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sábado, 18 de noviembre de 2017

Donald Trump y el retroceso a la guerra fría en Cuba

Por Jessica Meer

El gobierno de Estados Unidos emitió nuevas restricciones que ponen más trabas a los viajes de sus ciudadanos a Cuba. Ello deviene de un proyecto bipartidista introducido en el Senado norteamericano para promover el fin de las limitaciones de viajes a la nación caribeña, el cual cuenta con el respaldo de 55 de los 100 legisladores de esa instancia legislativa. Es este un intento del actual presidente estadounidense, Donald Trump, de revertir las relaciones entre ambas naciones, y de paso el primer mandatario da cumplimiento a sus promesas de campaña electoral hechas al piquete miamense conformado por cubanos americanos, quienes han tratado de desmoronar a toda costa la Revolución Cubana.

Los departamentos de Estado, Tesoro y Comercio publicaron esas regulaciones restrictivas que ya están vigor, y todo ello a pesar de que la mayoría de los estadounidenses, incluyendo muchos cubanoamericanos, apoyan la apertura hacia el territorio caribeño, los viajes y el levantamiento del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Washington a La Habana hace más de 55 años; y a los disímiles llamados de varios sectores a no dar marcha atrás a los avances alcanzados en los últimos años en algunos ámbitos de las relaciones bilaterales.

¿Cuáles son las nuevas medidas? Ante todo, la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro reiteró que las transacciones relacionadas con viajes que involucran a Cuba solo están permitidas para 12 categorías de actividades específicas, y las relacionadas con viajes turísticos siguen prohibidas. A todo eso se suma que los viajes educativos individuales pueblo a pueblo que no tengan carácter académico ya no estarán autorizados; la OFAC exige que todos los viajes de ese tipo se realicen bajo los auspicios de una organización que esté alcanzada por la jurisdicción de Estados Unidos, y obliga a los ciudadanos norteamericanos a estar acompañados de un representante de la entidad patrocinadora. Las visitas autorizadas por motivos educativos también deberán contar con el acompañamiento de una persona sujeta a la jurisdicción estadounidense que sea representante de la institución patrocinadora de la estancia. Por otro lado un apartado descrito como viajes de apoyo al pueblo cubano demanda que cada estadounidense en esa categoría participe en un programa de actividades de tiempo completo que impliquen una interacción genuina con individuos en Cuba. Esas personas podrán alquilar una habitación en una casa particular, comer en restaurantes privados conocidos como paladares y hacer compras en tiendas gestionadas por trabajadores cubanos por cuenta propia.

En esencia, esas medidas que aplica hoy el gobierno norteamericano, afecta, a la larga, al mismo sector privado que renace en Cuba actualmente, sector, que Donald Trump aseguró apoyar cuando firmó un memorando presidencial sobre la política de su gobierno hacia la isla. A la larga, igualmente, las nuevas normativas no son más que una violación del derecho a viajar libremente de los propios estadounidenses.

A todas estas nuevas normativas se une la recomendación hecha por el propio Donald Trump a los estadounidenses para que no viajen a Cuba, porque supuestamente podrían ser atacados acústicamente por el gobierno cubano, como mismo sucedió con los diplomáticos norteamericanos en La Habana, hecho este que aun el propio Estados Unidos no acaba de esclarecer, y que por el contrario Cuba demostró que tal acusación es ilógica pues en la nación caribeña no se cuenta con tecnología para acometer un acto de ese tipo.

Luego de ser anunciadas esas medidas y puestas en vigor, no se hicieron demorar las críticas de la misma parte estadounidense. El Consejo Nacional de Comercio Exterior norteamericano consideró equivocadas las nuevas restricciones de la administración de Donald Trump. A través de un comunicado, el vicepresidente de esa entidad, Jake Colvin, manifestó que restringir a las compañías de la participación en la Zona Especial de Desarrollo Mariel impide que los estadounidenses tomen parte en una actividad económica potencialmente beneficiosa para los trabajadores y el pueblo cubano. En tanto la congresista Kathy Castor consideró que las nuevas regulaciones anunciadas sobre Cuba son parte de la postura retrógrada de Trump para volver a políticas aislacionistas fallidas contra el país caribeño y su pueblo. De igual modo el senador demócrata Patrick Leahy consideró las nuevas medidas como una reminiscencia de la Guerra Fría, mientras que la congresista Barbara Lee manifestó que nadie gana con esta nueva política terrible contra Cuba. Por su parte, la senadora Dianne Feinstein escribió en el servicio de microblogging que aislar al pueblo cubano no sirvió a los intereses norteamericanos antes, y ciertamente no lo hará ahora.

Sin dudas las nuevas medidas de Estados Unidos contra Cuba dañan la economía de la isla y los intereses de amplios sectores de la sociedad norteamericana, es un evidente retroceso en las relaciones que fueron restablecidas en el 2014 por el entonces presidente Barack Obama y el primer mandatario cubano, Raúl Castro. Y entonces me pregunto: de qué sirvieron los diálogos (secretos o públicos), con influencias de otros gobiernos y hasta del papa Francisco, si al cabo de unos pocos años, y sin ver cambios realmente sustanciales, llega otro títere a la Casa Blanca y hecha a tierra todo tipo de intento por llevar a la normalidad lo que supuestamente debía ser normal.