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miércoles, 18 de octubre de 2017

Una tormenta del Atlántico que llegó muy lejos

Por Yamy

Irlanda fue azotada recientemente por una de las peores tormentas que ha alcanzado ese país europeo en aproximadamente unos 50 años. Los remanentes del huracán Ophelia, no por haber estado disminuido con vientos de hasta 176 kilómetros por hora, alcanzaron la costa oeste irlandesa y dejó un balance inicial de dos hombres y una mujer muertos, y cerca de 360 000 hogares y establecimientos comerciales sin electricidad. Cientos de miles de personas en el Reino Unido se quedaron sin fluido eléctrico, se cerraron colegios y centros laborales, y entre las consecuencias se registraron techos destruidos, algunos derrumbes,, inundaciones y muchos árboles arrancados de raíz.

Con antelación el gobierno irlandés advirtió que las condiciones climáticas creadas por el fenómeno natural Ophelia suponían un peligro para la vida y la propiedad de los habitantes de esa nación, y por tanto emitió alerta roja para todo el territorio. De acuerdo con la MET Office (la oficina meteorológica británica), por causa de Ophelia en Irlanda del Norte también se produjeron cortes de energía. Además se interrumpieron numerosos vuelos aéreos y otros servicios de transporte hasta tanto las condiciones fueran propicias. Pero eso no es todo, el mismo lunes 16 de octubre los efectos de la tormenta alcanzaron el condado de Dumfries y Galloway, en Escocia. En el suroeste de ese país los vientos estimados fueron de 128 kilómetros por hora y también se registraron inundaciones.

De acuerdo con reportes de comunicación, en el condado de Cumbria, al norte de Inglaterra, los agentes de la policía cerraron las carreteras alrededor del estadio del equipo de fútbol Barrow AFC después de que el viento dañara el techo de la construcción. Además, se emitieron alertas de penetraciones del mar. Por su parte, en Gales, las carreteras y las líneas del ferrocarril también hubo que cerrarlas, y allí se registraron vientos de hasta 144 kilómetros por hora.

La llegada de la tormenta Ophelia, el décimo huracán de la temporada del Atlántico, coincidió también con el aniversario 30 de la llamada “Gran Tormenta de 1987”, cuando poderosos vientos de hasta 160 kilómetros por hota azotaron Inglaterra, y dejó un saldo de 18 personas muertas y cuantiosos daños materiales.

Con cierta regularidad los huracanes y las tormentas tropicales que se forman en el océano Atlántico son empujadas a subir con rumbo hacia el noreste, pero normalmente para ese entonces ya habrán perdido parte de su fuerza antes de tocar tierra y se habrán transformado en lo que se denomina tormenta post-tropical, sin mucho que temer. Históricamente ha sucedido que han llegado a Europa fenómenos de este tipo de gran intensidad, sin embargo, Ophelia, llegó mucho más lejos. Según las estadísticas, se trata del huracán de categoría tres del Atlántico que más al Este ha llegado.

La meteoróloga Deidre Lowe, de la MET Éireann (Servicio Meteorológico de Irlanda), explicó que lo inusual de Ophelia es que se desarrolló tan al Este. Entre sus características destaca haber tenido mucha humedad y viento, y por eso provocó una ola de aire cálido sobre Irlanda. También se cree que logró alcanzar y mantener su intensidad debido a que las temperaturas han sido inusualmente cálidas en el océano por esta época, así como a la debilidad de la cortante del viento. Sin embargo, aún no son muy claras las razones que puedan explicar por qué Ophelia ha llegado tan hacia el oriente.

Una situación que igualmente llamó mucho la atención es que Ophelia dejó una curiosa estampa en la ciudad de Londres y en varios puntos del Reino Unido como Gales. Una especie de nube de humo con tonos amarillos, naranjas y rojizos oscureció el cielo a media tarde. Los meteorólogos británicos han indicado que el fenómeno se debe a que la tormenta, que comenzó como huracán en las islas Azores y llegó a las islas británicas con fuerza reducida, arrastró las cenizas de los incendios que por estos días han asolado Galicia, Asturias y Portugal, y también sus vientos de tormenta contenían arena del desierto del Sáhara. De ese modo se creó una capa de polvo en la parte alta de la troposfera, es decir, la región más baja de la atmósfera, que llega hasta aproximadamente unos 10 kilómetros de altura. Las partículas en suspensión dispersaron la luz azul que proviene del sol y por eso eran visibles tonos cobrizos y ocres.

Investigadores de ciencias climáticas de la Universidad de Reading, en el Reino Unido, han asegurado que los estudios actuales sugieren que el aumento de la temperatura de los océanos asociado al cambio climático puede provocar que los huracanes atlánticos viajen más cerca de Europa antes de convertirse en tormentas severas.