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jueves, 5 de octubre de 2017

Un siglo para Violeta Parra

Por Yamy

Cien años de vida hubiera cumplido Violeta Parra este 4 de octubre. Violeta Parra fue una cantautora, pintora, escultora, bordadora y ceramista chilena, una artista versátil y considerada una de las principales folcloristas en América del Sur, además de gran divulgadora de la música popular de su país, a la que enriqueció con su vasta obra. La cantautora chilena dejó una impronta que aún no se ha extinguido en la música latinoamericana. Quizás “Gracias a la vida” es su canción más conocida, la cual escribió apenas un año antes de morir, en 1967, a los 49 años de edad, bajo circunstancias todavía inexplicables.

La reconocida compositora Chilena es una de los tantos artistas de su familia. Hasta hoy Violeta Parra es la folklorista más importante de Chile, y tanto su figura como sus canciones han trascendido el ámbito nacional. Muchos de sus temas han sido versionados por famosos artistas de todos los tiempos.

Violeta Parra provino de una familia humilde, fue hija de un profesor de música y creció en un ambiente rural, y por tanto musical. Desde muy pequeña sintió inclinación hacia la canción, aunque también fue pintora, bordadora, escultora y ceramista. Comenzó a tocar la guitarra a los nueve años, y ya a los 12 componía. Después de la muerte de su padre se mudó muy joven a la ciudad de Santiago de Chile en el año 1932, invitada por su hermano Nicanor, también artista. Más tarde abandonó los estudios y junto a su hermana Hilda formó el grupo “Las Hermanas Parra”, y se dedicaron a ofrecer conciertos en bares y quintas de recreo.

A los 20 años Violeta Parra comenzó su carrera profesional interpretando boleros, corridos, cuecas, rancheras y tonadas. Se casó y tuvo dos hijos, Ángel e Isabel, quienes también se dedicaron a la música. Violeta Parra se separó del padre de sus hijos en 1948, cuando su vida ya estaba unida a un grupo teatral y empezaba a multiplicar sus apariciones públicas. Por esa época ya se estaba implicando políticamente, lo cual resultó decisivo para la proyección de su música que, a partir de entonces se convirtió en su instrumento “para transformar la sociedad”. Violeta Parra decía “yo no canto para que quede bonito”. Ya convertida en militante de la canción se hacía acompañar por los poetas, primeramente su hermano Nicanor, y luego por Pablo Neruda.

En la década de los 50 llegaron las grabaciones, los premios y la primera gira de Violeta Parra por Europa. En París grabó varios “elepés”, es decir, discos de vinilo de larga duración; y en 1957 regresó a Chile y fundó el Museo Nacional de arte folklórico. Cuando aún vivía en Ginebra, en 1964, expuso una serie de sus arpilleras, óleos y esculturas en el Museo de Artes Decorativas del Palacio del Louvre. Para ese entonces mantenía relación con a quien llamó “el amor de su vida”, el musicólogo suizo Gilbert Favre, a él le dedicó composiciones de amor y desamor como “Corazón maldito” y “Qué he sacado con quererte”.

La influencia de Violeta Parra llega hasta nuestros días; sigue siendo musa e inspiradora de estrellas de la canción chilena como Manuel García, o del sector “indie” como Camila Moreno; y se extiende a prácticamente todos los cantautores de Latinoamérica y España. Hasta Joaquín Sabina le robó unos versos para hacerla suya en “Violeta para violetas”, en el año 2009.

Cuando en 1965 Violeta Parra regresó a Chile, instaló una carpa con la idea de que se convirtiera en un gran centro de folklore vivo donde podían participar sus hijos Ángel e Isabel, además de destacados artistas chilenos de la época como Rolando Alarcón, Víctor Jara y Patricio Manns, entre otros. La idea no tuvo una gran acogida entre el público, y según refieren, esa fue una de sus grandes frustraciones.

En febrero de 1967 Violeta Parra se suicidó. Dejó cientos de canciones pero muchos han sido incapaces de olvidar su “Gracias a la vida”, un tema que se convirtió en himno, y que compuso apenas pocos meses antes de morir tan drásticamente. “Gracias a la vida” es un canto a la existencia, sin embargo existen muchos cuestionamientos sobre su suicidio poco tiempo después. Algunos críticos de su obra perciben en la letra, así como en el estilo de musicalización, en los tonos usados y en la monotonía de sus temas, el reflejo de un estado de ánimo depresivo, y ven en “Gracias a la vida” una canción de despedida.