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lunes, 27 de noviembre de 2017

Bangladesh y Myanmar acuerdan la repatriación de rohingyas

Por Nursia

Los gobiernos de Bangladesh y Myanmar llegaron a un acuerdo de entendimiento para asegurar el regreso de los refugiados musulmanes rohingyas, que huyeron del país hacia el lado bangladesí para escapar de la represión que el Ejército birmano desató contra ellos desde el pasado 25 de agosto. Según confirmaron hoy ambos países, han existido muchas dificultades para establecer los detalles de ese pacto, incluido el número de refugiados que podrá volver. Luego de aproximadamente tres meses de éxodo masivo, que han desatado una de las mayores crisis de refugiados de los últimos tiempos, parece que el conflicto llegará a su fin.

Representantes de las dos naciones asiáticas firmaron el acuerdo en la capital birmana, Naipyidó, tras dos días de negociaciones. Con anterioridad, se había producido un encuentro entre la líder birmana, Aung San Suu Kyi, y el ministro de Exteriores de Bangladesh, Abul Hasan Mahmood Ali. Se espera que el proceso de repatriación se haga efectivo en un plazo que no exceda los dos meses, señaló el Ministerio de Exteriores de Bangladesh. Desde que se produjo el último brote de violencia en la región de Rajine hace tres meses, más de 620.000 musulmanes rohingyas han huido al vecino Bangladés y el éxodo aún continúa. Sin embargo, resulta preocupante que no se hayan revelado los detalles de este acuerdo.

Todavía se desconoce si Myanmar (el nombre oficial de la antigua Birmania) concederá la ciudadanía a los rohingyas, debido a que esta etnia musulmana no es reconocida oficialmente entre los 135 grupos que forman el país. Tampoco se sabe a ciencia cierta si los refugiados podrán volver a sus lugares de origen o a los “pueblos modelo” donde quiere asentarlos el Gobierno birmano.

La mayoría de las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) temen que dichos pueblos sean algo similar a los guetos donde 140.000 de ellos llevan confinados desde 2012, y de los que, dicho sea de paso, tienen prohibido salir. Además, el gobierno birmano ha afirmado en reiteradas ocasiones que no es capaz de acoger a las 620.000 personas que han sido desplazadas, por tanto se abre una gran interrogante sobre el número de refugiados que aceptarán. No obstante, es poco probable que todos quieran regresar voluntariamente tras los sufrimientos y vejaciones a los que han sido sometidos, y que pudieran repetirse en el corto o mediano plazo.

Según un comunicado del Ministerio de Exteriores de Myanmar, los dos países, que estaban negociando desde el miércoles, firmaron también acuerdos fronterizos que establecen el río Naf como frontera. Sin embargo, todavía persisten las diferencias sobre el marco temporal de implementación de los acuerdos. Al parecer, Bangladesh ve con beneplácito que las repatriaciones sean completadas en el plazo de un año, mientras que Myanmar rechaza el establecimiento de un límite de tiempo. Los dos gobiernos convinieron en instituir un grupo de trabajo conjunto a nivel de secretarios de Exteriores. Otras fuentes señalan que Bangladesh enviará en primer lugar la documentación personal sobre los refugiados al país vecino. La administración Suu Kyi aprovechó la coyuntura para criticar a los países occidentales y a la Organización para la Cooperación Islámica (OCI), que “abordaron la cuestión como un asunto internacional al aprobar resoluciones en la ONU, cuando en realidad se trata de un asunto bilateral”.

Las dimensiones de esta crisis y las atrocidades vividas por los rohingyas han empañado la imagen de la Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi. Aunque su fama se gestó como defensora de la democracia y los derechos humanos, tras pasar 15 años bajo arresto domiciliario durante la anterior dictadura militar, no ha tenido una postura coherente en defensa de los rohingyas. Su partido ganó en 2015 las primeras elecciones democráticas en Birmania en más de dos décadas, y aunque ella ostenta el poder, el Ejército aún mantiene cierta autonomía para maniobrar según su conveniencia.

Esto quedó demostrado con la campaña que los militares lanzaron contra los poblados rohingyas, después de que una guerrilla musulmana, el Ejército de Salvación de Arakan, atacara una base y treinta puestos militares el 25 de agosto. El acuerdo se produce justo antes de que el Papa Francisco empiece este domingo su tercera gira por Asia, que le llevará precisamente a Birmania y Bangladesh. En este último país sostendrá un encuentro con un grupo de refugiados de esta etnia.