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miércoles, 11 de octubre de 2017

Sustantivos de la ideología

Por Yamy

Muchos tendrán dudas sobre el origen de los términos izquierda y derecha en la política. Su constante enfrentamiento e ideas encontradas es tema habitual cada día, pues este mundo polarizado tiene cada vez más marcadas sus luchas partidistas. Pues bien, la división izquierda-derecha tiene una fecha de nacimiento un tanto dudosa; casi todos sitúan su génesis durante las primeras semanas de la Revolución Francesa, sin embargo existe un desacuerdo en cuanto a la definición del día exacto porque un primer grupo de autores indica que todo comenzó el 28 de agosto de 1789, mientras que otros dicen que fue unos días más tarde.

El filósofo español Gustavo Bueno en su libro titulado “El mito de la izquierda. Las izquierdas y la derecha” afirma que los términos nacieron en la sesión del 28 de agosto de 1789, cuando la Asamblea Nacional Constituyente surgida de la Revolución Francesa discutía la propuesta del veto absoluto del Rey, contentiva en un artículo que estaría presente en la nueva Constitución. En aquel entonces los partidarios del veto real absoluto se ubicaron a la derecha y los que estaban a favor de un veto suavizado, o nulo, se quedaron a la izquierda. Documentos históricos indican que desde ese instante se mantuvo esa “geografía” de la Asamblea.

No obstante, otros refieren que el tema de “derecha e izquierda” nació luego, el 11 de septiembre de 1789, justamente dos semanas después. Aunque es evidente que no existe consenso en cuanto a la fechas, sí coinciden en la circunstancia que provocó el reparto de espacio en la Asamblea francesa. Cuando los políticos estaban debatiendo sobre el derecho a veto del Rey en las decisiones que tomase la Asamblea, de las discusiones surgieron tres grupos de diputados en función de sus ideologías, uno que estaba a favor de que el monarca pudiera influir en las decisiones; otro que estaba en contra y que contemplaba la opción del veto suspendido para impedirle al Rey que derogara las decisiones tomadas durante una o más legislaturas; y un tercer grupo, en su mayoría, indecisos. Al principio no se llamó izquierda y derecha, sino “llanura”, “montaña” y “marisma”.

Los diputados que estaban a favor de la propuesta que suponía el mantenimiento de hecho del poder absoluto del monarca, se situaron a la derecha del presidente de la Asamblea. Los que estaban en contra, y defendían que el rey solo tuviera derecho a un veto suspensivo y limitado en el tiempo, con la soberanía nacional por encima de la autoridad real, se situaron a la izquierda. Así el término “izquierda” quedó asociado a las opciones políticas que propugnaban el cambio político y social, mientras que el término “derecha” quedó asociado a las que se oponían a los cambios.

Algunos afirman que la posición geográfica dentro de la Asamblea surgió como una forma práctica de votar, otros alegan que fue para facilitar el diálogo entre los partidarios de las distintas opciones. El tema es que en realidad sí facilitó el recuento durante el proceso de votación (lo expresaban con mano alzada), y por eso, o por lo otro o por ambas causas, las distintas tendencias se repartieron el espacio físico de la entidad, pues así sería más cómodo saber qué grupo era más numeroso y ganaba. Desde el primer momento fue al azar y luego se mantuvieron los sitios originales.

En cuanto a la ideología no han cambiado mucho las posturas. A la izquierda estaban los partidarios de una nueva constitución, los constitucionalistas, con Robespierre entre ellos pedían el veto nulo o suspendido, es decir, impedirle participación concluyente al Rey. Siempre prefirieron una república, el sufragio universal, y la igualdad social, por tanto contaban con el favor de las clases populares. En el centro, los indecisos (o moderados) no tenían una postura definida sobre el desempeño del monarca. Mientras que a la derecha se situaron los excluyentes defensores del poder real, quienes estaban a favor de que el Rey pudiera vetar las decisiones de la Asamblea. Por supuesto ese grupo estuvo conformado por absolutistas convencidos, principalmente gente de Nobleza y clero, quienes preferían una monarquía parlamentaria además de derecho de sufragio no universal, es decir, nada para las clases no propietarias.

Desde ese momento, y durante estos siglos, todo aquel que ha tenido ideas moderadas ha sido tildado de ser de “derecha”, mientras que los más progresistas, en el lado opuesto, son llamados de “izquierda”, conceptos que han perdurado hasta nuestros días.