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jueves, 19 de octubre de 2017

Moscú no creyó en las lágrimas del Sevilla

Por Mayli

El Sevilla ya toca fondo, si de Bilbao habían salido con la cola entre las piernas, el viaje a Moscú para visitar al Spartark se anunciaba pesado, vaticinante. Al término del pitazo final, y un 5-1 en contra, el Sevilla sabía que nada valían las lágrimas, aquí. Se avecina una Revolución.

No es que tampoco, en la visita del Sevilla al Spartak de Moscú, estos no hayan sabido a qué jugar. De hecho, lo mejor del Sevilla, fue Ener Banegas, quien se asoció de maravillas con Nolito, pero sin rendir esfuerzos, en el resultado final. Se sabía que vendría lo peor, cuando finalmente se veía que el Sevilla jugaba a algo, tenía un proyecto de equipo, pero sin profundidad. La defensa del equipo de Berizzo hizo aguas temprano, mostrando que es ese su lado más flaco, y el que más dinero necesita para reforzarse. También necesitan gol, algo que no aparece dentro del once sevillano, adoleciendo de delantera y defensa, al Sevilla solo le queda rezar, no solo contra el Spartak, si no contra cualquiera que tenga un poco más de pólvora que ellos.

En los primeros compases, los sevillanos tenían el control del juegos, pero el fútbol no se gana por quien domine el por ciento de minutos con la pelota, el fútbol se gana con goles, y fue lo que hizo el Spartak, siendo menos sobre la grama de Moscú. El gol andaluz llegó en el primer tiempo gracias a un tiro de esquina, donde Kjaer puso la única diana del choque para los españoles.

De la misma manera iba a llegar el gol del Spartak, con el adicional, de que Promes remató dos veces en el área, con total libertad. Con el descanso intermedio el Sevilla se llamó a capítulo y salió con empuje, valiente, pero las cosas no se tratan solo de carácter, pues los sevillanos mueren en sus individualidades. El Sevilla no encuentra quien tire del carro con certeza, y entre esas pérdidas, ese desconocimiento, llegan los fallos, los errores, y los goles contrarios, quienes ni cortos ni perezosos, hicieron un bailable en Moscú.

Cuando no lo merecían, cuando parecía que llegaba el gol del Sevilla, el Moscú en una jugada rocambolesca, marcó el 2-1. Mala suerte, había que sacar pecho ahora, pero no, el Sevilla bajó los brazos, y llegaron dos goles más, en solo 10 minutos de partido. Entre las caras largas y la decepción de los jugadores blancos, nadie tomaba la batuta, ni siquiera desde el banquillo había cambios. Igual, ¿qué cambios? Promes, le puso la guinda al pastel, con el 5-1 final. Y con ello, el Sevilla queda tercero de su grupo, a expensas de no concretar nada serio esta temporada si no se ponen las pilas, ahora que todo parece que comienza, pero que al final, pesan.