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martes, 21 de noviembre de 2017

El mal camino de la indigencia en los niños

Por Yamy

Aunque suele ser ilegal, en el mundo 168 millones de niños son víctimas del trabajo infantil, y de ellos una gran cantidad viven en zonas que actualmente son afectadas por distintos tipos de conflictos, ya sean violentos o no, pero que generan determinada inestabilidad y situaciones vulnerables. A pesar de que a nivel mundial se han creado campañas, organizaciones y mucho más para denunciar y combatir este agravio contra la exploración de nuestros niños, aún es insuficiente, y prueba de ello es la estadística que lleva la Organización de Naciones Unidas, ONU. Mucho nos queda por hacer para concienciar a las masas sobre la magnitud del problema que representa para la humanidad.

El trabajo infantil está muy ligado a la pobreza. Evidentemente los países con mayores índices económicos son los que menos muestran esta tendencia, pues tienen sociedades con mejores diseños de gobierno que dedican más estrategias coherentes ligadas a la educación, a lo social, la salud, y demás factores. Son situaciones ausentes en los países que viven en condiciones extremas. La guerra y la violencia constante son comunes en entornos caóticos donde sus poblaciones viven sin orden ni atención, por lo tanto demasiados niños suelen ser el primer eslabón afectado, a veces porque quedan sin amparo familiar porque mueren los padres, o porque de repente se convierten en el sostén de su familia y se ven forzados a trabajar.

Son niños que no pueden ir a escuela, y en ocasiones no tienen un hogar estable. Incluso a veces es cierto que tienen graves problemas económicos, pero no en pocas ocasiones los mismos padres son quienes los obligan a buscarse la vida. Es una situación muy complicada, y razones hay muchas. La sociedad debería ser capaz de concentrar sus esfuerzos para erradicarlo, y podría evitarse si hubiera una adecuada asistencia social que pudiera identificarlo y atenderlo, pero eso es absolutamente inviable en países de riesgo.

Los niños en situación de calle, si sobreviven, tienen altas probabilidades de que en el futuro nunca lleguen a enmendarse, y que transiten por el camino de la delincuencia y la criminalidad. Es muy común que para poder subsistir se las apañen para realizar cualquier tipo de fechoría, y siendo niños pueden estar liderados por algún adulto inconsciente, aprovechado y malintencionado.

Aunque el tratado de Desarrollo Sostenible de la Organización de las Naciones Unidas tiene como objetivo asegurarnos un mejor mundo para el año 2030, y ello significa que creemos un utópico mejor mundo; para conseguirlo es imprescindible prohibir y eliminar el trabajo infantil, por supuesto el reclutamiento y el adoctrinamiento de niños soldados en países en guerra. Se trata de aunar los esfuerzos de todo el mundo, de sus gobiernos y hasta de los pobladores más comunes, y ahí radica la quimera. El primer paso es que cada uno de nosotros no seamos indiferentes y no permitamos que continúen estas situaciones, al menos hasta donde podamos; como por ejemplo, denunciar a las autoridades si nos percatamos de que un niño anda desahuciado, abandonado, o en la indigencia, o si está siendo mal encaminado. Ese pudiera ser el primer paso para sumarnos a la causa, y en alguna medida frenar o concienciar sobre este problema real.

Muchos de esos niños que trabajan lo hacen en áreas peligrosas como la construcción y las industrias, y eso ciertamente incide en la mortalidad infantil. La escasez de políticas públicas que apoyen la protección social hace que incrementen las familias vulnerables, por tanto falta un extenso camino por recorrer. Necesitamos gobiernos preocupados y ocupados en sus poblaciones.

En América Latina y el Caribe, por ejemplo, se ha reportado que solo el 1 por ciento del PIB de muchos países es invertido en programas sociales interesados en mantener a los niños en sus respectivos lugares, los que le corresponden en su condición de infantes, y lejos de todo esfuerzo laboral. En la región se ha evidenciado un progreso con respecto a años anteriores, pues en la actualidad se presta más atención a las familias vulnerables, pero es insuficiente, y es por eso que hoy se ven niños en las calles pidiendo dinero, trabajando en la agricultura, lavando autos, limpiando zapatos, y haciendo cualquier tipo de trabajo en lugares menos visibles que muchas veces ponen en grave riesgo su salud y seguridad.

Si la Organización Internacional del Trabajo, OIT, indica que uno de cada diez niños viven este problema, quiere decir que el desafío es enorme, pero necesario. Entre todos debemos crear estrategias certeras y contribuir porque se ejecuten; y la única manera de lograrlo es haciendo más y mejor: asegurar el acceso a la educación, ofrecer garantía de empleo, darle seguimiento a las familias en situación de riesgo, son algunas de las vías para alcanzarlo. A veces no se requiere millones, solo la voluntad de avanzar y mejorar.