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viernes, 10 de noviembre de 2017

Del teatro cubano y otros demonios

Por angelica

El teatro cubano es una de las manifestaciones de resistencia dentro de la plataforma artística nacional. Por décadas su discurso contestatario, irónico, versátil y atrevido, ha sabido posicionarse como estandarte y vocero de temáticas tan delicadas como son el racismo, homofobia, migración, prostitución, parametración y comunismo. El arte de las tablas se ha convertido a mi parecer, en ese espacio privilegiado donde mediante la crítica audaz e inteligente, se desnuda a la sociedad cubana de todos los tiempos.

Esta manifestación siempre encuentra complicidad entre los espectadores que asisten a cada puesta buscando en ella discursos que no tienen voz en otros medios.

Un ejemplo de ello es Noria, obra que se encuentra en función durante el 17 Festival de Teatro que por estos días se desarrolla en la capital. Daniel Carrazana es uno de sus protagonistas, el interpreta un anciano alcohólico excombatiente de la revolución y víctima de la desidia y el olvido.

“El día que el teatro no tenga el poder de decir y decir bien sobre lo que pasa a su alrededor y su ámbito me vuelvo panadero. Debemos buscar de manera eficiente las formas para articular que tu propuesta se entienda amén de la precariedad evidente en cuestiones de producción. Es muy gratificante ese sentimiento de cuando terminas; cuando puedes respirar porque has dicho una gran verdad y el público se ha conmovido o se ha molestado, pero le ha llegado tu discurso”

FamilyTrash es otra de las puestas experimentales que se pueden observar en este encuentro. Perteneciente al grupo teatral Habana Offla obra refleja mediante el teatro documental una realidad cubana incómoda para algunos, e identificativa y cómplice para otros tantos. Con un elenco pequeño y una producción inestable los actores de este grupo comentan no sentirse censurados abiertamente por el discurso que proclaman. Sin embargo, el cine Fausto al que han sido confinados actualmente, es sinónimo de abandono, oscuridad, humedad y mosquitos. Una realidad que advierte la dejación y falta de interés de quienes no apuestan por la evolución del arte de las tablas.

“Nos han cortado los espacios y hemos tenido que ir buscando y auto financiárnoslos. Primero empezamos en el cine Ideal, un sitio abandonado que era un vertedero. Lo limpiamos, hicimos trabajos comunitarios, puestas en escenas, proyectamos películas y la comunidad se vio representada con el trabajo que hacíamos. Al poco tiempo nos lo quitaron para hacer una discoteca. Después fuimos a otro cine abandonado igual y no había presupuesto para arreglarlo. Ahora estamos en este y no sé si nos vamos a quedar, somos nómadas de las tablas. No hay presupuesto, es lo único que nos dice el centro de artes escénicas, pero ¿dónde está mi oportunidad de producir y proyectar mi obra?”nos comenta uno de sus actores que por cuestiones de discreción prefirió el anonimato.

Los grupos noveles que optan por la experimentación y resurgen con propuestas atractivas y veraces como la anteriormente mencionada, se las tienen que ingeniar para garantizar cada puesta en escena. Procesos y dinámicas sobre las maneras de comprender, hacer y pensar el teatro a través de generaciones forjan proyectos como Habana Off, un elenco que cuenta con la dramaturgia y ganas de jóvenes dispuestos a decir y hacer por el arte que profesan.

“Tuvimos el aporte de una embajada y con eso pudimos presupuestar el estreno de una obra pero eso fue solo al principio. Ya después, cuando se desarrolla el proceso y hay que ponerla nuevamente nosotros mismos tenemos que auto producirla. Los zapatos, el vestuario que muchas veces no es el más adecuado pero es lo que podemos conseguir, así como todo lo que hay en la escena es el resultado de nuestro trabajo y dinero. Es muy difícil hacer teatro experimental en Cuba cuando no hay un apoyo real del mismo centro que representas”

Muchos de los actores de este grupo y de otros de su tipo son de provincias. La mayoría trabajan en bares, restaurantes u otros espacios para poder subsistir en este ámbito tan convulso y mal pagado. Alain Cantillo es actor pinareño y sirve de cantinero en el reconocido bar habanero Roma, ese es su pan de cada día. Sin embargo menciona no alejarse de las tablas que es su verdadera pasión porque ahí canaliza todo lo que lleva dentro.

“Si algo no necesita electricidad es un actor vivo. Si algo caracteriza la obra de los directores cubanos es el hecho de sostener ese diálogo con el presente que no es nunca en nuestros escenarios un diálogo complaciente. El teatro cubano construye sobre la complejidad del día a día y los aborda de una manera que es en lo absoluto solícito. Creo que eso es lo que lo hace preferido por la gente que el público se reconoce en cada puesta. Ello también habla de cómo la manifestación sabe cumplir con un rol que ha estado en la historia del teatro siempre, amén de la censura y auto censura que siempre ha existido”

El teatro siempre ha sido una plataforma para mover el pensamiento y dialogar entorno a las problemáticas del presente, incluso cuando se refugiaba antaño en metáforas para provocar los verbos actuar y sentir. Esos mismos que hoy y ahora están presentes en cada puesta y evocan un alarma en cuanto la salud de la producción dramatúrgica de cada puesta en escena. El arte de las tablas como reflejo de la vida tiene o debe emigrar hacia esas tendencias que aboga la sociedad y su indiscutible resistencia.