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viernes, 6 de octubre de 2017

La obsesión con los cuerpos

Por Yamy

Hace varias generaciones que los niños crecen en familias obsesionadas con sus cuerpos, así lo afirma la psicoterapeuta feminista Susie Orbach, quien ha escrito decenas de libros y artículos para denunciar los constantes ataques contra el cuerpo, en especial al de las mujeres. Las sociedades, y dentro de ellas las compañías transnacionales, son las mayores responsables de esta locura actual por la delgadez y la hambruna que abruma y nos empuja hacia la obsesión por estar delgadas, o demasiado esqueléticas, a cualquier costo. De acuerdo con la experta esta situación es así desde hace bastante tiempo, incluso desde hace 40 años viene advirtiéndolo.

Susie Orbach es una reputada psicoterapeuta y psiquiatra británica pero, sobre todo, es un icono feminista, en 1978 publicó su primer libro, un ensayo que tituló “La gordura es un asunto feminista”; y en él denuncia la esclavitud del estereotipo de belleza actual, la obsesión por la delgadez que nos arrolla, la fobia contra la obesidad que nos invade, y la enorme carga de violencia que todo eso conlleva contra las mujeres.

Hace casi cuatro décadas que Susie Orbach ha hecho de la denuncia su bandera para dejar en evidencia los constantes ataques contra el cuerpo, en especial contra el cuerpo de las mujeres. Para ello ha escrito muchísimos libros, y también ha publicado artículos y ofrecido charlas por todo el mundo, en un intento de concientizar y hacer que las mujeres nos aceptemos tal y como somos, porque lo importante es que estemos saludables y que nuestro aspecto sea una opción personal no forzada porque desde afuera nos digan, desde que nacemos, que las mujeres debemos estar hermosas como muñecas, con cabello largo y peinado, maquillada, delgada, depilada y bien portada.

Durante siglos, y hasta hace solo unas décadas, la obesidad fue consideraba como un signo de salud e incluso de opulencia. No hay que llegar a ese extremo porque en la actualidad ya sabemos que pasar los valores normales de peso puede ser muy perjudicial para la salud. Sin embargo, hoy en día nuestra sociedad está obsesionada con la delgadez, y no porque se promuevan valores saludables. Vivimos en un mundo obesofóbico, bajo una presión social y psicológica muy fuerte. Tal es así que existen reportes alarmantes de anorexia. ¿Cómo ha sido posible ese cambio tan radical en menos de nada?

Podemos entender que antiguamente la gordura significaba riqueza porque eran pocos los que se podían alimentar bien sin pasar penuria. Comparado con aquel entonces, estos son tiempos de abundancia para muchos. Aunque aún existe muchísima pobreza, en esta época los alimentos se explotan con fines comerciales, y con gigantescas ganancias económicas. Existe sobreproducción, y cada vez se producen más alimentos sintéticos que no pueden ser metabolizados correctamente por nuestros organismos; pero al mismo tiempo está la idea de que debemos rechazar algunas cosas que se nos ofrecen. Y todo esto en el contexto de una cultura visual que promueve los cuerpos largos y delgados, y esto puede ser natural en algunas personas, pero se ha convertido en un prototipo a seguir. Los cuerpos se han convertido en signos de pertenencia y aspiración.

La especialista Susie Orbach advierte sobre los numerosos orígenes de este comportamiento que somete a las mujeres, y casi nada a los hombres, con esa visión única del cuerpo que se ha creado basado en la inseguridad y en la ansiedad.

En la actualidad hasta los niños crecen en familias obsesionadas con sus cuerpos. Las madres creen que es normal y necesario poder ponerse rápidamente los pantalones que usaban antes de dar a luz, y con ese ejemplo ya se van formando las nuevas generaciones. Incluso no son pocas las mujeres que no quieren tener hijos para no “arruinar” sus cuerpos orlados de belleza. En muchos de los hogares de hoy se considera que salud es sinónimo de delgadez, e inconscientemente todo eso se ha incorporado a la cultura doméstica. Pareciera que a medida que las mujeres hemos conquistando más espacio en la sociedad, nos han inculcado la idea de que debemos disminuir corporalmente. Y así es que podemos comprobar cómo los cuerpos de las mujeres son explotados de manera implacable por intereses comerciales; no se trata solo de la industria de la moda o de la alimentación, también es la cosmética, la quirúrgica, y muchas más, donde nos exhiben a mujeres “perfectas”. Un ejemplo deprimente es que las figuras de las muñecas y los maniquíes son prácticamente anoréxicos y desproporcionados. Nada más alejado de la realidad que viven nuestros niños.

Varios estudios han demostrado que las personas obesas son discriminadas, y muchas veces son percibidas como incapaces de controlarse. Esto resulta un prejuicio ridículo porque las personas gordas pueden tener problemas de alimentación, pero pueden no tenerlos. Y, no obstante, si los tienen, son odiados y segregados por su apariencia sin ver que más allá hay una persona con valores y probablemente, enfermedades. Además, puede que muchas mujeres de “talla normal” tengan dificultades similares y que sin embargo no se expresan en adiposidad y gordura.

Más allá de recordarnos constantemente que debemos hacer ejercicios para estar lindas y delgadas , que debemos comer poco o nada, o determinado alimento para estar esbeltas y de vientre plano; y que todo lo contrario es anormal; deberíamos animar a las personas a recordar que hay un mecanismo llamado hambre que se debe satisfacer.

Se ataca mucho las personas obesas, pero se oyen muy pocas críticas contra la industria alimentaria y sus alimentos procesados, responsables en gran medida de la obesidad. Atacar constantemente a la gordura y promover hasta el cansancio la delgadez es un modo fuerte y eficaz de criminalizar. La salud pública debería encaminarse a ayudar a las nuevas madres con problemas de alimentación para que se sientan más relajadas con sus cuerpos y se conviertan en agentes antivirales de esa epidemia con sus hijos, la generación del futuro.