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sábado, 7 de octubre de 2017

Los fármacos, unos malos compañeros durante la gestación

Por Yamy

El embarazo es el proceso de formación de un nuevo ser. Es un período muy delicado y tanto el futuro bebé como la madre necesitan los mayores cuidados y atenciones, por supuesto, siempre bajo la supervisión de los profesionales de la salud. Muchos son los riesgos en esa etapa, y uno de los más importantes está asociado a los medicamentos. En algunas ocasiones resulta inevitable y  determinar el impacto de uno u otro fármaco no es muy fácil. Aunque sí está definido un grupo de consecuencias debido a que un gran porcentaje de las medicinas puede pasar al feto a través de la placenta y causarle daños irreversibles e, incluso, la muerte. Aunque también depende de la dosis, la duración del tratamiento y del momento del embarazo, está comprobado que algunas medicinas tienen gran capacidad para originar malformaciones mientras que otros pueden ocasionar dificultades durante el parto. Sin embargo, la mejor opción siempre será evitarlo, salvo cuando sea estrictamente imprescindible e indicado, y luego de haber evaluado que sea superior el beneficio que el riesgo. Algunos de los fármacos más arriesgados son el Omeprazol, los antihipertensivos, los antiinflamatorios no esteroideos y los anticonceptivos orales.

Los expertos coinciden en concluir que jamás el autodiagnóstico y la automedicación será la elección correcta. Lo que sí está claro es que cualquier información y consulta relacionada con la administración de medicamentos ha de realizarse siempre y únicamente por un especialista calificado. Ni siquiera los amigos y los familiares con “experiencia” tienen la capacidad para poder diagnosticar e indicar. Cada paciente debe ser visto de manera individual porque todos los padecimientos son distintos, como son distintas las características físicas de cada persona.

Es por tanto, el ginecólogo o el médico de cabecera en su caso quien, tras una minuciosa revisión de la paciente, podrá determinar la mejor solución para su dolencia o malestar, así como explicar los riesgos y los beneficios de tomar determinados fármacos.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda a las embarazadas actuar con extrema precaución porque un gran porcentaje de los medicamentos pueden llegar al feto a través de la placenta, de la misma forma que lo hacen el oxígeno y los nutrientes. Cuando eso sucede puede perjudicar severamente el correcto desarrollo del feto, pueden influir en la calidad de la placenta y provocar que el futuro bebé tenga problemas de bajo peso al nacer o un menor desarrollo, también ocasionar partos prematuros debido a un mecanismo de contracción de los músculos del útero. Es por esto que desde el minuto cero del embarazo, el personal médico presta mayor importancia a estar alerta y prescindir de la toma o aplicación de medicamentos durante la gestación, excepto en los casos en los que sea absolutamente necesario para garantizar el buen estado de salud de la madre.

En tal sentido la agencia estadounidense Administración de Alimentos y Medicamentos (Food and Drug Administration, FDA) clasifica los fármacos en 5 categorías según los riesgos que representan durante el embarazo:

Clase A: Los estudios previos en mujeres revelaron que no existe un riesgo para el feto durante el primer trimestre del embarazo, por tanto, los medicamentos con esta clasificación pueden considerarse seguros. Entre ellos se encuentran el Ácido Fólico, la Vitamina B6, el Ácido Ascórbico, y también el Hierro, el Calcio, el Potasio y la Levotiroxina.

Clase B: Los ensayos en animales refieren que no existe un riesgo para el feto durante el primer trimestre. Se trata de medicamentos que han sido usados frecuentemente durante el embarazo y que no parecen causar defectos congénitos graves y otros daños en el feto. Entre ellos se destacan el Acetaminofenol, el Aspartato, los Corticoides, la Insulina, la Amoxicilina, el Ácido Clavulánico, la Azitromicina, y el Ibuprofeno (aunque es mejor evitar este después de la semana 32 de gestación).

Clase C: Los estudios en animales indican que existen efectos perjudiciales para el feto, y este tipo de fármacos sólo deben utilizarse cuando el beneficio puede justificar el riesgo. Aquí también se incluyen aquellos medicamentos cuyos estudios de seguridad no han sido concluidos. Normalmente, estos fármacos vienen con una etiqueta de advertencia, y algunos de ellos son la Proclorperazina, la Amikacina, el Atenolol, la Beclometasona, la Betametasona, la Cafeína, la Carbamazepina, la Codeína, el Clonazepam, el Fluconazol, el Ketorolac, la Dexametasona, la Inmunoglobulina Anti RH (D), y la Ciproflozacina.

Clase D: En este grupo los estudios en animales demuestran que puede haber riesgo para el feto. Ante una situación de peligro grave para la madre se acepta su administración si no se dispone de otro fármaco más seguro. La lista está integrada por el Acenocumarol, el Ácido Acetilsalicílico, el Diazepam, el Valproico, el Litio, la Fenitoína, así como algunos quimioterápicos (la Bleomicina, el Metotrexate) y el alcohol.

Clase X: Los estudios en mujeres y en animales han confirmado la existencia de riesgo en el feto, y resaltan, además, que no existe beneficio alguno sobre la embarazada, por tanto está contraindicado totalmente su uso durante la gestación. Algunos medicamentos que forman parte de esta categoría son la Isotretinoína Accutane, el Misoprostol, la Talidomida, el Raloxifeno, la Simvastatina o la Nandrolona, entre otros.

Todos ellos representan peligro en mayor o menor medida en función del grado de madurez del feto, aunque el riesgo es mayor durante el período de la organogénesis, comprendida entre las semanas 3 y 8 de gestación. Sin embargo, el Omeprazol, los antihipertensivos, también los antiinflamatorios no esteroideos y los anticonceptivos orales son algunos de los más peligrosos durante el embarazo.

No obstante, existen otros medicamentos que una gestante puede consumir sin ningún riesgo, y que le ayudarán a aliviar las molestias que pueda presentar. También hay que tener presente que además de los medicamentos mencionados, algunas vacunas como las que previenen el sarampión, la varicela, la rubéola, la paperas, la poliomelitis y la fiebre amarilla, pueden tener efectos malignos sobre el feto y la placenta.