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jueves, 5 de octubre de 2017

Las ondas gravitacionales se llevan el Nobel de Física

Por LisyFa

Las mismas ondas gravitacionales predichas por el genial Albert Einstein hace cien años, se observaron por vez primera el 14 de septiembre de 2015. En este caso, procedían de un choque entre dos agujeros negros. Hasta la fecha de la concesión del premio Nobel de Física 2017, ya se han visto cuatro casos, cada uno de los cuales sirve para revalidar la Teoría General de la Relatividad.

La astrofísica se ha revolucionado con este descubrimiento, puesto que las ondas gravitatorias o gravitacionales son una forma totalmente nueva de observar los acontecimientos más violentos del universo y probar los límites nuestro conocimiento. De acuerdo con la revista Muy Interesante, LIGO (Laser Interferometer Gravitational-Wave Observatory) es un proyecto colaborativo que cuenta con miles de investigadores de más de una veintena de países. Todos juntos, han logrado elaborar un proyecto de casi medio siglo de historia.

En este sentido, los científicos estadounidenses Rainer Weiss, Barry C. Barish y Kip S. Thorne han sido distinguidos con el premio Nobel de Física 2017 por su “decisiva contribución al detector LIGO y la observación de las ondas gravitacionales”, según ha anunciado la Real Academia Sueca de las Ciencias. Ellos, con su osadía y trabajo constante, son un reflejo del éxito de LIGO., y han asegurado que casi cinco décadas de esfuerzo tengan su recompensa.

Desde mediados de los años setenta, Rainer Weiss ya había analizado posibles fuentes de ruido de fondo que perturbarían las mediciones, y además, había diseñado un detector, un láser basado en interferómetro, que superaría dicho ruido. Desde el principio, tanto Kip Thorne como Rainer Weiss estaban absolutamente convencidos de que las ondas gravitacionales podían ser detectadas, y de que revolucionarían todo nuestro conocimiento sobre el universo.

Tal y como describió Albert Einstein en su famosa Teoría de la Relatividad, las ondas gravitatorias se extienden a la velocidad de la luz, y así llenan el universo. Generalmente, se crean cuando una masa acelera, como una pirueta realizada por un patinador sobre hielo; o cuando un par de los agujeros negros giran uno alrededor del otro. Einstein murió convencido de que nunca sería posible medirlas.

Pero la ciencia ha avanzado mucho desde entonces. El logro fundamental del proyecto LIGO fue utilizar un par gigantescos de interferómetros láser para medir cómo la gravedad de la ola pasó por la Tierra con un cambio miles de veces más pequeño que un núcleo atómico. Hasta ahora, todo tipo de radiación electromagnética, como los rayos cósmicos o los neutrinos, se han utilizado para explorar el universo. Sin embargo, las ondas gravitacionales son testimonio directo de las interrupciones en el mismo tejido espacio-tiempo. Esto es algo completamente nuevo y diferente, que abre mundos nunca antes descubiertos, y una enorme riqueza de conocimientos.

Los detectores LIGO comenzaron a funcionar en 2002 y trece años después la Colaboración Científica LIGO anunció la primera detección de ondas gravitacionales procedentes de la colisión de dos agujeros negros de características desconocidas hasta ese momento. Esto marcó un hito en la historia de la Física, pues confirmó la predicción de Einstein. El descubrimiento está considerado como uno de los logros científicos más importantes del siglo al validar uno de los pilares de la física moderna —la Teoría General de la Relatividad— y abrir una nueva ventana para observar el Universo.

La comunidad internacional, tanto científicos como amantes de la astrofísica o admiradores de Albert Einstein, están felices con este Nobel, por tratarse de investigadores que han dedicado sus vidas a comprobar la teoría del genio alemán. No obstante, podríamos criticarle a la Academia Sueca que, una vez más, los galardonados son hombres. Desde que fue entregado el primer Nobel de Física, en 1901, 207 personas han sido premiadas. Sin embargo, apenas dos han sido mujeres: Marie Curie en 1903, y María Goeppert-Mayer en 1963.