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martes, 10 de octubre de 2017

Más sexo, menos esperanza de vida

Por DianaLeon

Investigadores de la Universidad Federal de Río Grande del Sur, en Brasil, han encontrado evidencias de que la actividad sexual influye en el proceso del envejecimiento. El esfuerzo que provocan las actividades reproductivas para el organismo constituye un costo directo para la esperanza de vida. Esto quiere decir que mientras más recursos el cuerpo emplee para reproducirse, menos energía tendrá disponible para la regeneración de tejidos y órganos. En ese sentido, desde hace décadas los científicos conocen que ciertos genes encargados de las funciones reproductivas, se convierten con el tiempo en uno de los factores causantes del envejecimiento del organismo. Otro estudios realizado por expertos de la Universidad de Maguncia, en Alemania identificó algunos de esos genes y la manera de alterar su funcionamiento para suspender el envejecimiento de los animales examinados.

Investigadores de la Universidad Federal de Río Grande del Sur, en Brasil, han encontrado evidencias de que la actividad sexual influye en el proceso del envejecimiento. El estudio fue publicado en la revista 'Biogerontology' y se inscribe en la teoría del soma desechable. Dicha teoría entiende a la senescencia como el resultado de compromisos que establece el organismo entre la longevidad y la reproducción temprana.

La teoría del soma desechable fue formulada a finales de los años 70 por Thomas Kirkwood y posteriormente desarrollada por él mismo y el genético Robin Holliday. Actualmente, muchos la consideran el mejor marco teórico para comprender el envejecimiento. Esta plantea que el envejecimiento se debe a limitaciones originadas en el mantenimiento somático y la reparación, debido a que la reproducción compite con ellas de forma prioritaria. Por tanto, el envejecimiento es resultado de la acumulación de daño en las células y tejidos durante la vida.

En ese sentido, el esfuerzo que provocan las actividades reproductivas para el organismo constituye un costo directo para la esperanza de vida. Esto quiere decir que mientras más recursos el cuerpo emplee para reproducirse, menos energía tendrá disponible para la regeneración de tejidos y órganos.

El estudio realizado por el equipo de investigadores brasileños se basó en experimentar con 80 ratas macho de laboratorio. Los especímenes fueron separados en cuatro grupos, donde eran mantenidos con vida por 3, 6, 12 y 24 meses, respectivamente. A su vez, cada grupo se dividió en dos subgrupos: en uno, mantenían contacto sexual con hembras, mientras que en el otro permanecieron aislados del sexo opuesto.

Posteriormente, fueron analizados y comparados los tejidos orgánicos de cada grupo, en base al índice de óxido-reducción (redox) y al nivel de testosterona. De esta manera, los científicos establecieron una correlación entre el nivel de estrés oxidativo de los animales y el daño genético en los especímenes de cada grupo.

El estudio determinó que los machos que realizaron actividad sexual tuvieron un mayor nivel de estrés oxidativo y, por lo tanto, un mayor daño celular. De hecho, el deterioro de los tejidos relacionado con el apareamiento fue sustancialmente pronunciado en machos jóvenes.

En ese sentido, desde hace décadas los científicos conocen que ciertos genes que están encargados de las funciones reproductivas, se convierten con el tiempo en uno de los factores causantes del envejecimiento del organismo. Otro estudios realizado por expertos de la Universidad de Maguncia, en Alemania identificóalgunos de esos genes y la manera de alterar su funcionamiento para suspender el envejecimiento de los animales examinados.

El equipo estudió la especie de gusanos llamada Caenorhabditis elegans e identificó 30 genes que perjudican a los animales en la senectud. Muchos de los genes identificados tienen una función en común: la de regular el proceso vital llamado autofagia, el mecanismo de reciclaje de las células que elimina lo que pudiéramos llamar la basura celular, antes de que esta se acumule y empiece a causar daño al organismo.

La autofagia funciona bien en los cuerpos jóvenes, pero después de la reproducción, esta se ralentiza y fomenta el envejecimiento. De ahí que 'apagar' esta función a determinada edad podría ser útil tanto para mejorar la salud, como para prolongar la vida activa del organismo.

Precisamente este fue el efecto observado en la especie Caenorhabditis elegans. Los científicos descubrieron que desactivando la autofagia en las neuronas de los gusanos, estos se volvían más sanos y su esperanza de vida aumentó un 50 por ciento.

Actualmente, los especialistas buscan métodos para aplicar los resultados en los seres humanos y señalan que el descubrimiento no solo podría mejorar nuestra salud y longevidad, sino ayudar a combatir enfermedades neurodegenerativas como el Alzhéimer, Párkinson y Huntington.