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domingo, 1 de octubre de 2017

¿Se ha enfriado la relación entre EEUU y Cuba?

Por Marta A.

El canciller de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla, cargó en Naciones Unidas contra Estados Unidos por los anuncios de ese gobierno de recrudecer el cerco económico, comercial y financiero contra la Isla. Al intervenir en el 72 Período de Sesiones de la Asamblea General de la ONU, celebrada en Nueva York, el Canciller reafirmó que Cuba tiene la voluntad de seguir la relación con EE.UU. que comenzó públicamente en diciembre de 2014, pero solo si es sobre bases de igualdad, respeto y reciprocidad.

Rodríguez Parrilla señaló que pese a las diferencias políticas entre ambos gobiernos, la historia de cooperación con el gobierno de Barack Obama, en intereses comunes como la seguridad, la migración, el cumplimiento de la ley, el medio ambiente y el transporte, permitió que se firmaran una veintena de acuerdos.

En apenas dos años de diálogos Cuba y Estados Unidos avanzaron sustancialmente en esferas que tienen que ver con la diplomacia y lo político y posibilitó la salida de Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo y que compartieran en tres ocasiones los presidentes Obama y Raúl Castro, una de ellas durante la visita del estadounidense a la Isla.

Las orillas de Estados Unidos y Cuba se “acercaron” y permitió el restablecimiento de los vuelos regulares y el correo postal –un acto común entre otros países– volviera a fluir directamente entre las dos naciones, y que fuera detenido a comienzos de la década del ’60 cuando explotó una bomba en La Habana que viajó desde ese país en un bulto postal.

El ofrecimiento del Ministro cubano al gobierno de Donald Trump de trabajar en beneficio de ambos pueblos, pero sin concesiones a la soberanía de la Isla, llega apenas dos días luego del discurso del mandatario en la ONU, en el que exigió reformas verificables en el Gobierno antillano.

En las últimas semanas políticos estadounidenses han barajado públicamente la opción del cierre de la Embajada de ese país en La Habana y la ruptura de relaciones diplomáticas como represaría por las supuestas agresiones acústicas que funcionarios norteamericanos habrían sufrido durante su estancia en Cuba.

Sin evidencias científicas que justifiquen los padecimientos de los diplomáticos: náuseas, mareos, pérdida auditiva y hasta conmoción cerebral, pareciera que el hecho extraordinario puede motivar un enfriamiento de los vínculos que tuvieron su época dorada durante la presidencia de Obama.

Antes de asumir el cargo, Trump prometió que revisaría el acuerdo de Obama con Castro, y cinco meses después de su toma de posesión, anunció un recrudecimiento del embargo económico a la Isla, una política que su antecesor había calificado de fracasada.

Mientras tras bambalinas se baraja si Cuba y EE.UU. rompen relaciones, más de 284 mil estadounidenses aprovecharon en 2016 las medidas de Obama y se aventuraron a descubrir la fruta del pecado que fue La Habana durante más de cinco décadas; interés que continuó en aumento este año cuando la misma cantidad ya había visitado Cuba a finales de mayo.

Aun cuando la escalada en la retórica pública desde los dos gobiernos está en su punto más álgido desde el 2014, habrá que esperar cómo se desenvuelve el caso de las “agresiones acústicas a los diplomáticos” y el desenlace de la investigación que en La Habana y Washington se realizan; además de valorar las nuevas medidas que anunciará el gobierno de Trump para recrudecer el bloqueo o embargo, para definitivamente perfilar si las relaciones entre Cuba y Estados Unidos vuelven a la era del hielo.