Enviar por email

tu nombre: email destino: mensaje:
Nombre de Usuario: Email: Contraseña: Confirmar Contraseña:
Entra con
Confirmando registro ...

Edita tu perfil:

Usuario:
País: Población: Provincia:
Género: Cumpleaños:
Email: Web:
Como te describes:
Contraseña: Nueva contraseña: Repite contraseña:

sábado, 7 de octubre de 2017

Signos de interrogación y exclamación, un inicio con toque español

Por Jacky

El idioma español es el único en el que se usan los signos de inicio de exclamación e interrogación tanto al final de la frase, como al inicio de la misma. La historia de esos dos signos es antigua. De acuerdo con los estudios, el signo de admiración ya estaba presente en manuscritos latinos medievales y, de acuerdo con la Real Academia de la Lengua, el de interrogación fue un aporte de los carolingios, una dinastía de origen francés que dominó Europa Occidental entre los siglos VIII y X. Con respecto al uso de estos signos, la Academia de la Lengua subraya que los signos de apertura (¿ ¡) son característicos del español y no deben suprimirse por imitación de otras lenguas en las que únicamente se coloca el signo de cierre.

El idioma español es una lengua romance muy difundida en el mundo, de hecho, es la segunda más hablada del mundo por el número de personas que la tienen como lengua materna, detrás del chino mandarín.

Este idioma complejo, es el único en el que se usan los signos de inicio de exclamación e interrogación dobles. En la escritura, el signo de interrogación se utiliza para indicar que es una pregunta, y señalar que hay que leerla con entonación interrogativa. Por su parte, el de exclamación indica estados de sorpresa, asombro, alegría, súplica, mandato o deseo, señalando que debe alzarse la voz y enfatizarse la frase.

Pero en el caso del español, el uso de estos signos tiene una particularidad que los hace únicos: esta es la única lengua en la que los signos de interrogación y de exclamación son dobles, o sea, se colocan tanto al final de la frase, como al inicio de la misma.

La historia de esos dos signos es antigua. De acuerdo con los estudios, el signo de admiración ya estaba presente en manuscritos latinos medievales y, de acuerdo con la Real Academia de la Lengua, el de interrogación fue un aporte de los carolingios, una dinastía de origen francés que dominó Europa Occidental entre los siglos VIII y X.

Sin embargo, en sus orígenes, esos se empleaban solamente al final de las frases. De hecho, no fue sino hasta 1754, en la segunda edición de la Ortografía de la Real Academia de la Lengua, cuando apareció el signo de inicial de interrogación. Es decir, que tardaron bastante en empezarse a usar también en la apertura de las frases interrogativas y exclamativas. En ese sentido, los académicos debatieron extensamente sobre esto y concluyeron que el signo de interrogación final no bastaba, especialmente en ciertas frases largas.

Según un acta de una de las reuniones sobre el tema, en lo referido a la nota de interrogación, además del uso que tiene en fin de oración, hay periodos o cláusulas largas en que no basta la nota al final y es necesario indicar desde el principio el sentido y tono interrogante con que debe leerse, por lo que acordaron que, en estos casos, se usaría la misma nota interrogante poniéndola sobre la primera voz de la cláusula o periodo.

Bajo este argumento, el 17 de octubre de 1753 los académicos decidieron novedosa e históricamente que habría también signos de interrogación de apertura al comienzo de las frases interrogativas, señalándose con el mismo signo existente pero invertido. Aunque, en un principio, se planteaba que el uso al inicio se restringiría a las oraciones largas, pero esta interpretación pasaba por la perspectiva de cada persona, causando confusiones, de ahí que en 1870 la Academia decidió que el signo de interrogación inicial se empleara en todas las frases interrogativas, independientemente de su extensión.

La experta en historia de la gramática e historiografía lingüística de la Universidad de Valencia, María José Folgado, en su estudio "Los signos de interrogación en las ortografías del español", explica que esto no es más que otra muestra del tradicional deseo de los maestros de la ortografía españoles por representar la lengua de la manera más fiable y adecuada a la pronunciación.

Por su parte, el signo de exclamación, llegó a los tratados de ortografía más tarde que el de interrogación, refiriéndosele como signo de admiración.

La primera referencia ortográfica se hizo en 1726, explicando que se le llama así a una nota, que en el periodo significa el efecto de la admiración, y se escribe con una i vuelta al revés: como Oh cuán bueno es Dios!. En la siguiente edición de 1770, se subraya que de algún tiempo a esta parte se acostumbra poner el signo de manera inversa (¡) antes de la voz en que comienza este sentido y tono, cuando los periodos son largos. En el 1884 fue cuando se reconoció de manera oficial como signo doble, aunque no fue hasta la 23 edición del diccionario de la Real Academia, en 2014, cuando fue rebautizado como signo de exclamación en lugar de admiración.

Con respecto al uso de estos signos, la Academia de la Lengua subraya que los signos de apertura (¿ ¡) son característicos del español y no deben suprimirse por imitación de otras lenguas en las que únicamente se coloca el signo de cierre.

Los signos de interrogación y de exclamación se utilizan pegados a la primera y la última palabra del período, y separados por un espacio de las palabras que los preceden o los siguen. Es posible escribir dos o tres signos de exclamación para indicar mayor énfasis en la entonación exclamativa y también puede combinarse el uso de ambos signos en el mismo periodo.