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sábado, 14 de octubre de 2017

Un efecto "umbral"

Por Jacky

A todos nos ha pasado alguna vez que hemos entrado a alguna habitación a buscar algo, pero cuando llegamos no somos capaces de recordar a qué íbamos. Esos momentos temporales de olvido se conocen como “el efecto umbral”, fenómeno molesto pero que revela algunas características de cómo se organiza la mente humana. La ciencia ha determinado que cuando cambiamos de entorno, cambia nuestro foco de atención, lo que tiene efecto en la memoria. La manera en que la atención se mueve hacia arriba y hacia abajo en la escala de acciones es lo que permite desarrollar comportamientos complejos, creando un plan coherente en distintos momentos, múltiples lugares o que requiere múltiples acciones. Cuando la atención se mueve entre esos niveles ocurre “el efecto umbral”, reflejando la dependencia de los recuerdos, incluso de aquellos vinculados a lo que estábamos a punto de hacer.

A todos nos ha pasado alguna vez que hemos entrado a alguna habitación a buscar algo, pero cuando llegamos no somos capaces de recordar a qué íbamos. Otro caso, cuando estamos conversando con un amigo y esperamos un momento para interrumpirlo y contarle algún tema interesante que nos hizo querer cortarle la conversación y justo en el momento que íbamos a hablar desaparece de nuestras mentes.

Esos momentos temporales de olvido se conocen como “el efecto umbral”, fenómeno molesto pero que revela algunas características de cómo se organiza la mente humana. Cuando has llegado a la nevera, y te has olvidado de por qué estás allí, no te preocupes, no tienes Alzheimer, esto es un posible reflejo del complejo procesamiento que se desarrolla en el cerebro. La ciencia ha determinado que cuando cambiamos de entorno, cambia nuestro foco de atención, lo que tiene efecto en la memoria.

Con el paso de los días, la atención cambia entre diferentes niveles de estrategia, es decir, realizamos determinadas tareas con el fin de hacer algo más grande. Por ello, pasa que nos centramos tanto en alguna tarea concreta que se nos olvida que su función es para hacer algo más adelante. Nuestras ambiciones, objetivos, planes y estrategias, pertenecen a los niveles más altos y las tareas concretas son los niveles más bajos. A menudo, en situaciones que nos son familiares, centramos la atención en lo que queremos. Por ejemplo, un conductor experto centra su atención en acciones menos rutinarias como controlar el tráfico o hablar con sus pasajeros, por encima de acciones comunes como controlar los indicadores o los cambios. Cuando esas acciones son menos comunes, debemos cambiar el nivel de atención a aquellos detalles de lo que se está haciendo, eliminando por un momento de la mente, la imagen más grande del plan. Esto explica entonces la pausa que se da en la conversación cuando el conductor llega a un cruce difícil, o el motor empieza a hacer un sonido raro.

La manera en que la atención se mueve hacia arriba y hacia abajo en la escala de acciones es lo que permite desarrollar comportamientos complejos, creando un plan coherente en distintos momentos, múltiples lugares o que requiere múltiples acciones. Cuando la atención se mueve entre esos niveles ocurre “el efecto umbral”, reflejando la dependencia de los recuerdos, incluso de aquellos vinculados a lo que estábamos a punto de hacer. Por ejemplo, si vamos a una habitación a buscar las llaves y al entrar en ella no recordamos a qué íbamos, lo que ha ocurrido a nivel psicológico es que el plan “llaves” se ha olvidado incluso en medio del desarrollo de una parte necesaria de la estrategia "ir a la habitación".

Esto ocurre porque posiblemente el plan en sí forma parte de uno más grande, que sería algo como "Prepárate para salir de casa", que a su vez, forma parte de planes en una mayor escala como "ir a trabajar", "mantener el trabajo", "tener dinero ", etc. Cada una de estas escalas requiere atención en algún momento, es por ello que en algún lugar dentro de esa complicada jerarquía surge la necesidad de “llaves”, y nos centramos en ella lo suficiente como para construir un plan, pero posteriormente pasamos al siguiente nivel cuando caminamos al dormitorio, o nos preguntamos algo durante el trayecto, o pensamos en lo que tenemos que hacer en el trabajo.

“El efecto umbral” se da porque intercambiamos los ambientes físicos y mentales, cambiándonos a una habitación diferente y pensando en otras cosas. El cerebro ve las puertas como una división, un punto de corte. Eso es debido a que cuando cambiamos de entorno, cambia también el foco de atención, lo que afecta los procesos de la memoria. El cerebro olvida ciertas tareas porque no podemos concentrarnos de manera adecuada en tantas cosas a la vez, olvidando por lo general aquello que se da cuando el contexto cambia.