importante para ellas, sin hacerlo consciente con frecuencia eligen canciones que están asociadas con momentos, lugares y personas importantes, quizá con sus primeras vacaciones lejos de sus padres, un encuentro crucial con su futura pareja o un momento de autodescubrimiento.

Son bastante comunes los temas musicales que asociamos con encuentros sociales, bodas, nacimientos y funerales, al igual que las referencias culturales. Una explicación viable de ese choque de reminiscencia musical es que también las personas tienden a escuchar más música durante esas etapas de sus vidas. Y también es importante conocer que la música tiene una gran capacidad intrínseca para regular las emociones. Posiblemente sea una de las mejores maneras, y la más común, de gestionar la montaña rusa de emociones que se viven durante la pubertad. Es usual que ante cualquier conflicto interno el adolescente o joven se refugie en la música, no solo para aislarse, también para sentirse acompañado y poder poner en orden las luchas internas que se suelen consultar solo con la almohada al compás de alguna melodía. Esas canciones quedan naturalmente incrustadas en los recuerdos más importantes, y funciona tanto para lo positivo como para lo negativo.

La especialista en Neurociencia Cognitiva refiere que en los experimentos en los que ha participado, con frecuencia las personas han escogido canciones que han escuchado durante momentos difíciles y tristes, pero también aquellas vinculadas con mejores experiencias. Las melodías parecen servir como un recordatorio importante de las luces y las sombras emocionales que le dan significado a nuestras vidas.

En el análisis titulado “Desert Island Discs” los investigadores pudieron concluir que una de las razones más frecuentes detrás de la selección de canciones era que les recordaban a una persona en particular, con frecuencia a uno de sus padres o una pareja. Los expertos dicen que incluso se ha sugerido que podría existir un “choque de reminiscencia en cascada”, y que se ha demostrado que los adolescentes tienen una mayor capacidad para reconocer las canciones que vienen de los periodos reminiscentes tanto de padres como de abuelos. Es decir, a veces el gusto por una música determinada es casi hereditario, por haberlo escuchado mucho en el ambiente familiar cuando eran los mayores quienes escogían su música para escuchar.

Hasta el momento gran parte de la investigación sobre el choque de reminiscencia se ha enfocado en la música pop, y en parte es porque resulta más fácil de ubicar cronológicamente. Además, los científicos reconocen saber relativamente poco acerca de en qué medida ese fenómeno se produce también con la música clásica.

Investigadores de un proyecto de la Universidad de Westminster con oyentes de la emisora de BBC Radio 3 que está especializada en arte y música clásica, manifiestan que muchos seguidores de esa corriente musical han tenido una educación musical formal, y la pregunta estaría encaminada a averiguar si también sus preferencias son marcadas por su vinculación con recuerdos, o si son más propensos a usar criterios objetivos acerca de la propia música. Los oyentes de esa emisora probablemente tienen pocas memorias ligadas al dúo británico de pop, Wham!, o al cantante y compositor inglés, Gary Numan; y al contrario, con facilidad pueden identificar su grabación favorita de la Novena Sinfonía de Beethoven. La predicción es que incluso ese grupo selecto de oyentes con su capacidad excepcional de discernimiento sobre la música tenderán a escoger aquellas melodías que escucharon de alguna manera por primera vez durante su juventud.

Lo que sí es un hecho es que el confuso vínculo entre las canciones, los sentimientos y la historia personal de cada quien está muy presente en su colección de discos.